lunes, 1 de agosto de 2016

Habitar el laberinto – rutas que se bifurcan – Ruta del Diálogo. Autor: Mg. Arq. Leandro Tomás Costa

Habitar el laberinto – rutas que se bifurcan – Ruta del Diálogo.

Por lo general creemos que el impulso a movilizarnos en el espacio es propio. Sin embargo, cuando nos preguntamos por el fundamento más profundo de dicho impulso solemos exteriorizar la causa. Tenemos deberes y  jefes, necesidades primarias, secundarias y otras. La sociedad decimos.

Las prácticas sociales, relativas a los sistemas del habitar y del hablar, nos constituyen y son constituidas por los que habitamos. Los espacios del habitar y las prácticas sociales se interrelacionan recíprocamente, conformando una trama compleja de códigos diversos no siempre perfectamente compatibles entre sí. El resultado, al intentar entenderlo en conjunto, nos estremece, no podemos comprender el sentido último, pero seguimos en movimiento, no podemos detener el devenir. El sueño de las leyes inmutables no instituye verdaderamente al mundo. Este, el mundo del cual formamos parte, es intrincado, como una gigantesca infraestructura espacial y burocrática, incapaz de administrar todos los significados, lenguajes, idiomas y paisajes.

El habitar el mundo, es habitar una construcción múltiple, un bosque impenetrable. Las verticalidades no son fresnos, o por lo menos no siempre, y son sin duda difíciles, sino imposibles de derribar. Percibir el bosque, detectar sus claros, observarlo como un ente abstracto, no es del todo posible cuando se lo está fabricando simultáneamente. Aun así, los que lo habitamos emprendemos el trabajo de trazar caminos, posibles rutas para, no solo atravesarlo, sino explorarlo, entenderlo. Si exploramos al bosque, conoceremos al mundo y al hombre, posiblemente al universo. Podremos entrar y salir de él, controlarlo, dominarlo.

Los griegos, posiblemente los egipcios antes, llamaron a este bosque, este gigantesco y  a la vez diminuto Parque fabricado, laberinto. En él, los elementos y ámbitos se encuentran conectados por rutas. En el mundo clásico, existieron laberintos de una única ruta, con un inicio, un desarrollo prácticamente intestinal y un desenlace central, y también laberintos para perderse con caminos falsos sin salida, donde la dificultad de llegar al centro implicaba la dificultad de poder salir.

En el centro se encontraba el habitante supremo del laberinto, su habitante eterno, el único ser inmanente a dicha construcción, el minotauro, otra cara de Dionisos, ser inmovilizado en el centro. Extraño es que un ser prácticamente divino y sobre natural estuviese habitando encarcelado una arquitectura del hombre. Dédalos el súper-arquitecto que ideo el laberinto mítico, también fue encerrado en su laberinto, del cual pudo, con ingenio y arte, finalmente escapar.

Los hombres tenían que pagar con sacrificios, el poder extraterritorial de los dueños del laberinto, el cual no era aún el mundo, sino parte compacta de él. 

Los hombres tenían una relación de terror con el laberinto, una relación destinal. Entraban forzados al laberinto y no detenían su marcha. Muchos intentaron escapar. El terror era tal que no se detenían ante el cansancio. Los más fuertes llegaban al centro, de donde debían emprender el camino a la salida, pero en el centro eran devorados por el minotauro.

Es un hombre, Teseo, ayudado por Ariadna, hermana de minotauro, quien logra llegar al centro del laberinto y terminar con el minotauro, pero al matarlo, una poderosa maldición cayó sobre el hombre. El laberinto perdió al guardián del centro y por lo tanto al centro mismo, el ámbito imantado que mantenía al laberinto bajo control. Desde entonces el laberinto, como si tuviese vida propia, adentró sus rutas en el mundo hasta tomar su lugar. El laberinto niega las rutas, pero es sin duda una ruta, quiere ser universo, quiere ser interioridad infinita.

Si primigeniamente, el exterior al laberinto era el cielo, mientras el laberinto un infierno. Hoy el exterior al laberinto parece no existir. El terror a la nada es en realidad el temor a un laberinto en continua transformación, que se expande y contrae sin contradecirse.

Cuando vemos el cuadro El Grito de Edvard Munch, nos dicen que es el sujeto moderno que mira al vacío y grita un sonido sordo de terror, como en un mal sueño, donde queremos pedir ayuda y no sale ni un murmullo de nuestra boca aun haciendo un enorme esfuerzo. La alternativa a esta interpretación es que dicho sujeto munchiano haya tomado conciencia de la imposibilidad, no solo de salir, sino también de nacer y habitar en otra configuración espacial que no sea el laberinto. No existen rutas según dos puntos básicos, inicio y llegada, solo estar en continuo movimiento en una entraña arquitectónica superdimensional. No existe tampoco el vacío. Su inexistencia es aún más terrorífica que su existencia.

No sabemos por qué hacemos nuestros movimientos del habitar. No sabemos qué sentido profundo tienen nuestras prácticas sociales modernas. Quizás solo estemos intentando encontrar el camino de salida o intentando habituarnos a ciertos rincones relativamente cómodos solo por momentos. ¿La velocidad? Una estrategia inútil, por cierto peligrosa en un laberinto.

Dédalos - Ts’ui Pen – Borges:

Quien sin dudas fue un experto en denunciar al laberinto, fue el  maestro Jorge Luis Borges. Con una pasión digna de Dédalos, los construyó, los actualizo, los inventó. Fue un pensador del laberinto y de sus habitantes, y fue el mismo un habitante consciente del poder espacial y temporal del laberinto. Un iluminado quizás cegado por el resplandor de su contribución y erudición sobre el tema.

Con Borges las rutas del laberinto se transforman en vías de existencia de configuraciones diversas, de anchos variables, desde los senderos espacio-temporales de un jardín, o bosque, que se bifurcan al infinito, a laberintos en forma de desiertos Saharianos, metáfora de una modernidad acética y multidireccional de la que es imposible salir.

En “El jardín de los senderos que se bifurcan”, Borges ensaya la historia de un posible agente chino al servicio del Imperio Alemán en la primera guerra, llamado Yu Tsun, quien debe comunicar en código un sitio táctico fundamental para neutralizar a las fuerzas británicas antes de ser eliminado por el agente ingles Capitán Richard Madden. Yu Tsun, es descendiente Ts’ui Pen, gobernador de Yunnan, quien deja su cargo para dedicarse a escribir un libro y construir un laberinto. Cuando Yu Tsun, huyendo de Madden desciende de un tren en la estación de Ashgrove –campiña escocesa-, un niño le pregunta: “¿Usted va a casa del doctor Stephen Albert? Mientras otro le explica: “La casa queda lejos de aquí, pero usted no se perderá si toma ese camino a la izquierda y en cada encrucijada del camino dobla a la izquierda”. En ese instante una ruta, una bifurcación abierta define la existencia parcial de Yu Tsun en la historia, quien emprende la búsqueda de Stephen Albert, por lo demás un sinólogo, a través de un Jardín, El jardín de los senderos que se bifurcan.

Al encontrar a Stephen Albert, este le confirma que el jardín de los senderos que se bifurcan, pertenece, como invención, a Ts’ui Pen, ilustre antepasado de Yu Tsun. Stephen Albert explica el carácter secreto del Jardín, el sentido de conexión entre sus múltiples rutas y la dedicación literaria de su artífice.

“Ts’ui Pen diría una vez: Me retiro a escribir un libro. Y otra: me retiro a construir un laberinto. Todos imaginaron dos obras; nadie pensó que libro y laberinto eran un mismo objeto.” 

Así Ts’ui Pen, tributa al laberinto su texto, su libro, un codex, es decir un libro-código de bifuraciones “en el tiempo”, pero con correspondencias espaciales., donde todas las rutas son posibles, todos los inicios y todos los finales, el laberinto total, la negación de la ruta como unicum.
Dice Borges a través de Stephen Albert:
“La explicación es obvia: El jardín de senderos que se bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts’ui Pen. A diferencia de Newton y Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente  vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos.”  

Un laberinto en expansión se proyecta hasta equipararse al universo, con el aporte de Ts’ui Pen – Borges, quien entiende que sin libro, sin codex, no hay laberinto, sin un texto en tanto proyecto, no hay universo, o por lo menos fragmentos significativos de él.  

Yu Tsun  liquida a Stephen Albert, es arrestado por Madden y por último sentenciado a la horca. El jefe de Yu Tsun en Alemania, logra descifrar el mensaje. El sitio a atacar es la ciudad llamada Albert, al norte de Francia. Previamente había quedado claro que “el tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros”.  El que Yu Tsun matara a Albert para indicar al Imperio Alemán que ciudad atacar era solo una de las posibles rutas. En otra posible ruta ambos Yu Tsun y Stephen Albert, compartirían una amistad prácticamente eterna.


Cada ruta, cada verdad y exploración en el jardín-bosque tiene su lugar en el codex, un proyecto-libro configurador del laberinto, del cual se puede salir de múltiples maneras, solo para volver a entrar de múltiples maneras. El hilo de Ariadna es en realidad un tejido inconmensurable, una ciudad. Teseo nunca salió verdaderamente del laberinto. Una estratagema del minotauro que Borges decodifica y recodifica como escritura y proyecto. Habitamos el laberinto. Matar al minotauro es inútil, es tiempo de hablar con él. Una ruta del dialogo.


Bibliografía citada:

--      Borges, Jorge Luis, Ficciones: El Jardín de los senderos que se bifurcan, editorial EMECÉ, Buenos Aires, 1996.

Bibliografía Teórica:

--  Doberti, Roberto, Espacialidades, editorial Infinito, Buenos Aires, 2008.
--  Doberti, Roberto, Fundamentos de la Teoría del Habitar, editorial Universidad Metropolitana para la Educación y el trabajo, Buenos Aires, 2014.
--  Deleuze, Gilles, El misterio de Ariadna, Magazine Littéraire, N°298, Francia, 1992.

--  Nietzsche, Friedrich, Ditirambos Dionisiacos, editorial Los libros de Orfeo, Buenos Aires, 1994.

viernes, 29 de enero de 2016

HIPERCONJUNTOS - VANGUARDIA, TIEMPO Y TRANSITORIEDAD. Autor: Mg. Arq. Leandro Tomás Costa



“Estos duros objetos, moldeados a imitación de las formas de la vida orgánica, han padecido a su manera lo equivalente al cansancio, al envejecimiento, a la desgracia. Han cambiado igual que el tiempo nos cambia a nosotros.”
MARGUERITE YOURCENAR. El tiempo, gran escultor

VANGUARDIAS:
El régimen mimético de las artes[1], con sus normativas, temporalidad metafísica platónica, y  referencialidad al pasado original, no pudo explicar, ni reconstituir, un mundo y un sujeto transformados brutalmente, por la incipiente modernidad técnica. De la crisis del antiguo régimen mimético, surge un nuevo régimen estético de las artes[2]. Desde entonces la Arquitectura tiene, en la estrategia de la vanguardia, una posición frente al problema del Tiempo, una vía de innovación y una herramienta política.
Pero, ¿cuál es el sentido estratégico de la vanguardia?

Dice el filósofo francés Jacques Ranciere “Si el concepto de vanguardia tiene sentido en el régimen estético de las artes, es en este aspecto: no en el aspecto de los destacamentos avanzados de la novedad artística, sino en el aspecto de la invención de las formas sensibles y de los cuadros materiales de la vida futura. Ahí es donde la vanguardia “estética” ha contribuido a la vanguardia “política”, o donde ha querido y creído contribuir a ella, transformando la política en programa total de vida.”[3]

La primera Arquitectura Moderna Internacional, del racionalismo funcionalista, fue sin dudas una vanguardia que cumplió con la doble condicionalidad que enuncia Ranciere, porque planteó una estética, para una nueva organización de la sociedad, con nuevos modos de producción y nuevos modos de recepción de las obras[4].

Ahora bien, si la primera vanguardia de la Arquitectura Moderna perteneció efectivamente al nuevo régimen estético de las artes; régimen que: “Comenzó con decisiones de reinterpretación de qué hace el arte o de quién hace arte “[5], se puede decir entonces, que tuvo una incorporación más compleja e incompleta, en el mismo, debido a la insistencia solapada, de una normatividad ideal, consensuada por instituciones como el CIAM[6], y en la determinación teleológica de los artefactos arquitectónicos como objetos perfectos –bellos-.

El nuevo régimen estético de las artes es, en términos de Jacques Ranciere, un régimen de historicidad en continua transformación, donde la antiguo se re-significa, sin excluir lo ´moderno´. Desde el momento en que un determinado grupo o vanguardia cierra filas, canoniza su producción y  pretende retener el tiempo, en teoría, quedaría por fuera del nuevo régimen de las artes.
Dijo Jacques Ranciere: “El régimen estético de las artes es en primer lugar un régimen nuevo de la relación con lo antiguo.”

En la segunda posguerra, los referentes de la primera arquitectura moderna racionalista, lograron establecer, políticamente, las nuevas normas arquitectónicas y urbanas para la reconstrucción de Europa. La Arquitectura Moderna pasó entonces, de una posición de vanguardia potencial, a una posición de poder, al conformar el ´aquí y ahora´ de una sociedad industrial, con una nueva estética.

Las urbanizaciones modernas de postguerra, como por ejemplo los New Towns ingleses y las ciudades satélites de Alemania, fueron proyectadas  como entidades cerradas, desarticuladas, y desconectadas, en muchos casos, de las ciudades tradicionales relacionadas. La lógica determinista de la industria moderna pretendió trasladarse a una arquitectura estandarizada y con ella hacer ciudad nueva, pero el peso de los hábitos previos a la guerra, los hábitos comunitarios de la ciudad tradicional, que daban sentido al Tiempo, no encontraron sitio en las nuevas urbanizaciones. La apuesta por el espacio desvinculado de la historia generó, entre otros fenómenos económicos, políticos y culturales, una nueva crisis de las normativas arquitectónicas.

Es en este momento histórico emergente, que surgen con fuerza renovada las filosofías existencialistas críticas de la modernidad técnica. También se desarrollaron las nuevas teorías sociológicas, antropológicas y cibernéticas, que ponen el acento en la diversidad, complejidad y simultaneidad de las sociedades humanas.
De esta crisis cultural y social de la postguerra, surge una nueva vanguardia de la arquitectura internacional. A la cabeza de esta nueva vanguardia se ubicó el grupo TEAM 10, que disputó el espacio de poder a la primera vanguardia de la Arquitectura Moderna.
Gestado de manera oficial en el CIAM IX[7], el TEAM 10 estuvo integrado, principalmente, por Alison y Peter Smithson, Jacob Bakema, Aldo Van Eyck, Giancarlo Di Carlo, Ralph Erskine, J.Coderch y el equipo de Josic, Woods, Candillis.

La nueva vanguardia criticó, fundamentalmente, dos cuestiones respecto de la vanguardia anterior; la sobre-determinación inmutable de las configuraciones arquitectónicas modernas ´oficiales´, y la falta de un urbanismo moderno posible de ser articulado con la ciudad tradicional y su historia. Los caminos interrelacionados para resolver estos problemas fueron el brutalismo inglés, desde la materialidad-poética existencial, y el estructuralismo sistémico holandés, como estrategia para la organización espacial de la complejidad que, conjeturaron los miembros del TEAM 10, debían tener las nuevas ciudades.

Los europeos necesitaban recuperar el pasado previo a la guerra; necesitaban una arquitectura que pudiese amalgamar el presente, con el pasado y el futuro. Los sistemas arquitectónicos del TEAM 10, proponían operar en los territorios reales de las ciudades, y también en los Tiempos  sociales y culturales de dichas ciudades. El Tiempo, y también la Historia de la disciplina, se constituyeron, desde entonces, en programas de experimentación fundamentales para la arquitectura contemporánea.

La ciudad tradicional, como macro organización, pudo sobrevivir, a los presagios apocalípticos de la primera vanguardia, y al devenir conflictivo de las guerras totales. Para el TEAM 10, la arquitectura debía aprender de la ciudad tradicional, no para emularla completamente, sino para comprender su lógica estructural, sus constantes y sus variables. Esta nueva propuesta de relación con el contexto y con el Tiempo inauguró una genealogía crítica  de la que surgieron tendencias arquitectónicas posteriores, como el historicismo crítico de Aldo Rossi, el historicismo pop de Robert Venturi, y el pragmatismo cínico de Rem Koolhaas, entre otros.
En el ámbito nacional, el arquitecto Jorge Goldemberg y el grupo Staff [8]por el dirigido, fueron, sin dudas, representantes significativos de esta nueva vanguardia. El devenir de sus ideas, las interpretaciones y aportes locales a la nueva vanguardia, y sus concreciones en obras de gran envergadura, marcaron la historia de la vivienda moderna en la Argentina del siglo XX.

HIPERCONJUNTOS Y TIEMPO

A principios de los 60´s, el arquitecto Jorge Goldemberg completó sus investigaciones, en sociología, antropología social e ingeniería de sistemas, aplicadas a los fenómenos urbanos de los asentamientos precarios de la Ciudad de Buenos Aires. Los saberes adquiridos y los conocimientos producidos, situaron e Goldemberg en sintonía con la nueva vanguardia.

La experiencia interdisciplinaria desarrollada por Goldemberg, formaba parte de un plan de desarrollo Teórico y metodológico, que tuvo por objetivo abarcar una completa variedad de magnitudes de proyecto. Del edificio aislado en una estructura urbana tradicional, al desarrollo de proyectos para nuevas urbanizaciones. Los objetivos por etapas del plan de Goldemberg eran las siguientes:

“1- Sociológico: Solo la profundización de técnicas humanas de canalización de la movilidad y motivación habitacional y un estudio efectivo, verificado lo más científicamente que sea posible, podrá dar la explicación básica de como concebir el habitar.
2- Urbano: Ubicar este “espacio social” en un espacio “en un espacio territorial. Es decir traducir el campo abstracto social al campo físico, a través del planeamiento urbano interdisciplinario.
3- Diseño: Desarrollo de teorías aplicadas en cada uno de los anteriores campos, y sintetizar estos en una escala menor dependiente del diseño urbano. Había que concebir, entonces, un procedimiento coherente que incorpora las diversas disciplinas a un criterio de verdad, por no decir pedantescamente un método de diseño.”[9] 

Del Plan es posible deducir la idea de orientar la futura producción proyectual,  priorizando los asuntos urbanísticos, o como los definía Goldemberg, del “Diseño Urbano”, en sintonía con la escuela inglesa formada alrededor de la publicación Architectural Design. Esta idea, que proponía el pensar a la arquitectura como urbanismo y al urbanismo como arquitectura, era, no por casualidad, parte fundamental del proyecto general del TEAM 10.

Dijo Van Eyck: “Sí, debemos dejar de dividir la creación de un hábitat entre dos disciplinas: arquitectura y urbanismo. ¿Por qué? La respuesta no es simple. Como ya se ha dicho, una casa debe ser como una pequeña ciudad para ser una verdadera casa, y una ciudad debe parecerse a una gran casa para ser una verdadera ciudad.“ [10]

Las últimas dos etapas del plan de Goldemberg, comenzaron a realizarse, con una serie de proyectos urbanísticos para el Plan de Buenos Aires. Pero es con la serie de concursos para el Plan de Erradicación de Villas de Emergencia (PEVE), donde Goldemberg y el grupo Staff, encuentran la oportunidad que estaban esperando para poner a prueba y evaluar sus ideas.
El PEVE, tenía por objetivo realojar a los habitantes de las villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, en nuevos conjuntos habitacionales de la Región Metropolitana, para liberar de villas, a diversos espacios urbanos, públicos y privados, de gran valor inmobiliario.
Este plan prototípico, por sus características técnicas y significación política era, de por si, original para el contexto histórico. Los manuales de urbanismo moderno formaron la base de los llamados a concurso, pero dichos manuales no contaban con las adecuaciones programáticas y operativas, que los objetivos políticos del PEVE requerían. Por lo tanto, los estudios sociales, antropológicos y sistémicos de Goldemberg fueron propicios para completar las fundamentaciones y procedimientos del plan.

El grupo Staff gano una parte considerable de los concursos PEVE más importantes, proyectando verdaderos íconos de la arquitectura habitacional metropolitana de la época, como por ejemplo los conjuntos, Soldati y Ciudadela 1 y 2, entre otros. A dichos conjuntos del PEVE, y  otros de planes análogos del mismo período, se los llamó Hiperconjuntos, debido al carácter monumental  de los mismos.

De los pliegos de licitación, urbanos y arquitectónicos originales del PEVE, no eran deducibles artefactos de la complejidad programática que caracterizó los Hiperconjuntos habitacionales de alta densidad. Las premisas y propuestas de la nueva vanguardia debieron operar, entonces, sobre los programas originales, incorporando nuevos conceptos.

Dijo Goldemberg: “…, nuestro equipo trata de formular programas o, más frecuentemente, nos son impuestos, y nos esforzamos en modificarlos para enriquecerlos hasta transformarlos por completo.”[11]

Sin embargo, las restricciones debidas a la magnitud de cada desarrollo urbanístico y sus correspondientes contextos políticos, económicos y sociales, conformaron un ámbito acotado para operar proyectualmente respecto de las propuestas tecnológicas de la nueva vanguardia.

Tanto el TEAM 10, como los grupos situacionistas, metabolistas y  Archigram, propusieron un cambio de paradigma respeto de la relación entre Tiempo y tecnología. La tecnología debía ser la encargada de mantener a los programas arquitectónico, operativos en el tiempo y responder a los cambios históricos, mediante la sistematización de estructuras, posibles de ser completadas con elementos flexibles, transformables o reemplazables, que pudiesen resolver el problema de la obsolescencia en la arquitectura habitacional.

Del encuentro de dichos nuevos modelos arquitectónicos, con el contexto local de baja tecnología, Goldemberg debió decidir, a su vez, el modelo temporal para sus proyectos.  Dicho modelo no pudo ser el del Tiempo reversible y flexible propuesto por el TEAM 10; se trató más bien, del Tiempo caracterizado por instantes decisivos, como el ideado por Nietzsche en el Zarathustra, ejemplificado con la metáfora del portón llamado Instante, en medio del camino eterno:
“¡Mira, continué diciendo, este instante! Desde este portón llamado Instante corre hacia atrás una calle larga, eterna: a nuestras espaldas yace una eternidad.”[12]

El instante crítico implicó, para el grupo Staff decidir qué abandonar y que seguir llevando del bagaje de ideas de la nueva vanguardia para poder, livianos, atravesar dicho instante crítico, y concretar las obras. Las opciones estaban desplegadas entre dos opciones de sistematización: una opción del desarrollo tecnológico de la flexibilidad arquitectónica, adaptable a diversos niveles de indeterminación programática, y otra opción, de la durabilidad en el tiempo de las configuraciones habitacionales, por la determinación prospectiva, perfecta y absoluta de los sistemas arquitectónicos.

Para Goldemberg, una arquitectura del tercer mundo, tal cual el la definía, no tenía lugar para aventuras tecnológicas súper-industrializadas. La flexibilidad arquitectónica frente al cambio debía ser sacrificada, y en su lugar desarrollar una estética de la diversidad sistemática de las tipologías urbanas y arquitectónicas, que debía ser resultado de una determinación total de los programas técnicos, y de los modos de habitar.

De los modelos de configuración propuestos por el TEAM 10, Goldemberg decidió por el estructuralismo de las organizaciones en Clúster, como se puede comprobar en los Hiperconjuntos, Soldati y Ciudadela 1 y 2, donde bloques edilicios continuos, se complementan con torres, formando núcleos habitacionales, que definen subunidades administrativas de las urbanizaciones correspondientes.

La organización urbana innovadora de los ejemplos nombrados, resultó de la disposición sistémica de un entramado complejo formado por redes de flujos vehiculares y peatonales, como articuladores de los ámbitos públicos y privados. La imagen de complejidad futurista, derivada de la idea del conjunto habitacional, como una unidad de sentido entre urbanismo y arquitectura, pudo finalmente plasmarse en obras de gran impacto visual.

En este sentido el TEAM 10, entendió el carácter efímero de los impactos visuales, por lo que propuso reflexionar acerca de la idea de transitoriedad, en el urbanismo y la arquitectura habitacional, ejemplificando un posible camino de proyecto, con la manera en que la publicidad callejera masiva, y la moda de las vestimentas, se posicionan, se renuevan y transforman al paisaje de las urbes, clarificando en el tiempo aquello estructural que les da soporte.

Dijeron Alison y Peter Smithson:“El medio ambiente no edificado es cada vez más transitorio: los afiches cambian según un ciclo mensual, los avisos luminosos según un ciclo semestral, y las vidrieras de las tiendas, las vestimentas, las revistas, etc., con ciclos variables regulares e irregulares muy a menudo oscuramente relacionados entre sí.

El establecimiento de una estética del cambio (o de la transitoriedad) es en realidad casi tan importante para la apreciación de la estructura como el mantenimiento de la inviolabilidad del sistema vial.”[13]

En un artículo de época dedicado al grupo Staff, Marina Waisman, analizó esta problemática y determinó, sintética y dialécticamente, que existen dos alternativas de flexibilidad frente a la obsolescencia en la arquitectura habitacional, la industrializada de los países desarrollados, y la subdesarrollada. La primera se organiza tecnológicamente en relación a procesos de obsolescencia planificados, en el segundo caso, por el contrario,  los elementos, ámbitos y programas de la arquitectura habitacional se tornarían caducos de forma involuntaria.  La opción por la planificación de la obsolescencia significaba, por lo demás, un negocio potencial para el mercado.

Dijo Waisman: “La idea de obsolescencia como proyecto acompaña a la  de mercancía u objeto de consumo que debe ser consumido y repuesto en tiempo más o menos breves. La propuesta no parece descabellada: si la vivienda ha dejado de ser un bien de uso para convertirse en mercancía, corresponde dotarla de todas las cualidades que hacen asequibles los bienes de consumo, al máximo de sus miembros. Además, la idea de arquitectura desechable, consumible, se acompaña con la movilidad social.”[14]

Los Hiperconjuntos y sus viviendas, por lo tanto, si no podían ser flexibles, debían ser, para Goldemberg, de la más estricta previsibilidad moderna. La movilidad social debía ser planificada y arbitrada por el Estado, como un camino directo y sistematizado, al desarrollo moderno industrial y social de la argentina.  

La originalidad vanguardista de los planteos de Goldemberg, fue sobre la base de una concepción de los sistemas propuestos, como entidades herméticas al Tiempo. Por lo tanto, la idea de una arquitectura que aprende de la ciudad y su adaptabilidad a las transformaciones históricas, no pudo verificarse. El futuro proyectado para los Hiperconjuntos sería desplegado solo en un instante. Una vez alcanzado tal futuro, el flujo del tiempo se detendría. Todo conflicto quedaría en una situación de equilibrio.

Fue Nietzsche quien retomo a Heráclito y la idea del Tiempo como un movimiento continuo accionado por fuerzas opuestas que luchan y reconcilian, transformando al mundo constantemente.

Dijo Nietzsche: “El devenir único y eterno, la radical inconsistencia de todo lo real, como enseñaba Heráclito, es una idea terrible y, perturbadora, emparentada inmediatamente en sus efectos con la sensación que experimentaría un hombre durante el temblor de tierra: la desconfianza en la firmeza del suelo. Es necesaria una fuerza prodigiosa para convertir esta sensación en su opuesta, en el entusiasmo sublime y beatificador. Y, sin embargo, esto consiguió Heráclito por una observación hecha sobre la procedencia efectiva de todo devenir y de todo perecer, que comprendió bajo la forma de polaridad, o sea, como desdoblamiento de una fuerza en dos actividades cualitativamente diferentes, opuestas y  tendientes a su conciliación o reunión.”[15]

Esta idea del devenir como inconsistencia es la que la resultó perturbadora. Tanto a la primera vanguardia del racionalismo, como la nueva vanguardia de los sistemas, intentaron una determinación lógica y programática de la complejidad futura. Dentro de la segunda línea del TEAM 10, fue Hansen, con su “Open Form”, quien planteo una arquitectura adaptable a las transformaciones sociales y materiales de cada contexto, donde incluso las estructuras fuesen mutables, pero fue una excepción.

También Marx entendió al Tiempo Histórico, como resultado de una lucha extendida en el Tiempo, que devendría, en algún momento, revolución y desenlace. Su materialización del Tiempo fue también una humanización del Tiempo. La historia es, según Marx, la sucesión temporal suscitada por la lucha de los hombres, por y para el dominio de los hombres.

Dijo Marx: “…La historia nada hace, ¡”no posee una inmensa riqueza”, “no lucha ninguna lucha”! Es, por el contrario, el hombre, el hombre vivo, real, el que hace todo eso, el que todo lo posee y libra de todas las luchas; no es la ´historia´, por ventura, la que usa al hombre en cuanto medio para alcanzar laboriosamente sus objetivos, los de ella –como si fuera una persona aparte-, sino que ella no es ninguna otra cosa que no sea la actividad del hombre que persigue sus propios objetivos.”[16]

En este sentido, la crisis actual de los Hipeconjuntos, es una demostración material de la condicionalidad recíproca entre objeto y sujeto, inmersos en un contexto histórico, político y social, específicos. Esta relación entre obra y habitante, es deducible del estado de deterioro material y social, simultáneo, en los Hiperconjuntos del PEVE. En definitiva, las condiciones de la infraestructura son las condiciones de la superestructura y viceversa.

La vivienda como tema fundamental de la arquitectura contemporánea fue, finalmente, apresada por esa temporalidad del consumo descripta por Waisman. Temporalidad que no coincidió con los proyectos urbanos del grupo Staff, para quienes la vivienda metropolita debía ser parte de un macro proyecto de desarrollo nacional, con presencia e inversión estatal continúa en la problemática de la vivienda metropolitana masiva. Los habitantes de las urbanizaciones, no accedieron a un mundo del consumo, realmente capitalista, ni tampoco al mundo del Estado de Bienestar desarrollado.

Las vanguardias operan, retomando el sentido de la cita de Ranciere, según estrategias de colocación futura de obras paradigmáticas, reuniendo, nuevos modos de producción del proyecto, con nuevos modos de recepción de las obra derivadas. En tanto proyecto, la vanguardia idea nuevos valores, tanto estéticos como políticos, con el objetivo de transformar “…a la política en programa total de vida.”[17]

El riesgo de trasladar los planteos arquitectónicos vanguardistas, de lo enunciativo a lo concreto y material, en un contexto en constante transformación, era sabido por Goldemberg, para quien no existían modelos de comprobación a priori posibles. Sin embargo, Goldemberg, pensaba que, la experimentación empírica continua y participación de los actores sociales involucrados, podrían conformar, una nueva codificación arquitectónica perfectible, para una nueva sociedad metropolitana nacional.

Dijo Goldemberg: “Precisamente la abundancia de teorías en los ambientes más rarefactos del intelecto, llámese Eco o Alexander y el silencio mortal en los creativos del Tercer Mundo, surge de la carencia de una apoyatura empírica. Solo el consenso de la experiencia –desde nuestro punto de vista el de la experiencia popular- puede dar origen a una lenta operación de codificación que deberá ser medida sociológicamente pero que no será universal, una verdad permanente, sino que estará restringida extensionalmente por el marco histórico-político y sociológico en que se encuentra.[18]

Fueron, Goldemberg y equipo, agentes de la nueva vanguardia en el doble sentido que explica Ranciere, como constructores de las finalidades estéticas futuras y como organizadores de los ámbitos urbanos y arquitectónicos de transformación social. Decidieron, según las contingencias lo permitieron, los tipos de gestión y las programaciones específicas, para la concreción de los proyectos. Pasaron a la acción empírica. Tuvieron el valor de establecerse como vanguardia que construye; quedando a merced, desde entonces, del devenir del futuro indeterminable.

En este sentido, dijo Hans Enzensberguer: “El modelo en que se inspira la idea de vanguardia no sirve. La marcha de las artes por la historia es concebida como un movimiento lineal, definido y abarcable, en el cual uno puede determinar su lugar. Se pasa por alto, en tal idea, que este movimiento va desde lo conocido hacia lo desconocido; y que, por lo tanto, sólo los rezagados pueden decir dónde están, Nadie sabe que es ´delante, y menos que nadie ha llegado a un terreno ignoto. No hay forma de protegerse contra esta incertidumbre. Solo puede meterse con el futuro el que esté pronto a pagar el precio del error. El avant de avantgarde encierra una intrínseca contradicción: sólo puede establecerse a posteriori.”[19]

La temporalidad de la experiencia acumulable, propuesta por Goldemberg, debió haberse dado de urbanización terminada a urbanización a ser proyectada. Tal dinámica no prosperó. No en el sentido de la proyección continua de grandes conjuntos habitacionales de alta densidad. La arquitectura habitacional de alta densidad fue descontinuada.

Los Hiperconjuntos  realizados sufrieron, los efectos del tiempo. La crisis social y material de los mismos llevo a la emergencia infraestructural y estructural de la edilicia. La falta de mantenimiento es crónica, pero más crónica es la idea de los Hiperconjuntos como entidades perdidas en el tiempo pasado, como casos sin solución, salvo con la demolición. La destrucción de los mismos, creo, sería un gran fracaso del corpus disciplinar local, aun mayor que el desenvolvimiento histórico trágico, de estas urbanizaciones.

ALTERNATIVAS

La historia de las vanguardias de la arquitectura moderna, en general, y de los hiperconjuntos en particular, nos dejaron la siguiente lección, los proyectos de arquitectura habitacional de gran magnitud, deben operar con una idea del Tiempo que incorpore la indeterminación del futuro, la obsolescencia de las configuraciones y la transitoriedad de la materia. Dicha indeterminación tiene que ser insumo de proyecto.
La capacidad de transformación y renovación de la ciudad tradicional, su capacidad para incorporar diversos estratos materiales y  Temporales merced al carácter infraestructural de la misma; debería ensayarse en los Hiperconjuntos existentes, a través de proyectos que re-signifiquen los ámbitos públicos y de vivienda de los mismos. Ensayar, como el escribir, con la asociación en el proyecto y en la materialización, entre los arquitectos y los habitantes de los Hiperconjuntos.

Dijo Borges: “Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten.”[20]

En este sentido, es importante el aporte de la Investigación Proyectual realizada por el CENTRO POIESIS, para la transformación y reprogramación del espacio público degradado del Hiperconjunto habitacional de Lugano 1 y2, en la Ciudad de Buenos Aires. La investigación contó con un equipo interdisciplinario y la participación de los habitantes del Hiperconjunto, para la realización de alternativas de proyecto. La investigación permitió visualizar problemas y estrategias de solución puntuales.

Hoy, como antes, el instante decisivo nos indaga acerca del futuro. La vanguardia como estrategia para la innovación, parece haber fracasado; en todo caso es el mercado quien dicta los dispositivos arquitectónicos y urbanos que deben situarse en las metrópolis mundiales. La arquitectura del mercado toma  rasgos de las vanguardias, banalizándolas y vaciándolas de sentido. Son Tiempos de la virtualidad y la desmaterialización.

Una futura vanguardia alternativa, en todo caso, debería insistir con la idea de un Tiempo de la materia y de la vida, como lo pensaron Marx y Nietzsche, y lo continuaron Heidegger y Deleuze. Un Tiempo que reúna pasado, presente y futuro, a través de la arquitectura, para re-establecer lazos sociales entre los sujetos y los objetos.

En este sentido, la Teoría de la Investigación Proyectual de Sarquis, propone una noción del Tiempo, como un factor que afecta a la arquitectura y de alguna manera la moldea. Una noción del Tiempo que entiende al proyecto, como derivado de una concepción Teórica, metodológica y Técnica, para un instante histórico determinado, en un contexto concreto,  pero que deberá ser actualizado, procedimental y operativamente, al instante siguiente. La vanguardia que tome la Investigación Proyectual contará con una: “matriz poiética derivada de una ontología variable y elaborada en base a una epistemología convergente, comprensiva y operativa”[21] y, por lo tanto, con una concepción del Tiempo, como una variable de transformación persistente y  fundamental para el desarrollo de una arquitectura contemporánea y situada.

BIBLIOGRAFÍA:

-          Borges, Jorge Luis. El Aleph. Editorial Alianza. Madrid. 1998.
-          Enzensberger, Hans Magnus. Las aporías de la vanguardia. Revista Sur n° 285. Buenos Aires. 1963
-          Marx, Karl, y Engels, Friedrich. La sagrada familia. Editorial Akal. Madrid. 1981.
-          Nietzsche, Friedrich. Así habló Zarathustra. Editorial Planeta – de Agostini. Barcelona. 1992.
-          Nietzsche, Friedrich. La filosofía en la época clásica de los griegos. Editorial Valdemar. Madrid. 1999.
-          Ranciere, Jacques. El reparto de lo sensible. Editorial Prometeo Libros. Buenos Aires. 2014.
-          Revista Summa n°64/65. Buenos Aires. 1973.
-          Revista Summa n°64/65. Buenos Aires. 1973.
-          Sarquis, Jorge. Itinerarios del Proyecto. Tomo 1 de Ficción Epistemológica. Editorial Nobuko. Buenos Aires. 2003.
-          Smithson, Alison y Peter. Manual del TEAM 10. Editorial Nueva Visión. Buenos aires. 1966.
-          Yourcenar, Marguerite. El tiempo, gran escultor. Editorial Alfaguara. Madrid. 1992.10





[1] Concepto de Jacques Ranciere para determinar al régimen de normativas del Arte Clásico y las artes menores. Dice J. Rancière: “Es en el seno del régimen mimético donde lo antiguo se opone a lo moderno.”
[2] “El régimen estético de las artes es el que identifica propiamente al arte en singular y desvincula este arte de toda regla específica, de toda jerarquía de los temas, los géneros y las artes. Pero lo hace de modo que hace añicos la barrera mimética que distinguía las maneras de hacer del arte respecto de las otras maneras de hacer, y que separaba sus reglas del ámbito de las ocupaciones sociales.” Ranciere, Jacques. El reparto de lo sensible. Editorial Prometeo Libros. Buenos Aires. 2014
[3] Ranciere, Jacques. El reparto de lo sensible. Editorial Prometeo Libros. Buenos Aires. 2014
[4] Refiere a los: Rasgos indicadores de la creatividad en las obras de arquitectura –páginas: 212/214-. Autor: Dr. Arq. Jorge Sarquis. Tomo 1 - Itinerarios del Proyecto. Editorial Nobuko. Buenos Aires. 2003.
[5] Ranciere, Jacques. El reparto de lo sensible. Editorial Prometeo Libros. Buenos Aires. 2014.
[6] Congrès internationaux d'architecture moderne (CIAM)
[7]  CIAM IX. Aix-en-Provence, France. 1953.
[8] Grupo Staff: Bielus, Goldemberg, Waistein-Krasuk, Arqs.
[9] Arq. Jorge Goldemberg. Revista Summa n°64/65. Buenos Aires. 1973.
[9] Arq. Aldo Van Eyck. Manual del TEAM 10. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires. 1966

[11] Arq. Jorge Goldemberg. Revista Summa n°64/65. Buenos Aires. 1973.

[12] Nietzsche, Friedrich. Así habló Zarathustra. Editorial Planea – de Agostini. Barcelona. 1992
[13] Arqs. Alison y Peter Smithson. Manual del TEAM 10. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires. 1966
[14] Arq. Marina Waisman. Revista Summa n°64/65. Buenos Aires. 1973.
[14] Nietzsche, Friedrich. La filosofía en la época clásica de los griegos. Editorial Valdemar. Madrid. 1999.

[16] Marx, Karl, y Engels, Friedrich. La sagrada familia. Editorial Akal. Madrid. 1981.
[17] Ranciere, Jacques. El reparto de lo sensible. Editorial Prometeo Libros. Buenos Aires. 2014.
[18] Arq. Jorge Goldemberg. Revista Summa n°64/65. Buenos Aires. 1973.
[19] Enzensberger, Hans Magnus. Las aporías de la vanguardia. Revista Sur n° 285. Buenos Aires. 1963
[20] Borges, Jorge Luis. El Aleph. Editorial Alianza. Madrid. 1998.
[21] Conceptos del Dr. Arq. Jorge Sarquis