Intro:
La hora aguda de crisis se encuentra por doquier. Se
proponen mil y una soluciones “pequeñas” que no harían otra cosa sino
empeorarlo todo; por otra parte, la realización no se puede emprender porque
costaría una suma fabulosa de dinero. Sin embargo el milagro puede sobrevivir.
El mismo perturbador puede procurar la continuación del fenómeno y la solución:
entonces todo obstáculo se disuelve y se diluye, y, en la flexibiidad aparece
la solución, simple y eficaz. ¿Milagro? ¡Ni tan solo eso! El perturbador, el maquinismo, nos dota con
los elementos constructores o reconstructores. El absceso revienta, el camino
va en línea recta. Es la lección del meandro, victoria sobre si mismo, enseña
reconfortante. Esta es la “ley del meandro [...]Dibujo un río. La finalidad es
precisa: ir de un punto a otro: rio o idea. [...] Los momentos de lo “sencillo”
son el desenlace de las crisis agudas y críticas de la complicación.
En el año 1929 Le Corbusier
poetiza, con su ley del meandro, la
unión entre concepción filosófica, del paisaje y el principio de proyecto para
la Arquitectura del positivismo ilustrado avanzado. Para Le Corbusier, la
filosofía racionalista permite una economía de las distancias entre una
determinada problematicidad y la siguiente o, mejor dicho, entre una el
problema y la solución constatable en un futuro cercano, totalmente
pre-visible. Ese es el camino, el camino que se torna simplificado por la
naturaleza del meandro como metáfora de una lógica que, ante la recarga de
información, deviene simplificación, síntesis contorneada y recta hacia una
idea.
Entre el obstáculo y el
progreso, representado por la el camino univiario de la verdad implícita
en la Técnica Ingenieril, es decir la
técnica como control del territorio en tanto caos a ser dominado. La voluntad
tecnocrática del maquinismo se trasforma en una poética Arquitectónica de la
propiedad sobre el fluido y sus ramificaciones, sus redes, sus inundaciones. La
inundación, entendían los modernos, es un
error que debe ser subsanado para que el progreso de la racionalidad puesta al
servicio para que la economía moderna, acreciente su poder y su huella en el
territorio a ser urbanizado.
La urbe es una organización,
para los modernos, que debe primar e imponerse a la geografía. En este sentido,
Le Corbusier hace de esta mirada, no solo un objetivo sino un grito de guerra.
La naturaleza se transforma, a través del logos técnico y su praxis, en
infraestructura para las lógicas de la extensión y la economía de escala. Esta,
la naturaleza como infraestructura, se encuentra, no solo bajo el nivel
teórico-operable del suelo, sino bajo el poder de la Técnica Moderna, siendo la
Arquitectura el objetivo metafórico modélico de esta visión. La Arquitectura
fue el modelo para la ciudad moderna dado su peso histórico conceptual como
disciplina dadora de sentido, orden y estructura. Ya uno de los padres de la
filosofía metafísico-racionalista, Immanuel Kant, escribía, en su Critica de la Razón Pura, acerca de una Arquitectónica del Conocimiento, es
decir, una estructura sistémica para la determinación de los fenómenos, en
tanto potenciales rangos de conocimiento.
Pero como con toda ideal de perfección
humano, esta ideología del dominio técnico, mediante la transformación de la
naturaleza en infraestructuras, se transforma en pesadilla, en catástrofe
ambiental contemporánea. La visión de un mundo totalmente antropisado deviene
sobre-explotación de la naturaleza con el objeto del consumo , consumo que
deviene, a su vez, residuo y basural, verdadero paisaje metropolitano y extra-metropolitano.
Las cuencas hídricas que atraviesan las metrópolis del mundo desarrollado o
sub-desarrollado, como por ejemplo la Cuenca del Río Matanza Riachuelo de
Buenos Aires, fueron dispuestas, rectificadas, y algunas entubadas, para
brindar, servicio como desagüe de actividades ambientales ilícitas y cloaca.
Los ríos metropolitanos,
eventualmente, rompen sus cadenas, e inundan sus bordes, retornando a sus
morfologías y lógicas geográficas. También, eventualmente, la ingeniería vuelve
a re-situar y dominar dichas cuencas, inversiones exorbitantes mediante, de forma
de mantener una estabilidad relativa en el orden espacial y productivo de la
ciudad. Producción industrial que infecta los fluidos y sus lechos como depositarios
de un contexto de la basura que queremos desandar, con culpa. La civilización
de la modalidad arquitectónica moderna del mundo es un hecho que, en la mente
crítica quiere ser borrada dado el crimen reiterado.
Retornos
¿El olvido es acerca de la Arquitectura? No sabemos, no tenemos
perspectiva histórica aún ¿estamos en el instante previo al apocalipsis, a la
catástrofe ambiental final? ¿Estamos justo en su interior? ¿La estamos
atravesando o quedando atrapados en esta temporalidad? Ya no solo la culpa
intelectual sino la más urgente necesidad de supervivencia de la especie nos
obliga al giro, a una revolución y un intento de retorno al cauce, justo en el
momento propicio del desarrollo de un nuevo modelo productivo que es un nuevo
modelo del mundo, el correspondiente a la Tercera y la Cuarta Revolución
Industrial como desarrollo de la Cibernética a escala mundial.
En este contexto en gestación
surgen, también, nuevos intentos paradigmáticos y una ingeniería critica con
finalidades ambientales de agua limpia y verdes parques con vegetación
autóctona regenerada, capaz de…contener inundaciones con supuesto límites
naturales re-editados. Las inundaciones, que son la manifestación de unas
cuencas que intentan, a su vez, regenerar su poder para equilibrase, contará
con la ayuda de esta nueva ingeniería que proyectará los entornos de las
cuencas como nuevas reservas, evocando los paisajes naturales de antaño.
Nuevos-viejos paisajes re-editados pero ¿libres de Arquitectura?
El nuevo paisaje de la Cuenca Matanza
Riachuelo, por ejemplo, se podría proyectar en base a los flujos de la
información de la era de sociedad cibernética, del Big Data sensible a las
variaciones ambientales, de la potencial representación de dicha información en
tiempo real, representación que nos acercan al comportamiento vivo del ser-río
y todas sus ramificaciones. Podremos indagar directamente a la cuenca ¿Qué
respuestas podemos adivinar?. Quizas que el problema es el modo de producción y
de desecho con el que la envenenamos. Quizas nos pida encarecidamente que la dejemos
sola. Que no la habitemos. Que, en todo caso, guardemos respetuosa distancia. Que
la dejemos extenderse, contraerse y dar vida nuevamente, a otros seres no
humanos.
La cuenca, en la era de la
sociedad cibernética, posiblemente nos recuerde que:
-
“No soy permanente, aunque ustedes así me quieren”
-
“Su civilización y yo somos incompatibles”
Nosotros, los habitantes que en
gran medida somos parte del ser-cuenca, que la respiramos y también la bebemos,
nos encontramos con unas posibles respuestas que nos desesperan. No solo
habitamos una era de la técnica super abarcativa, sino que habitamos el
correlato de un Nuevo Regimen Climático catastrófico, y solo podemos responder
con lo que tenemos de más evolucionado, nuestro ser técnico, cualidad que nos
distingue como especie en este planeta. A un problema de la materia y la
producción, respondemos con la condición material, infraestructural de nuestra
capacidad técnica.
El ser humano
técnico-proyectual, en este contexto, responde al desafío ambiental en el sentido
de un re-embolso, de un reintegro, pero dicho reintegro no deja de ser
infraestructural. El paisaje se reintegra como virtualidad ‘verde’, pero sin
una Arquitectura resignificada realmente, sin un alojamiento y morada
significativa para las poblaciones humanas de gran número que habitan los
entornos como la Cuenca Matanza Riachuelo. En este sentido parece que el
retorno evocativo de un paisaje verde-natural no puede ser tal sin la
incorporación de una nueva Arquitectura. No parece posible, dada la presión
social y poblacional sobre dicho contexto, que el mismo se pretenda como una
reserva natural re-proyectada.
En el mundo como sociedad
cibernética, es decir como una sociedad del control negentrópico de la
información y la energía, nos acercamos a una concepción nueva de la forma y el
espacio, que trasciende la visión unidireccional de la primera modernidad, o de
la modernidad de la primer mitad del siglo XX, para adentrarnos en una
concepción rizomática y, por qué no, meandroza, dado que, desde dichas
analogías metafóricas relativas a redes y espumas de información, la inundación
de la cuenca urbana se nos aparece como una representación, prácticamente
completa.
Estamos más cerca de las
infraestructuras cibernéticas naturales-artificiales, que de la ingeniería
infraestructural de los ríos rectificados y entubados, pero el retorno al
paisaje primigenio que este giro de la civilización parece favorecer es, como
el Eterno Retorno de lo Mismo de Nietzsche, un retorno hibrido, es decir
maldito o mutante, no una mimesis pura sino un recuerdo alucinatorio que nos
indaga, nos pregunta ¿Qué estas olvidando en el recuerdo? ¿Qué olvida tu
retorno?
Lo olvidado es aquello que
queda en el lugar de la oscuridad. Olvidar es una acción que solo puede
atravesarse de manera inconsciente, o por medio de exterioridades humanas o
técnicas coercitivas. El olvido es un sistema que se activa como proscripción,
en la memoria. El olvido, etimológicamente, es el lugar de la oscuridad, el
sitio opuesto a la luz. Para los antiguos griegos dicho sitio, en su concepción
extrema, era el Tartaro, el sitio más lejano y profundo del Hades, el infierno.
El Tartaro, era el más ‘bajo’ de los estratos del ‘infra-mundo’, un mundo
estructurado, una infra-estructura rodeada, a su vez, por varios ríos como por
ejemplo el ‘Flegetonte’, uno de sus cinco ríos, por el cual corría un fluido
inflamable y ardiente, un fuego eterno, cuyo combustible no se consumía.
El inframundo es el sitio de
las estructuras que ocultan, a la vista de los mortales, aquellos seres, pero
también aquellas construcciones y paisajes que nos avergüenzan, es decir, que
nos producen un temor respetuoso, alguien o algo calamitoso a lo que no hemos podido otorgar un sentido
nuevo o diferente. Otorgar un sentido nuevo sería, entonces, recordar algo a
través, también, de los sentidos, recordar es ‘re-cordis’, esto es ‘volver a pasar por el corazón’.
Recordar es un ‘volver en sí`, una
revolución. Otra vez un retorno.
El infierno es lo que está
abajo, lo inferior y lo contrario de ‘mundus’,
el orden. El inframundo es lo ‘in-mundus’,
lo que no tiene orden. Para Marcus Vitruvius Pollio, en ‘De Architectura’, el:
“Mundo es un
sumo concierto, todas las cosas en la naturaleza y también el cielo”
Concierto significa,
congregación concertada de cosas, por lo que el Mundo es una congregación
concertada u ordenada de cosas ‘en` la naturaleza y no cosas, propiamente, ‘de’
la naturaleza. El mundo son cosas ordenadas, por ejemplo, por seres como Vitruvius,
causa eficiente, agente humano transformador y configurador del hábitat,
organizador del mundo, es el arquitecto, el Dédalus Romano que hace del
inframundo, de la oscuridad, luz para el Mundo, mediante el proyecto. Su poder
atraviesa siglos y dicha luz se transforma, en el Renacimiento, en Ciudad y
Arquitectura nueva. El giro que recuerda es el giro de un retorno que invierte
la infraestructura en una entidad de abajo, hacia arriba, una Arquitectura en
el sentido de una Morada reconstituida como Mundo.
Ahora bien, si recordamos el
primer giro, este es, el del retorno a una naturaleza destruida, luego de la
vergüenza producida por una concepción Arquitectónica totalizadora del mundo,
deudora de la Metafísica Occidental, que llevo al desastre ambiental y social
contemporáneo, ahora proponemos uno nuevo que traiga del olvido el sentido
redentor de la Arquitectura, su capacidad del posibilitar la morada a unas
poblaciones exhaustas. Es decir que proponemos, en definitiva, dos
revoluciones, dos giros, dos retornos simultaneos posibilitados por el contexto
de una técnica constitutiva de una sociedad cibernética en ciernes, sensible a
las transformaciones. Un meandro, posiblemente la Cuenca del Rio Matanza
Riachuelo de Buenos Aires, regenerado en su naturaleza, con sus humedales, sus
inundaciones, su vegetación, y también con su Arquitectura, sus moradas dignas
para las poblaciones.
“Porque es muerte para las almas al convertirse en agua, y muerte para el
agua el convertirse en tierra. Pero el agua procede de la tierra; y del agua,
el alma.” Heráclito
Autor: Mg.Arq.Leandro Tomás Costa