jueves, 24 de septiembre de 2020

MEANDRO LEX

 


Intro:

 

La hora aguda de crisis se encuentra por doquier. Se proponen mil y una soluciones “pequeñas” que no harían otra cosa sino empeorarlo todo; por otra parte, la realización no se puede emprender porque costaría una suma fabulosa de dinero. Sin embargo el milagro puede sobrevivir. El mismo perturbador puede procurar la continuación del fenómeno y la solución: entonces todo obstáculo se disuelve y se diluye, y, en la flexibiidad aparece la solución, simple y eficaz. ¿Milagro? ¡Ni tan solo eso!  El perturbador, el maquinismo, nos dota con los elementos constructores o reconstructores. El absceso revienta, el camino va en línea recta. Es la lección del meandro, victoria sobre si mismo, enseña reconfortante. Esta es la “ley del meandro [...]Dibujo un río. La finalidad es precisa: ir de un punto a otro: rio o idea. [...] Los momentos de lo “sencillo” son el desenlace de las crisis agudas y críticas de la complicación.

 

En el año 1929 Le Corbusier poetiza, con su ley del meandro, la unión entre concepción filosófica, del paisaje y el principio de proyecto para la Arquitectura del positivismo ilustrado avanzado. Para Le Corbusier, la filosofía racionalista permite una economía de las distancias entre una determinada problematicidad y la siguiente o, mejor dicho, entre una el problema y la solución constatable en un futuro cercano, totalmente pre-visible. Ese es el camino, el camino que se torna simplificado por la naturaleza del meandro como metáfora de una lógica que, ante la recarga de información, deviene simplificación, síntesis contorneada y recta hacia una idea.

Entre el obstáculo y el progreso, representado por la el camino univiario de la verdad implícita en  la Técnica Ingenieril, es decir la técnica como control del territorio en tanto caos a ser dominado. La voluntad tecnocrática del maquinismo se trasforma en una poética Arquitectónica de la propiedad sobre el fluido y sus ramificaciones, sus redes, sus inundaciones. La inundación, entendían los modernos,  es un error que debe ser subsanado para que el progreso de la racionalidad puesta al servicio para que la economía moderna, acreciente su poder y su huella en el territorio a ser urbanizado.

La urbe es una organización, para los modernos, que debe primar e imponerse a la geografía. En este sentido, Le Corbusier hace de esta mirada, no solo un objetivo sino un grito de guerra. La naturaleza se transforma, a través del logos técnico y su praxis, en infraestructura para las lógicas de la extensión y la economía de escala. Esta, la naturaleza como infraestructura, se encuentra, no solo bajo el nivel teórico-operable del suelo, sino bajo el poder de la Técnica Moderna, siendo la Arquitectura el objetivo metafórico modélico de esta visión. La Arquitectura fue el modelo para la ciudad moderna dado su peso histórico conceptual como disciplina dadora de sentido, orden y estructura. Ya uno de los padres de la filosofía metafísico-racionalista, Immanuel Kant, escribía, en su Critica de la Razón Pura, acerca de una Arquitectónica del Conocimiento, es decir, una estructura sistémica para la determinación de los fenómenos, en tanto potenciales rangos de conocimiento.

Pero como con toda ideal de perfección humano, esta ideología del dominio técnico, mediante la transformación de la naturaleza en infraestructuras, se transforma en pesadilla, en catástrofe ambiental contemporánea. La visión de un mundo totalmente antropisado deviene sobre-explotación de la naturaleza con el objeto del consumo , consumo que deviene, a su vez, residuo y basural, verdadero paisaje metropolitano y extra-metropolitano. Las cuencas hídricas que atraviesan las metrópolis del mundo desarrollado o sub-desarrollado, como por ejemplo la Cuenca del Río Matanza Riachuelo de Buenos Aires, fueron dispuestas, rectificadas, y algunas entubadas, para brindar, servicio como desagüe de actividades ambientales ilícitas y cloaca.

Los ríos metropolitanos, eventualmente, rompen sus cadenas, e inundan sus bordes, retornando a sus morfologías y lógicas geográficas. También, eventualmente, la ingeniería vuelve a re-situar y dominar dichas cuencas, inversiones exorbitantes mediante, de forma de mantener una estabilidad relativa en el orden espacial y productivo de la ciudad. Producción industrial que infecta los fluidos y sus lechos como depositarios de un contexto de la basura que queremos desandar, con culpa. La civilización de la modalidad arquitectónica moderna del mundo es un hecho que, en la mente crítica quiere ser borrada dado el crimen reiterado.

Retornos

¿El olvido es acerca  de la Arquitectura? No sabemos, no tenemos perspectiva histórica aún ¿estamos en el instante previo al apocalipsis, a la catástrofe ambiental final? ¿Estamos justo en su interior? ¿La estamos atravesando o quedando atrapados en esta temporalidad? Ya no solo la culpa intelectual sino la más urgente necesidad de supervivencia de la especie nos obliga al giro, a una revolución y un intento de retorno al cauce, justo en el momento propicio del desarrollo de un nuevo modelo productivo que es un nuevo modelo del mundo, el correspondiente a la Tercera y la Cuarta Revolución Industrial como desarrollo de la Cibernética a escala mundial.

En este contexto en gestación surgen, también, nuevos intentos paradigmáticos y una ingeniería critica con finalidades ambientales de agua limpia y verdes parques con vegetación autóctona regenerada, capaz de…contener inundaciones con supuesto límites naturales re-editados. Las inundaciones, que son la manifestación de unas cuencas que intentan, a su vez, regenerar su poder para equilibrase, contará con la ayuda de esta nueva ingeniería que proyectará los entornos de las cuencas como nuevas reservas, evocando los paisajes naturales de antaño. Nuevos-viejos paisajes re-editados pero ¿libres de Arquitectura?

El nuevo paisaje de la Cuenca Matanza Riachuelo, por ejemplo, se podría proyectar en base a los flujos de la información de la era de sociedad cibernética, del Big Data sensible a las variaciones ambientales, de la potencial representación de dicha información en tiempo real, representación que nos acercan al comportamiento vivo del ser-río y todas sus ramificaciones. Podremos indagar directamente a la cuenca ¿Qué respuestas podemos adivinar?. Quizas que el problema es el modo de producción y de desecho con el que la envenenamos. Quizas nos pida encarecidamente que la dejemos sola. Que no la habitemos. Que, en todo caso, guardemos respetuosa distancia. Que la dejemos extenderse, contraerse y dar vida nuevamente, a otros seres no humanos.

La cuenca, en la era de la sociedad cibernética, posiblemente nos recuerde que:

-          “No soy permanente, aunque ustedes así me quieren”

-          “Su civilización y yo somos incompatibles”

Nosotros, los habitantes que en gran medida somos parte del ser-cuenca, que la respiramos y también la bebemos, nos encontramos con unas posibles respuestas que nos desesperan. No solo habitamos una era de la técnica super abarcativa, sino que habitamos el correlato de un Nuevo Regimen Climático catastrófico, y solo podemos responder con lo que tenemos de más evolucionado, nuestro ser técnico, cualidad que nos distingue como especie en este planeta. A un problema de la materia y la producción, respondemos con la condición material, infraestructural de nuestra capacidad técnica.

El ser humano técnico-proyectual, en este contexto, responde al desafío ambiental en el sentido de un re-embolso, de un reintegro, pero dicho reintegro no deja de ser infraestructural. El paisaje se reintegra como virtualidad ‘verde’, pero sin una Arquitectura resignificada realmente, sin un alojamiento y morada significativa para las poblaciones humanas de gran número que habitan los entornos como la Cuenca Matanza Riachuelo. En este sentido parece que el retorno evocativo de un paisaje verde-natural no puede ser tal sin la incorporación de una nueva Arquitectura. No parece posible, dada la presión social y poblacional sobre dicho contexto, que el mismo se pretenda como una reserva natural re-proyectada.

En el mundo como sociedad cibernética, es decir como una sociedad del control negentrópico de la información y la energía, nos acercamos a una concepción nueva de la forma y el espacio, que trasciende la visión unidireccional de la primera modernidad, o de la modernidad de la primer mitad del siglo XX, para adentrarnos en una concepción rizomática y, por qué no, meandroza, dado que, desde dichas analogías metafóricas relativas a redes y espumas de información, la inundación de la cuenca urbana se nos aparece como una representación, prácticamente completa.

Estamos más cerca de las infraestructuras cibernéticas naturales-artificiales, que de la ingeniería infraestructural de los ríos rectificados y entubados, pero el retorno al paisaje primigenio que este giro de la civilización parece favorecer es, como el Eterno Retorno de lo Mismo de Nietzsche, un retorno hibrido, es decir maldito o mutante, no una mimesis pura sino un recuerdo alucinatorio que nos indaga, nos pregunta ¿Qué estas olvidando en el recuerdo? ¿Qué olvida tu retorno?

Lo olvidado es aquello que queda en el lugar de la oscuridad. Olvidar es una acción que solo puede atravesarse de manera inconsciente, o por medio de exterioridades humanas o técnicas coercitivas. El olvido es un sistema que se activa como proscripción, en la memoria. El olvido, etimológicamente, es el lugar de la oscuridad, el sitio opuesto a la luz. Para los antiguos griegos dicho sitio, en su concepción extrema, era el Tartaro, el sitio más lejano y profundo del Hades, el infierno. El Tartaro, era el más ‘bajo’ de los estratos del ‘infra-mundo’, un mundo estructurado, una infra-estructura rodeada, a su vez, por varios ríos como por ejemplo el ‘Flegetonte’, uno de sus cinco ríos, por el cual corría un fluido inflamable y ardiente, un fuego eterno, cuyo combustible no se consumía.

El inframundo es el sitio de las estructuras que ocultan, a la vista de los mortales, aquellos seres, pero también aquellas construcciones y paisajes que nos avergüenzan, es decir, que nos producen un temor respetuoso, alguien o algo calamitoso  a lo que no hemos podido otorgar un sentido nuevo o diferente. Otorgar un sentido nuevo sería, entonces, recordar algo a través, también, de los sentidos, recordar es ‘re-cordis’, esto es  ‘volver a pasar por el corazón’. Recordar es un ‘volver en sí`, una revolución. Otra vez un retorno.

El infierno es lo que está abajo, lo inferior y lo contrario de ‘mundus’, el orden. El inframundo es lo ‘in-mundus’, lo que no tiene orden. Para Marcus Vitruvius Pollio, en ‘De Architectura’, el:

“Mundo es un sumo concierto, todas las cosas en la naturaleza y también el cielo”

Concierto significa, congregación concertada de cosas, por lo que el Mundo es una congregación concertada u ordenada de cosas ‘en` la naturaleza y no cosas, propiamente, ‘de’ la naturaleza. El mundo son cosas ordenadas, por ejemplo, por seres como Vitruvius, causa eficiente, agente humano transformador y configurador del hábitat, organizador del mundo, es el arquitecto, el Dédalus Romano que hace del inframundo, de la oscuridad, luz para el Mundo, mediante el proyecto. Su poder atraviesa siglos y dicha luz se transforma, en el Renacimiento, en Ciudad y Arquitectura nueva. El giro que recuerda es el giro de un retorno que invierte la infraestructura en una entidad de abajo, hacia arriba, una Arquitectura en el sentido de una Morada reconstituida como Mundo.

Ahora bien, si recordamos el primer giro, este es, el del retorno a una naturaleza destruida, luego de la vergüenza producida por una concepción Arquitectónica totalizadora del mundo, deudora de la Metafísica Occidental, que llevo al desastre ambiental y social contemporáneo, ahora proponemos uno nuevo que traiga del olvido el sentido redentor de la Arquitectura, su capacidad del posibilitar la morada a unas poblaciones exhaustas. Es decir que proponemos, en definitiva, dos revoluciones, dos giros, dos retornos simultaneos posibilitados por el contexto de una técnica constitutiva de una sociedad cibernética en ciernes, sensible a las transformaciones. Un meandro, posiblemente la Cuenca del Rio Matanza Riachuelo de Buenos Aires, regenerado en su naturaleza, con sus humedales, sus inundaciones, su vegetación, y también con su Arquitectura, sus moradas dignas para las poblaciones.

“Porque es muerte para las almas al convertirse en agua, y muerte para el agua el convertirse en tierra. Pero el agua procede de la tierra; y del agua, el alma.” Heráclito

                                                                     Autor: Mg.Arq.Leandro Tomás Costa