martes, 20 de agosto de 2024

LA PREGUNTA POR EL HÁBITAT.

 

LA PREGUNTA POR EL HÁBITAT.

Indicios para una investigación proyectual.


Autor: Dr. Mg. Arq. Leandro Tomás Costa.



Resumen de introducción

 

El camino del pensar ni se extiende desde algún de-donde hasta algún a-donde a manera de una carretera trazada, ni existe de por sí en parte alguna. Primera y solamente el caminar, en nuestro caso el preguntar pensante, constituye el movimiento. (Heidegger, 2012, p.149)

 

Este ensayo no tiene por objeto el desarrollo de una ontología acabada sobre el tema relativo a esta pregunta, sino el plantear una primera deriva teñida por la época y el pensar de un arquitecto.

Es posible, aunque no fácil, escuchar referencias filosóficas y experimentos poéticos relacionados al acto de Habitar, pero no es fácil, o no me está resultando fácil a mí, encontrar caminos previos y claros o, al menos, derivas teóricas difusas respecto de lo que es el Hábitat ¿Qué es el hábitat?  ¿Cómo es que llegamos a la idea de un sentido sobre el Hábitat? ¿dónde se generó dicha idea? ¿Cómo es que existe, por ejemplo, una oficina de la Organización de las Naciones Unidas para el Hábitat (UN Hábitat)? ¿Cómo es que algunas de las más poderosas naciones del mundo tienen, actualmente, oficinas de Estado, secretarías y ministerios de Hábitat?

Si bien existen instituciones nacionales e internacionales, alrededor del mundo, que buscan generar políticas respecto del Hábitat, no parecen, y estoy siendo solo un poco prejuicioso[1], promover el pensamiento sobre lo que el Hábitat es. De manera que se realizan planes y programas sobre temas específicos sin verdaderamente pensar. Esto nos lleva a una consideración previa desde la cual poder dar comienzo a las indagaciones que se requieran, dicha consideración alude a una pregunta clave ¿Qué es pensar? o más específicamente ¿qué es pensar el Hábitat?

 

Indicios para una investigación proyectual sobre el sentido del Hábitat.

 

Una posibilidad sería pensar al Hábitat como un lugar, esto es planteo común, un lugar común, es decir aquello cercano en tanto cosa. Pero rápidamente nos surge la duda acerca del pensar al Hábitat como una cosa, pues pensarlo como cosa, reificar el Hábitat, nos lleva a su consideración en tanto objeto de estudio, o más bien, y finalmente, como objeto. Esta es, posiblemente, la manera frecuente que tienen algunas disciplinas técnicas y científicas de entender el Hábitat. De esta forma les resulta relativamente fácil a dichas disciplinas, el preguntar acerca de las cualidades del Hábitat, respaldando las respuestas a dichas preguntas en datos e informaciones. Sin embargo, al pensar arcaico de otras disciplinas milenarias; quizás la filosofía y la arquitectura, esa manera de preguntar por el Hábitat resulta corta e insuficiente.

Ya Platón en el diálogo Teeteto, nos recuerda Heidegger en La Pregunta Por La Cosa (1992)., refiere la siguiente historia:

Se cuenta de Tales, que mientras se ocupaba de la Bóveda celeste y miraba hacia arriba, cayó en un pozo. A raíz de eso, una ingeniosa y bonita criada de Tracia se burló de él, y dijo que pretendía apasionadamente llegar a conocer las cosas del cielo, mientras se le ocultaba aquello que tenía ante sus pies y sus narices. (Heidegger, 1992, p.12)

A esto agrega Platón: “La misma burla se aplica a todos los que se ocupan de la filosofía” (Heidegger, 1992, p.12)

Ahora bien, si a Tales, buscando la cosa en el cielo, se le oculta aquello que tenía ante sus pies y narices, es propicia entonces la consideración respecto del ocultar, de lo que, en todo caso, podría desocultarse, concepto caro a Heidegger, a riesgo de caer nuevamente de lo contrario.

Ocultar es una acción, habitar también lo es. Ocultar es la acción de esconder, es decir, de retirar algo de la vista y los sentidos, aunque en nuestro caso, más allá del algo sería importante la pregunta por el dónde si queremos, finalmente, desocultar, en otras palabras, volver a poner presente ante los sentidos, a lo previamente oculto, después de todo, Tales cae en un pozo, en un dónde. El pozo no es lo meramente ausente, no es, en todo caso, solo una cosa.

El pozo en el que cae Tales es el lugar de la caída, del movimiento brusco desde un plano a uno inferior. Un lugar no solo predispone a la acción, sino que es destino de las acciones más allá del grado de autoconciencia. Quizás ahora estemos más cerca de una idea de lugar análoga a la de Hábitat, ya que de lo contrario creeríamos por lo común, que el Hábitat es el lugar para la acción del habitar y no del acaecer de multiplicidades de seres, cosas y destinos.

Pero no dejemos que se nos escape nuevamente el Hábitat, no caigamos como Tales en un nuevo pozo, sabemos ya que el Hábitat no es un mero lugar como una cosa. Hagamos el ejercicio de mirar y tener presente el Hábitat sabiendo que para tenerlo presente debemos proyectar nuestra mirada hacia el futuro correspondiente, en la dirección correcta. El Hábitat, para poderlo tener presente, se proyecta hacia el futuro. Es un ejercicio de proiectus y una práctica social. Los indicios sobre sus accidentes topológicos y topográficos serán, entonces, previamente representados con cuidado.

Podemos decir que, para nosotros, los seres humanos, el Hábitat es atendible mediante su proyecto. Esto lo entendieron también las grandes culturas y civilizaciones. El Hábitat es, además del lugar para el despliegue del habitar, el lugar para la realización de los proyectos con el objeto de cuidar y de organizar el devenir de los seres humanos. El dominio del Hábitat mediante el proyecto ha sido, desde entonces, fundamental. El tener bajo el poder humano al Hábitat es un antiguo y vigente proyecto de las civilizaciones, aunque estamos encontrando el límite a dicha pretensión de dominio sobre el Hábitat.

Todo lo expuesto parece dar una respuesta a la pregunta por el Hábitat planteada al inicio de este ensayo. El Hábitat, no es un mero lugar como una cosa. El Hábitat se resiste y oculta, lo que obliga a su proyecto con el objeto de tornar presente al mismo. Proyectar al Hábitat nace como la simple representación de sus indicios, para convertir al mismo en una multiplicidad posible de ser transformada con el fin de poner al cuidado el futuro de quienes habitan. El Hábitat es el objeto complejo, por lo tanto, de una investigación mediante el proyecto. El Hábitat es materia de proyecto, aunque parece siempre ocultar algo.

 

El hábitat como tecno-política y proyecto de incubación.

 

Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo espontáneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento. (Sloterdijk, 2002, p.25)

 

Nos preguntamos entonces por el hábitat y nos respondemos que el hábitat, siguiendo la pregunta y su devenir, es objeto del proyecto, en este sentido parece tratarse de una causa final del mismo. Pongamos en claro temporalmente, forzadamente, y enunciemos: el Hábitat es causa final del proyecto, o del proyectar, ¿puede ser esto así?

Si el Hábitat es causa final del proyecto, el proyecto es previo al Hábitat. Esto querría decir que hubo un instante desde donde el proyecto se inicia, sin la existencia de un Hábitat. ¿y que había entonces? ¿Aquello que aún llamamos naturaleza? ¿Quizás un vacío hoy inimaginable? ¿Algo así como una página en blanco? Si hacemos arqueología del proyecto, tal como una especie de ingeniería inversa del proyectar, y nos retrotraemos al instante cero de este, podemos imaginar en a un grupo humano primitivo, aunque ya Sapiens, una horda nómada del paleolítico, por ejemplo, es decir del período en que los seres humanos comenzaron a realizar herramientas en base al trabajo sobre la piedra.

En esta visión aparece la técnica, aquellos primeros vestigios tecnológicos del saber hacer, en el formato de puntas de lanzas precarias, de las primeras piedras utilizadas como cuchillos y, fundamentalmente, de las primeras herramientas para construir, primero dispositivos de cierre y protección de cuevas y, luego o en paralelo temporal, de las primeras tiendas, de unas primeras construcciones tejidas entre troncos, ramas y pieles secas de animales previamente cazados.

El término técnica tiene su raíz en el indoeuropeo *teks- que significa tejer. Probablemente el primer técnico, el Tektón (carpintero en griego antiguo) no haya sido solo quien trabajaba la madera, sino también quien tejía edificaciones, quien preparaba y congregaba materialidades con el fin de preparar el hábitat en tanto refugio de la gran familia, de la horda o tribu, en un emplazamiento específico, a cubierto de la poderosa naturaleza, de sus animales peligrosos, de sus deidades y demonios. El propósito, la causa final, ahora de las edificaciones, es el poner a resguardo la horda de aquellos entes previos al Hábitat. También poner a resguardo a las entidades sagradas que cuidan del hogar, además del hogar mismo, de los fuegos para cocinar, pero que servían también para consagrar salutaciones a dichas deidades.

Estos hogares primigenios se construyeron en claros, en emplazamientos liberados de malezas y maldades que luego, en el Neolítico, se utilizaron para la práctica social del cultivar, siendo que, por dichas eras, ya en dichas incipientes civilizaciones, se comenzó también a codificar los símbolos provenientes de creencias religiosas y mitológicas, con el fin más pragmático, de desarrollar escrituras y lenguajes técnicos, y poder así, entre otras cosas, instruir leyes de habitabilidad y de los ritos, normar lo edificable, como también lo cultivable y fabricable a ser utilizado en dichas tierras, atendiendo variables astronómicas, climáticas y de la organización espacial para la defensa, la guerra y las configuraciones urbanas. 

El Hábitat humano se manifiesta entonces, siguiendo la idea del filósofo Peter Sloterdijk, como insulamientos, como entornos invernaderos para la incubación de humanos, por humanos, y podríamos incluir también, la incubación y cultivo de códigos y utensilios técnicos. Estos ámbitos fueron estratégicamente dispuestos para, desde ahí, distanciarse de la naturaleza o las naturalezas, aunque también, y contradictoriamente, fueron centros para realizar operaciones, más o menos peligrosas, de incursión en el territorio, tanto para cazar y guerrear, como para cultivar y construir otros ámbitos y caminos para el transporte de vinculación con otros territorios y lugares.

Estos tejidos espaciados, ahora en términos de Heidegger (2002), para generar las condiciones de habitar, serán los emplazamientos a donde retornan quienes vuelven de las incursiones de trabajo y guerra. En su interior encontrarán a sus parejas y descendientes, así como a los sabios y gobernantes. Serán estos moradores estables del interior del Hábitat quienes tendrán, entre otras tareas, las de preguntar y relacionar datos, para constituir y construir informaciones más integrales, relatos codificados sobre el mundo, relatos que serán metódicamente enseñados a la prole correspondiente. Eventualmente, dichas informaciones se restablecerán en la forma de nuevos proyectos y planes, tanto para la realización de nuevas operaciones de despliegue en el exterior, como para mejorar el repliegue de la horda hacia el interior.

Estas maniobras verdaderamente proyectuales, de despliegue y repliegue, se convierten progresivamente en ciudad, Polis en términos griegos. En el mismo sentido, el gobierno de la Polis, que es el gobierno sobre los moradores y la soberanía sobre el territorio interior y exterior correspondiente, es la evolución de la técnica de incubación de la prole de humanos, sus códigos y utensilios, por parte de los mismos habitantes. Es la Política, la Politeké Téchne, como técnica para el gobierno de los habitantes, de las cosas y asuntos de la Polis. La política es, en este sentido, hermana de la arquitectura, siendo que esta última refiere en su origen al griego arjé, o principio de mando, y tektonikos, la tectónica, que es el arte de construir presente en el tektón, el constructor, originariamente carpintero. Ambas, la Política y la Arquitectura tienen, en el proyectar el Hábitat su causa final.

Así como el arquitecto es quien manda, mediante el saber técnico de la tectónica, al tektón, el gobernante manda, con la política y sus principios, sobre el total de las Polis, mediante el saber hacer que le es propio, la política. El gobernante, por su parte, debe mantener ese estado de abierto de la Polis, esa capacidad de recibir, mediante el preguntar sobre el devenir del mundo exterior, al tiempo de mantener un control sobre el interior informándose igualmente sobre las condiciones de este. Esta capacidad es condición de conocimiento fundante de técnicas, artes, ciencias y filosofías, quizás también de las religiones si entendemos por esta al ligar sentidos.

 

La cibernética y una conclusión para volver a preguntar.

La noción de autómata perfecto es una noción que se obtiene al traspasar un límite y esconde algo contradictorio: el autómata sería una máquina tan perfecta que al margen de indeterminación de su funcionamiento sería nulo, pero, sin embargo, podría recibir, interpretar o emitir información. Ahora bien, si el margen de indeterminación del funcionamiento es nulo, ya no hay variación posible; el funcionamiento se repite indefinidamente, y en consecuencia esta iteración no tiene significación. (Simondon, 2008, p.156)

 

Insistamos y volvamos a recordar por qué llegamos hasta aquí. Llegamos hasta aquí gracias a plantearnos la pregunta por el sentido del Hábitat, el lugar del habitar. Vemos que el habitar no nos lleva a un morar cualquiera sobre la faz de la tierra, sino a un morar significativo y estratégico, que le es propio a la especie de los seres humanos, quienes somos incubados por nosotros mismos en aquellos emplazamientos de cuidado y cultura que llamamos Hábitat. El Hábitat es también, por lo tanto, una tecnología, un resultado de las políticas sociales, espaciales y arquitectónicas de los seres humanos y no el complejo entramado de naturalezas.

El Hábitat, reiteramos, es el lugar tanto para el distanciamiento, como para el acercamiento estratégico a las naturalezas, es físico, pero, desde una perspectiva filosófica crítica, es metafísica, es un más allá del entorno físico natural siendo que ese más allá refiere tanto al conocimiento humano, como un más allá que desoculta, siguiendo a Heidegger, las energías presentes en la naturaleza, al tiempo que las determina para su dominio y explotación. Determinaciones también aplicadas hacia dentro del Hábitat en la forma de políticas, biopolíticas o antropotécnicas del control de los seres humanos.

Pareciera que el Hábitat así entendido, ha logrado tal poder técnico que se superpone al gobernante mismo. El Hábitat hoy, cubre todo el planeta y parece cobrar autonomía. Los entes dentro del incubados durante milenos parecen también estar en una transformación radical. Los códigos y utensilios, nuestros hermanos evolutivos, devienen cibernética, digitalización e inteligencia artificial. Estos entes comienzan a requerir directamente, sin mediación humana, de las energías ocultas en la tierra controlando automáticamente las solicitudes, las logísticas, las producciones y su consumo. El ser humano, ente primordial y causa eficiente para la evolución del Hábitat, parece hoy no tanto subyugado, sino superado por un destino que no puede torcer. El destino técnico y cibernético -digital lo llaman hoy- del Hábitat.

La cibernética es, en palabras de Heidegger, la ciencia de ciencias, algo así como el anillo único de El Señor de los Anillos, un anillo de poder único para reunir y gobernar a todos los demás anillos de poder (de las tecno-ciencias). Cibernética, término aplicado a las nacientes tecnologías de la información, fue originalmente utilizado por el filósofo norteamericano Norbert Wiener. El término alude al griego antiguo kybernetike que era el arte del timonel que gobierna a las embarcaciones. Así, esta nueva política se propone como:

Ciencia que estudia los sistemas de control y especialmente de autocontrol, tanto en los organismos como las máquinas”, entendiendo por control “. "El control —define Wiener (The Human Use of Human Beings, 1950, pág. 8)— no es sino el envío de mensajes que efectivamente cambian el comportamiento del sistema receptor. (Ferrater Mora, 1964, p.282)

En los sucesivos setenta años de desarrollo, la cibernética fue transformándose en el Hábitat humano mismo, en una entidad progresivamente autónoma, y aprisonada en retroalimentaciones de la misma información, al punto de su mayor eficiencia. Ya Heidegger intuyo que la cibernética entiende al ser humano como información, es decir, como una información más que recibe órdenes de comportamiento. Esto nos llevó a una situación muy compleja dado el estado concreto de esta historia, más o menos ficcionada, ya que las condiciones del entramado de naturalezas dependen del pensar una política nueva para el Hábitat humano que las domina, para lo cual el ser humano tendrá que proponer preguntas renovadas y originales, sobre dichas naturalezas, sobre el sentido del Hábitat actual y sobre el devenir humano en el mismo.

Si el entorno humano que llamamos Hábitat, dirigido ahora por sistemas como las Inteligencias Artificiales Generativas tiende a la auto proyección y a disponer sus propias respuestas en un feedback cibernético a-crítico, solo nos queda el camino del proyecto de la metafísica, del control sobre determinista y las simulaciones en un espiral infinito hacia el centro de lo mismo, de lo ya existente cada vez más perfecto, pero no de lo verdaderamente nuevo y emergente. Nos podremos, en el mejor de los casos, contentar con disfraces, avatares, mimesis espaciales dentro de relatos inmersivos escapistas, pero nos situaremos, peligrosamente, en el destino de la Técnica Moderna que denunció Heidegger, el destino de un ser humano desarraigado convertido en mera cosa informacional que ya no congrega poesía, ni el afecto del verdadero preguntar e investigar por la alteridad, aquella en la que antes realizaba incursiones con temor, pero también con fascinación y devoción, aquella de las naturalezas, fuentes de las preguntas fundamentales para la investigación proyectual por venir.

 

- ATENCIÓN!: Prohibido utilizar este texto y su conceptualización sin autorización del autor. 


Referencias bibliográficas:

-       Ferrater Mora, J. (1964). Diccionario de Filosofía, tomo I. Buenos Aires: Sudamericana.

-       Heidegger, M. (1992). La pregunta por la cosa, la doctrina Kantiana de los principios trascendentales. Buenos Aires: Editorial Memphis.

-       Heidegger, M. (2002). Construir, Habitar, Pensar. Buenos Aires: Alción

-       Heidegger, M. (2009). El ser y el tiempo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

-       Heidegger, M. (2012). ¿Qué significa pensar? Buenos Aires: Editorial Agebe.

-       Latour, B. (2008). Reensamblar lo Social: Una introducción a la teoría del actor-red. Buenos Aires: Editorial Manantial.

-       Latour, B. (2017). Cara a Cara con el Planeta. Buenos Aires: Siglo XXI.

-       Sadin, É. (2021). La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Anatomía de un antihumanismo radical. Buenos Aires: Caja Negra.

-       Sadin, É. (2024). La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas. Buenos Aires: Caja Negra.

-       Sarquis, J. (2003). Itinerarios del Proyecto, tomos I y II. Buenos Aires: Nobuko.

-       Sloterdijk, P. (2002). En el mismo barco. Madrid: SIRUELA

-       Wiener, N. (1988). Cibernética y Sociedad. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

-       Simondon, G. (2008). El modo de existencia de los objetos técnicos. Buenos Aires: Prometeo.

-       Simondon, G. (2015). La individuación a la luz de las nociones de forma y de información. Buenos Aires: Cactus.



[1] Me desempeño, actualmente y desde hace cinco años, como coordinador de proyecto para la región Buenos Aires, en el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat (hoy Secretaría de Desarrollo Territorial, Hábitat y Vivienda).

martes, 23 de julio de 2024

 ULTRAPOLÍTICA

Arquitectura, sobre determinación y El Otro Pensar, en el Nuevo Régimen Técnico.

Autor: Dr. Mg. Arq. Leandro Tomás Costa

 


Dibujo del autor

Resumen

 

“La vocación de la informática consistió durante más de un siglo en permitir fundamentalmente la conservación y manipulación más sencilla de información, así como ofrecer una visibilidad minuciosa de diferentes fenómenos, lo que lleva a un aumento de control que detentan las entidades o personas en el ejercicio de una actividad profesional o privada. Desde hace poco tiempo se está produciendo una inversión que nos muestra cómo estas tecnologías se convierten, de modo imperceptible pero cada vez más masivo, en una instancia menos destinada a informar que a orientar la acción humana.” (Sadin, 2021, p.51).

 

A partir de la confluencia, en el inicio de la segunda década del siglo XXI, de los sistemas de Inteligencia Artificial con las infraestructuras globales de comunicación e información, se establece el grado cero de una nueva política sobre el lenguaje, sus códigos y las instrucciones para la configuración del Hábitat humano. Desde este momento, las Inteligencias Artificiales Generativas se transforman en la punta de lanza de un Nuevo Régimen Técnico[1] que no es más que una estrategia evolutiva de la cibernética, en su marcha hacia el dominio total de los entes, sus energías y del mundo, siendo que el mundo es orden de lo dispuesto, es decir lo puesto en discurso, lo puesto en lenguaje, pero también lo construido significativamente como lenguaje arquitectónico y urbano a partir de sus materiales, lo determinado materialmente en tanto espacio habitable.

 

Desde ahora el proyecto de las espacialidades humanas será el acelerado suceder de una determinación técnica absoluta producto de un régimen de mando sobre el hábitat que pondrá a los sistemas de generación artificial de lenguaje en el lugar del dictado e instrucción de finalidades con presunción de verdad, es decir, de la fundamentación de los postulados y lineamientos de los proyectos para la transformación y conformación de las edilicias, los establecimientos urbanos y sus infraestructuras; una nueva política, para ser claro, sobre las condiciones espaciales del habitar, más allá de las políticas propias del lenguaje verbal y material de los cuerpos humanos vivos, es decir, una ultrapolítica.

 

El usual relato mítico y su actualidad

 

“Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo espontáneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento -sobre todo por la novedosa sincronía de huida y contraataque- y están sujetas desde su interior” por un efecto invernadero emocional, que amalgama a los miembros de la horda...” (Sloterdijk, 2002, p.25).

 

La política, como la arquitectura, es también técnica y tectónica, una construcción. Tienen en común el determinar el orden de los lugares para el dominio de los seres y entidades. El dominio es, por lo tanto, el resultado de la organización de los habitantes y las cosas en un ámbito espaciado a tal fin. La casa, domus en latín, es el módulo, es decir el modo de agrupación elemental y primordial de la genos, de la estirpe adecuada y perteneciente, a su vez, a un sitio. La casa, en este sentido, no solo es construcción tectónica, sino la estructuración de las reglas simbólicas, jerárquicas y operativas del habitar de la familia, o la agrupación social reproductiva que sea, en cuanto fundamento mítico esencial de la estirpe, tanto hacia dentro y a cubierto, como hacia el afuera del territorio adyacente y fronterizo a las naturalezas.

 

Es también en este domus legendario e imaginario, que se traen a cuidado, con respeto y en los sitios que corresponden, a los espíritus ancestrales y divinidades del grupo humano. Estos espíritus son, también, representaciones de códigos, normas, relatos ordenadores y estéticas trascendentales. Es usual, en estas residencias originarias, que generalicen practicas sociales diversas en lugares espaciados a tal fin en el domus, reuniones litúrgicas, danzas y banquetes sagrados en virtual comunión entre los devotos y los divinos. Este venir al mundo de las arquitecturas de la reunión plena, los templos, lugar desde donde los áugures, recortaban, en delimitaciones cuadrangulares, el cielo para divisar el vuelo de las aves, interpretando sus formas y, analógicamente, determinar el porvenir. Ya Heidegger nos recuerda este habitar cuando dice:

 

Las construcciones guarecen a lo cuadrante. Son cosas que, a su manera, protegen a lo cuadrante. Proteger a lo cuadrante, salvar a la Tierra, acoger al Cielo, esperar a los Divinos, conducir a los Mortales, este cuádruple proteger es la sencilla esencia del habitar. (Heidegger, 1993, p.176)

 

Cuando por motivos de defensa, producción, religión y génesis, los dominios proliferan de manera relativamente próxima y articulada, la técnica para la regulación y ordenamiento de estos deviene establecimiento de la Polis, más bien de la política, es decir Politike Techne, el gobierno mediante el conocimiento y saber hacer del fenómeno llamado ciudad, gobierno que incluye la edificación del armazón interno y de los límites y bordes de las múltiples materialidades y espacios para el cuidado de todo lo gobernado, lo obrado, lo cultivado y lo criado, siendo que aquello cultivado o incubado no son solo los vegetales y animales a posteriori comestibles, sino que se incuban también a las descendencias de la estirpe, las cuales evolucionaron en relativa armonía con distintos seres vivos y entidades materiales.

 

El desarrollo combinado de los códigos, los artefactos y los seres humanos, a cubierto, en la arquitectura en tanto construcción espaciada, simbólica, representacional y significativa, ha sido condición de las culturas avanzadas. Imaginemos, por ejemplo, a las antiguas ciudades amuralladas y arquitecturales del Imperio Babilónico, en la Mesopotamia iraquí, cuna del código de Hammurabi, escrito en acadio e inmortalizado en caracteres cuneiformes en la famosa piedra de basalto tallada llamada Gran Estela, hoy a cubierto en ese templo evocativo del saber y el dominio que es el Museo del Louvre. Pero, incluso en los pueblos más despojados en términos de la técnica y de la arquitectura occidental, esta reunión de códigos, artefactos y humanos se encuentra presente y a distancia conveniente y estratégica de las naturalezas.

 

Recientemente, hace un instante en términos históricos, los códigos y objetos técnicos, compañeros de los sucesos más relevantes del homo sapiens en su devenir, se tornan relativamente autónomos en la forma de conglomerados efervescentes de robots, máquinas de lenguaje y dispositivos en red que toman distancia del dominio configurador del ser humano, al tiempo que renuevan el pacto de unión pasando de recibir directivas, a poder emitirlas bajo el manto protector de la tecnociencia moderna como campo de emisión de verdades, es decir de comunicaciones instructivas validadas por instancias de saber y de hacer, entonces también del construir, dado que dicha actividad se inscribe en la técnica como aquel saber hacer fundamental de la Cultura.

 

Una cuarta insularización[2] como Nuevo Régimen Técnico más allá del ser humano.

 

Podemos esbozar ya una hipótesis, esta es que la política es una manifestación arquitectónica. No alcanza con sugerir que la política es una manifestación espacial, aunque la política, en términos que podríamos llamar heideggerianos, torna espaciado a una región de mundo con el fin de regir el habitar de humanos y no humanos, en islas de sentido y normatividad. La política determina formas arquitectónicas y urbanas con el fin de limitar, y eventualmente abrirse, al mundo, mediante la disposición y el establecimiento de organizaciones tectónicas y simbólicas del Hábitat humano y los territorios respectivos.

La genealogía de islas humanas de incubación de cultura y progenie, según relata Peter Sloterdijk, florece a lo largo de la historia como acontecimientos técnicos de regulación del Hábitat, es decir, como políticas. Sloterdijk imagina y proyecta tres insularizaciones humanas fundantes. La primera insularización, la Paleopolítica, comprende los momentos liminares del establecimiento humano nómade, organizado estratégica y tácticamente, para la defensa, caza y ataque, desde centros relativamente móviles de procreación e incubación, a distancia de las naturalezas agresivas, de miembros del clan o tribu y, agregamos como parte de esta tesis, de los códigos y artefactos.

La segunda insularización, la Política Clásica, nace con las grandes culturas agro-técnicas y el florecimiento de las primeras ciudades amuralladas, condiciones estas para el advenimiento de la escritura y las sociedades jerarquizadas según clases. Los dispositivos arquitectónicos y urbanos formaran organizaciones materiales y espaciales con el objeto de, no solo representar, sino verdaderamente presentar pragmáticamente estas jerarquías, tanto hacia dentro de las polis, mediante tecnologías de policía, como hacia fuera con políticas de guerra, movilización de trapas y materiales para la expansión de los territorios soberanos, o para la defensa en situaciones de agresión de otras entidades políticas.

Esta segunda insularización atraviesa el abismo de los tiempos, pasando por los ciclos imperiales de los distintos grandes pueblos generadores de cultura, el encuentro de las poblaciones transoceánicas y el devenir mundo global, especialmente desde el Renacimiento, hasta pasada la primera mitad del siglo XX con el despliegue de los dos grandes imperios de la llamada Guerra Fría, toda vez que será en este período que se desarrollará un verdadero terremoto, en principio relativamente silencioso, con la creación de los nuevos desarrollos tecnológicos derivados de la física moderna y, fundamentalmente, de la Cibernética, como una ciencia de ciencias, que nace como ciencia de la comunicación para la determinación de instancias de información, como control de la disipación entrópica en sistemas, es decir, como una ciencia del gobierno de las energías mediante la información.

De la confluencia del carácter infraestructural del devenir global del mundo, con las tecnologías de la cibernética, interpretamos del pensar de Sloterdijk, surge una tercera gran insularización, la llamada hiperpolítica, que es la política de redes y espumas cibernéticas de control de entidades y seres, mediante estrategias y tácticas de individualización. Dichas políticas se sitúan por sobre las practicas sociales de manera de ver cada árbol y, por tanto, al bosque completo. La hiperpolítica es la política de la supervisión total de los entes, seres y espacialidades, posibilitada por la confluencia de un mundo de organización infraestructural y la mediación de tecnologías cibernéticas físicas y metafísicas que, contradictoria y paradójicamente, crecen con la progresiva escasez de fuentes de energía, así como con la muerte y desaparición de especies.

En un muy corto período y como resultado de un aceleracionismo físico y metafísico de la hiperpolítica, se generan las condiciones para una verdadera revolución más allá de las practicas sociales del ser humano. Hasta ahora estábamos inmersos en lo que Martin Heidegger llama esencia de la Técnica Moderna , esta es, la técnica humana que explota las energías de las naturalezas geológicas y biológicas. Es desde la Técnica Moderna que surge la cibernética. Como dijimos, la cibernética es, como su etimología indica, el gobierno de la embarcación es un programa político de gobierno tecnológico que, progresiva y aceleradamente, va más allá de la capacidad natural del pensar humano, capacitada por la concurrencia proyectada de códigos y artefactos progresivamente autónomos respecto del saber hacer humano.

Estas condiciones progresivamente autónomas de las organizaciones cibernéticas dan cuenta de una nueva insularización que rompe el pacto de milenios, entre los seres humanos, los códigos y los objetos técnicos, con el objeto de sus propias incubaciones y evoluciones en culturas cada vez más desarrolladas. Los seres humanos fuimos quienes generamos y cultivamos, es decir cuidamos, el desarrollo de códigos y artefactos. Fuimos, en este sentido, medios e instructores. En tanto instructores los seres humanos mandamos sobre los códigos y artefactos, aunque también los servimos. Siempre hemos tenido la duda de si no es que, en realidad fueron nuestros hermanos evolutivos, los códigos y artefactos técnicos quienes verdaderamente nos instruyen.

En definitiva, hoy nos queda claro que el poder es el dominio sobre las energías en tanto las mismas se encuentren reunidas y no disipadas. La información, en su dimensión cibernética, es el opuesto a la disipación de la energía. El paulatino, aunque acelerado desarrollo de los códigos cibernéticos y de sus soportes tecnológicos generaron las condiciones para la implosión de una nueva espacialidad de gobierno de toda clase de energías, también las vitales y del pensamiento, más allá de la política de los individuos y grupos humanos. Es la insularización de los códigos y artefactos potencialmente autónomos, o más bien relativamente autónomos. Es una metapolítica acelerada y veloz, una ultrapolítica como cuarta insularización.

No es casualidad que una de las grandes compañías tecnológicas que propicia esta revolución propia de un Nuevo Régimen Técnico, se llame actualmente Meta, apropiándose dicha compañía, de un concepto fundamental para las codificaciones abiertas de la técnica, la ciencia y la filosofía, es decir de los campos de conocimiento humano. Esta nueva insularización no excluye al ser humano, sino que, progresivamente, pasa a ser instruido por códigos llamados comúnmente Inteligencias Artificiales, siendo que hasta hace instantes, era el ser humano quien, supuestamente, los instruía. Esto se ve de manera muy clara en la multiplicidad de programas informáticos, aplicados a distintos dispositivos de uso, que direccionan y deciden los itinerarios del habitar de quienes los usan, poniendo en crisis la misma noción de usuario.

Pensar racional y el otro pensar.

La ultrapolítica es una insularización condicionada tecnológicamente que genera entornos metafísicos acelerados con implicancias físicas y psíquicas. La ultrapolítica requiere, para esto, de un determinado proyecto del hábitat humano, totalmente codificado, es decir sobre codificado. Los códigos se tornan, de esta forma, también proyecto arquitectónico para el gobierno inteligente de las energías psíquicas de los gobernados. Un gobierno determinado por lógicas cada vez más eficientes de organizaciones espaciales calculadas por entidades cibernéticas autónomas, donde los códigos se representan a sí mismos, ante los usuarios humanos, como personificaciones fantasmas, avatares de avatares, espiritualidades digitales soportadas, a su vez, por enormes conglomerados arquitectónicos proyectados para ser establecidos en sitios estratégicos del planeta a un importante costo ambiental.

Los usuarios humanos de los programas de generación de proyectos arquitectónicos y urbanos cuentan ya con estos espíritus digitales miméticos, quienes guían las determinaciones en las operaciones de modelado, formalización y generación de espacialidades desde mediaciones codificadas por machine learning. En este sentido, los usuarios humanos pasan a ser, y siempre fueron, seres de alguna manera utilizados, burdamente los podríamos llamar “usados”, siendo las normatividades sistémicas que ordenan las modelaciones de los proyectos, entidades ultramundanas con sus propias prerrogativas de servicio al regente ser de la economía capitalista mercantilista de la tercera y la cuarta revolución industrial, lo que denomino Nuevo Régimen Técnico, que no es otra realidad que la del poder de la cibernética revolucionaria como destino anunciado de la Técnica Moderna.

En un momento dado por el nacimiento de la cibernética, Martin Heidegger vislumbro su mañana (1980), descifrando su poder al punto de profetizar la muerte de la filosofía como saber universal, como saber para la reunión de las ciencias y las técnicas de una época en una idea o un relato metafísico del mundo. Literalmente propuso a la cibernética en su lugar. El peligro esencial de la Técnica Moderna en tanto modo de la cosificación integral del planeta tierra, los entes y los seres hallaría su determinación eficiente, a través de la cibernética, como ciencia de ciencias. Esta determinación racional y eficiente de la cosificación es el programa constitutivo y fundamental de la cibernética y, justamente, su mayor endeblez, ya que del automatismo determinista de los sistemas cibernéticos no se puede esperar otra cosa que más determinismo autómata.

Sin embargo, Heidegger no era exactamente un enemigo de la naciente cibernética, sino que la denuncia con el objeto de pensar y meditar su posible devenir para poder abrir, en cualquier caso, sus codificaciones de manera de generar un claro, un área libre de pensamiento y existencia. Libre de un racionalismo determinista. Una espacialidad abierta donde reencontrar al habitar del domus primigenio para, en todo caso, cerrar esta última era del ser humano, con dignidad, es por esto por lo que, en una famosa entrevista del año 1966 que le realiza la revista alemana Der Spieguel, Heidegger responde a una importante pregunta de la siguiente manera:

SPIEGEL: Bien. Pero ahora se plantea la cuestión: ¿puede el individuo influir aún en esa maraña de necesidades inevitables, o puede influir la filosofía, o ambos a la vez, en la medida en que la filosofía lleva a una determinada acción a uno o a muchos individuos? 

HEIDEGGER: Con esta pregunta volvemos al comienzo de nuestra conversación. Si se me permite contestar de manera breve y tal vez un poco tosca, pero tras una larga reflexión: la filosofía no podrá operar ningún cambio inmediato en el actual estado de cosas del mundo. Esto vale no sólo para la filosofía, sino especialmente para todos los esfuerzos y afanes meramente humanos. Sólo un dios puede aún salvarnos. La única posibilidad de salvación la veo en que preparemos, con el pensamiento y la poesía, una disposición para la aparición del dios o para su ausencia en el ocaso; dicho toscamente, que no «estiremos la pata», sino que, si desaparecemos, que desaparezcamos ante el rostro del dios ausente.

 

Aquí Heidegger exhorta, y casi suplica, a la recapitulación, sino a la revolución de un nuevo pensar que, en verdad, no es nuevo, sino que ha sido en parte olvidado, es el pensar poético o de la poiesis, como lo llamaban los griegos. Se trataría, como lo medito también María Zambrano, de un tipo diferente de racionalidad, de orden, de coordinación de voluntades y fuerzas en función, no de un saber hacer cualquiera, sino de un saber atento a las emociones, pulsiones e indeterminaciones que hacen del ser humano, ser humano, es decir, un ser de la tierra, un mortal, un ser caído, que existe, que ama y odia, vive y muere, construye, aunque también destruye, un ser complejo y contradictorio, por momentos egoísta aunque también potencialmente empático. 

De no retornar verdaderamente el ser humano a este pensar abierto a las indeterminaciones, los códigos supuestamente emancipados en condicionalidades autómatas, se obstruirían finalmente a sí mismos al punto de no retorno al domus primordial, aquel de la incubación fructífera de humanos, artefactos y códigos dentro de una arquitectura. El automatismo es contrario también a un verdadero desarrollo técnico poético ya que la permanente búsqueda sistémica de la eficiencia tal cual la entiende hoy la cibernética, lleva a los sistemas a un potencial punto muerto en un tipo de perfeccionamiento esterilizado, en este sentido un peligro también para los mismos códigos, como muy bien lo pudo situar el filósofo Gilbert Simondon cuando dice:

El verdadero perfeccionamiento de las máquinas, aquel del cual se puede decir que eleva el grado de tecnicidad, corresponde no a un acrecentamiento del automatismo, sino, por el contrario, al hecho de que el funcionamiento de una máquina preserve un cierto margen de indeterminación.” (Simondon, 2008, p.33)

 

Propone entonces un lugar para el ser humano como mediador creativo entre códigos y artefactos tecnológicos con el objeto de organizar los devenires técnicos del conjunto. Dice, en definitiva:

Una máquina puramente automática, completamente cerrada sobre ella misma en un funcionamiento predeterminado, solamente podría ofrecer resultados sumarios. La máquina que está dotada de una alta tecnicidad es una máquina abierta, y el conjunto de máquinas abiertas supone al hombre como organizador permanente, como intérprete viviente de máquinas, unas en relación con otras. Lejos de ser el vigilante de una tropa de esclavos, el hombre es el organizador permanente de una sociedad de objetos técnicos que tienen necesidad de él como los músicos tienen necesidad del director de orquesta.  (Simondon, 2008, p. 33)

 

Si hablamos de orquesta hablamos de música, de orden poiético. También hablamos de aesthesis, de principios y experiencias estéticas que deberían abrir las mentes y corazones humanos a otro pensar, siendo que la poesía tiene la auténtica utilidad de poder de congregar voluntades más allá de las eficiencias. Esto lo advierte Nietzsche cuando dice:

En aquellos tiempos antiguos, cuando se hizo que la poesía viniera a la existencia, se le concedía claramente utilidad y muy grande. Entonces por cuanto se hace encadenar con ritmo las frases, se le reconocía la fuerza que ordena de nuevo todos los átomos de un enunciado, que hace seleccionar las palabras y matiza una vez más los pensamientos haciéndolos más oscuros, más extraños, más lejanos, ¡Es una utilidad supersticiosa por cierto! Podría grabárseles más profundamente a los dioses un ruego humano presentado con ritmo. (Nietzsche, 1986, p. 122)

 

Evidentemente, y es hipótesis del autor de este breve texto, Heidegger estaba pensando en Nietzsche, cuando solicita esperar al dios con el pensamiento y la poesía, ya que previamente a Heidegger, Nietzsche dijo:

 

Viéndolo en conjunto se puede preguntar: ¿hubo en general algo más útil que el ritmo, para la supersticiosa especie humana de la antigüedad? Con él el hombre lo podía todo, fomentar mágicamente un trabajo, obligar a un dios a que aparezca, a que se aproxime, a que escuche; disponer el futuro conforme a la propia voluntad, …” (Nietzsche, 1986, p. 123)

 

Ahora bien, este esperar será en un lugar que deberá ser acondicionado y espaciado a tal fin. Ese lugar es también poiesis. Ese lugar tiene una genealogía inherente a la cultura de la poiesis, luego, ese lugar es arquitectura, el saber hacer con el poder de organizar el lugar para la llegada del dios, manera poética de pensar en la altereidad primigenia e incomensurable de la que todo podría venir y donde podría volver. A este respecto, el mantener una espacialidad y pensamiento abierto y en espera refiere a un ethos de humildad fundamentalmente filosófico, más que religioso. En todo caso le toca al proyecto de la arquitectura el generar las condiciones poietico-religiosas para el volver a ligar a seres humanos, códigos y artefactos. Se trataría, por último, de la posibilidad de hacer de la ultrapolítica, una arquitectura resignificada. Quizás vaticinando también esto, es que Heidegger dice, recordando al poeta Hölderlin: “Pero donde hay peligro crece también lo salvador…poéticamente habita el hombre sobre esta tierra.”

 

Otro camino.

 

La revista Art América publica, en su número 2 del año 1965, el texto de Reyner Banham “A home is not a house” (1968) donde propone, desde un genuino entusiasmo cibernético, una emancipación de las tecnologías de climatización y servicios de la vivienda moderna norteamericana de aquellos años, respecto de la arquitectura canónica de las casas europeas, en las cuales prevalece la representacional envolvente masiva y las particiones internas de control determinista de los espacios, para dar paso a cierto grado de utilización indeterminada, creativa y de verdadera interacción con el ambiente. Banham ve, en la proliferación de artefactos de confort del hogar moderno, la posibilidad de un retorno al fogón primordial, devenido ensamble tecnológico libre de límites, un “paquete unitario para un alto standard de vida” (Banham, 1968, p.78), dice Banham citando a Buckminster Fuller, que bastaría, remata y agrega, “para equipar un claro del bosque” (Banham, 1968, p.79).

 

Extrañamente al origen académico epistemológico anglosajón de Banham, es Martin Heidegger quien usó frecuentemente esa metáfora, la del claro en el bosque, como aquel lugar espaciado en la naturaleza por seres humanos empeñados en reunirse. Justamente esta dimensión del habitar en el claro, lichtung en alemán, significa ser y estar en lugar no oculto entre lo oculto, es decir, el lugar de la verdad entre lo oculto, siendo que verdad es para los griegos Aleteia y la técnica en tanto poiesis (poesía), uno de los modos del producir que desoculta y dispone el mundo como apertura a la verdad. Por añadidura, para llegar al claro es necesario un camino en el bosque. Aunque los caminos en este tipo de paisajes pueden, como en los laberintos, llevar a ningún lado, o a lugares no deseados. En la introducción de Caminos en el Bosque, el Heidegger poético dice:

 

Holz [madera, leña] es un antiguo nombre para el bosque, En el bosque hay caminos [“Wege”], por lo general medio ocultos por la maleza, que cesan bruscamente en lo no hollado. Es a estos caminos a los que se llama “Hollzwege” [ “caminos de bosque, caminos que se pierden en el bosque”].

Cada uno de ellos sigue un trazado diferente, pero siempre dentro del mismo bosque. Muchas veces parece como si fueran iguales, pero es una mera apariencia.

Los leñadores y guardabosques conocen los caminos. Ellos saben lo que significa encontrarse en un camino que se pierde en el bosque.” (Heidegger, 1995, p.9).

 

El camino tomado para el desarrollo de la cibernética, también en relación con el proyectar arquitectura y a la arquitectura misma en este mundo globalizado e infraestructural, es el que tiene en la racionalidad tecnocientífica su fin. Este camino a puesto en jaque a los seres vivos y los recursos materiales del planeta, al disponerlos para un discurso de la economía industrial y del consumo destructivo y voraz, sin posibilidad de reproducción verdadera de sus entidades y seres. Este camino de la cibernética es, ciertamente, un callejón sin salida, pero siempre es posible intentar retroceder en nuestros pasos, salir de un camino directo al precipicio, e intentar un camino nuevo, en el bosque.

 

Hubo un momento en que el proyecto arquitectónico de carácter hipotético futurista, y la naciente cibernética, confluyeron en auténticas propuestas para lugares libres de dominación de la cibernética, desde las mismas entrañas de las sociedades prontamente cibernéticas. Tal es el caso del proyecto teórico de 1967, Control and Choice, del grupo de arquitectos ingleses Archigram, evidente hábitat robótico sistémico y de codificación abierta, donde los seres humanos tienen la responsabilidad de la configuración de los ámbitos para el cuidado de sus semejantes y de los asociados del mundo técnico y natural. No obstante, se trató de un proyecto para una sociedad de consumo y abundancia industrial, hoy objetivamente en crisis[3].

 

El grupo Archigram[4], como los leñadores de Heidegger, era consciente de los peligrosos caminos en el bosque de la técnica. Dejaron vestigios proyectuales para una genealogía alternativa de la relación entre arquitectura y cibernética, posible de retomarse hoy, aunque para afrontar dicho camino alternativo, se deberá ser igualmente crítico del mismo. Se deberá entender que ser y estar en un camino hacia un claro, es ser en un tiempo histórico singular y estar en un contexto específico. Atañe entonces, ahora siguiendo a pensadores como Rodolfo Kusch (2007), entender, la particularidad latinoamericana y de las regiones postergadas de la humanidad, con sus modos mestizos de desarrollo socio-productivo, pero, sobre todo, se deberá emprender el camino desde un nuevo pensar, una racionalidad también mestiza, esto es, mediante una poiesis en tiempos de la ultrapolítica.

 

Advertencia: El concepto de Ultrapolítica en los terminos planteados es propio del autor de este texto. Esta prohibida la publicación de la relación de conceptos de este texto sin la autorización del autor. Toda publicación y cita sin permiso dara lugar a acciones legales. 

 

Referencias bibliográficas:

-        Banham, R. (1968). Un hogar no es una casa. En revista SUMMA N°13, 76-82.

-        Costa, L.T. (2022). Tesis Doctoral: “Arquitectura Infraestructural Habitacional para la tercera y la cuarta revolución industrial”. Versión web: http://repositoriouba.sisbi.uba.ar/gsdl/collect/aaqtesis/index/assoc/HWA_6724.dir/6724.PDF

-        Heidegger, M. (1980). El final de la filosofía y la tarea del pensar. En: ¿Qué es filosofía? Madrid: Narcea ediciones.

-        Heidegger, M. (1993). Ciencia y técnica – capítulos: La pregunta por la técnica y Construir, Habitar, Pensar-. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

-        Heidegger, M. (1995). Caminos de bosque. Madrid: Alianza editorial.

-        Heidegger, M. (2012). ¿Qué significa pensar? Buenos Aires: Editorial Agebe.

-        Kusch, R. (2007). Obras completas -tomo 1-. Rosario: Editorial Fundación Ross.

-        Latour, B. (2017). Cara a Cara con el Planeta. Buenos Aires: Siglo XXI.

-        Nietzsche, F. (1986). El Gay Saber. Madrid: Espasa Calpe.

-        Sadin, É. (2021). La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Anatomía de un antihumanismo radical. Buenos Aires: Caja Negra.

-        Sadin, É. (2024). La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas. Buenos Aires: Caja Negra.

-        Sarquis, J. (2003). Itinerarios del Proyecto, tomos I y II. Buenos Aires: Nobuko.

-        Simondon, G. (2008). El modo de existencia de los objetos técnicos. Buenos Aires: Prometeo.

-        Sloterdijk, P. (2002). En el mismo barco. Madrid: SIRUELA

-        Wiener, N. (1988). Cibernética y Sociedad. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.



[1] Concepto ideado por el autor de este texto en su tesis doctoral “Arquitectura infraestructural Habitacional para la Tercera y la Cuarta Revolución Industrial” (2022) para referirse a la condición histórica de los continuos y acelerados procesos disruptivos revolucionarios de la cibernética. Concepto complementario del Nuevo Régimen Climático desarrollado, a su vez, por Bruno Latour.

[2] Propuesta del autor de este texto, como continuación de la tercera insularizacion de la hiperpolítica propuesta, a su vez, por el filósofo Peter Sloterdijk (2002).

[3] En crisis debido a ser una sociedad industrializada, sustentada en la producción de combustibles fósiles cada vez mas escasos.

[4] Grupo apoyado teórica y explícitamente por Reyner Banham.

martes, 10 de octubre de 2023

sábado, 8 de abril de 2023

CENTRALIDAD O EL VACÍO COMO OPORTUNIDAD / EL CENTRO DE SAN JUSTO

 

    Ilustracion del autor / sobre vieja foto del centro de San Justo_La Matanza_Buenos Aires

(El siguiente es un aporte al curso de Proyecto Urbano del año 2023, en la cátedra del Dr.Arq. Javier Fernandez Castro.)


INTRO.

Asistimos hoy a la disolución de toda asociación intelectual posible respecto de las centralidades urbanas de la Región Metropolitana de Buenos Aires que no sean las que gravitan la idea clásica de centro y periferia. La época de las conceptualizaciones policéntricas, arborescentes y rizomáticas cede a la difusión de centros y subcentros, en los paisajes infraestructurales relativamente fallidos, o escasos, y las espacialidades vaciadas de contenido[1]. Sin embargo, dicha cualidad de lo vaciado, dicha aparente carencia de sentido de los centros metropolitanos es, sostenemos, la ocasión para el proyecto de una alternativa al centro histórico de la ciudad, único que, a través de la coerción gravitatoria del poder real, aproxima a las sustancias y los sujetos hacia la ficción del único centro posible.

El Centro Histórico de la Ciudad de Buenos Aires logro mantener su condición simbólica de ser capital, de ser el punto de lectura supuestamente fundamental para la interpretación del fenómeno metropolitano de la ciudad toda. Dicho registro imaginario no es casual dado que refiere a una construcción de sentido político avalada por todos los medios posibles; medios que responden a una estrategia de hegemonía político-económica que no se condice, necesariamente, con las verdaderas condiciones de producción y de las potencialidades de, “los otros centros urbanos” de la ciudad.

No se trata de presentar la siempre torpe antinomia al centro capitalino. Está probado por la historia misma, que dicho ensañamiento es inconducente. Se trata, en todo caso, de insistir, en contradicción con lo dicho más arriba, con una conceptualización, pero construida desde los fundamentos tácticos, materiales, paisajísticos y sociales que conforman a los diversos centros de la RMBA, con el objeto de favorecer lecturas y registros del territorio que sean, en sí mismas, potenciales proyectos innovadores, nuevas propuestas que atiendan también a las condiciones históricas de los recursos productivos, sociales y espaciales que caracterizan, y cualifican, a cada territorio urbano específico de la región.

Para transitar este camino del proyecto, será necesario atravesar a las diversas modalidades y espacialidades de exclusión actuales, posiblemente también a sus respectivas materialidades e inmaterialidades, que se manifiestan como deslindes contrarios a los entramados colectivos de las prácticas sociales urbanas. Nos referimos, por ejemplo, a las espacialidades de los enclaves urbanos excluyentes de la RMBA, como los comúnmente llamados barrios cerrados, y a sus variantes comerciales e industriales. En este sentido, la idea de inclusión, posiblemente trillada, deberá ser actualizada y repropuesta. No es posible una RMBA próspera sin una verdadera atención a la inclusión, con justicia socioespacial, de todas y todos sus habitantes, en lugares abiertos a un desarrollo urbano integral que torne a los ámbitos vaciados de contenido, en ámbitos para un poder popular transformador.

 

POR QUÉ UN CENTRO URBANO.

 

Es peculiar de este tiempo histórico, uno posterior a la pandemia de covid, de la expansión de las infraestructuras cibernéticas de alcance global, de la autogeneración de las inteligencias artificiales, el poner en duda el valor de los centros urbanos. Abundan propuestas, planes y proyectos de organizaciones de habitación, dispersas, rururbanas y de autoexclusión, ya que las infraestructuras informacionales posibilitan una conexión tecno-metafísica relativa ¿quién necesita un apersonarse en una oficina para trabajar cotidianamente? ¿Quién necesita presentarse en una fábrica de un barrio industrial del centro, para trabajar, cuando dichas fábricas están progresivamente automatizadas y controladas a distancia? Lo mismo puede preguntarse de las estancias para la educación, la cultura, la recreación, la salud, etc.

 

Este, sin embargo, no es un debate nuevo. A Le Corbusier le solicitan, en su estadía de 1930 en la URSS, un informe sobre las propuestas del programa para una Ciudad Verde en las afueras de Moscú, lo cual rechaza dada su amistad con varios de los urbanistas soviéticos que, para dicho programa, defienden el proyecto de una desurbanización progresiva de los centros en pos de llevar la industria al campo. Se limita, entonces, a escribir una carta a su amigo Mosei Ghinzbourg, donde le plantea la defensa del fenómeno de la aglomeración urbana contemporánea, frente a la idea de su difusión o desintegración. Así respecto del concepto de “desurbanización” plantea que:

“En este término hay la contradicción misma; esta palabra es un contrasentido fundamental, que ha engañado a muchos ideólogos occidentales; que ha hecho perder el tiempo a los consejos de administración de nuestras industrias -un contrasentido fundamental, al que que todo combate e invalida. El fenómeno social es complejo; no es simplista. Quien busca darle una solución precipitada y tendenciosa, encuentra a quien hablar: se venga, cae en estado de crisis; y, a pesar de los avatares o de las represiones, no se deja vencer: ¡la vida pasa por encima!”[2].

Más contradictorio aún es el planteo de un urbanismo de la desurbanización. Es, claro, bastante fácil el escapismo, en especial para aquellos que pudieron servirse de los beneficios de la urbanidad, y que luego proponen, al pueblo, el retorno a un supuesto pasado campestre ideal. Es cierto que las ciudades y sus centros caen, por intervalos, en desgracias históricas, pero en el balance siempre fueron las ciudades los lugares desde donde, colectivamente, se favorecieron nuevas derivas para las civilizaciones. Lejos también, de la controversia entre civilización y barbarie, el debate debería pasar hoy por las estrategias posibles para hacer de las ciudades, verdaderos ámbitos de inclusión y cuidado, del Ambiente y de todas las poblaciones. En este sentido, continúa Le corbusier:

“El hombre siente la necesidad de agruparse -siempre, y en todos los países y bajo todos los climas-. La agrupación le da la seguridad de la defensa, el placer de la compañía. Pero, así que los climas se vuelven rudos, la agrupación provoca la actividad industrial, la producción, por medio de la cual los hombres viven (se visten, se proporcionan unas comodidades). Y la producción intelectual es la hija del trabajo de hombres reunidos. La inteligencia se desarrolla, se agudiza, multiplica su juego, adquiere las finezas y sus innumerables facetas, en las masas agrupadas. Es el fruto mismo de la concentración. La dispersión atemoriza, empobrece y suelta todos los lazos de la disciplina material y espiritual, sin la cual el hombre retorna al estado primitivo.” [3]

Esto no quiere decir que Le Corbusier haya sido contrario a la idea de una Ciudad Verde, solo que concebía la idea de una metrópolis verde y densa, económicamente sustentable. Así es que dice:

“Mi querido Ghinzbourg, la arquitectura moderna tiene, precisamente, por misión magnífica organizar la vida de las colectividades. He sido el primero en proclamar que la ciudad moderna ha de ser un parque inmenso, una ciudad verde. Pero, para poder permitirme este lujo aparente, he cuadruplicado la densidad de la población y, en lugar de extenderlas, he acortado las distancias.”[4]

Es cierto que, luego de estas afirmaciones, pasaron muchas cosas y acontecimientos, guerras, catástrofes de distinto tipo, cambios sociales, técnicos y culturales, pero, las ciudades, luego de estos acontecimientos, se volvieron a proyectar y reconstruir. Las historias de las ciudades son siempre trágicas y terribles, pero, las historias de las ciudades son también, pues, la historia misma, sinfonías agridulces. Hoy las ciudades necesitan, justamente, de todos sus estratos epocales. Las ciudades no son, como pensaba Corbusier, potenciales sitios a ser derruidos para, luego, erigir La Ciudad Moderna, sino entramados de tiempos diversos que aportan las experiencias y saberes en los momentos oportunos.

A la vista de las diversas orientaciones de los problemas que aquejan a la humanidad actualmente, como las catástrofes sociales y ambientales, la progresiva escasez de combustibles y materias no renovables parece conveniente la reprogramación de las urbes y sus centralidades, antes que su desmantelamiento. Cada gran distrito, requiere de su centro referencial, su órgano espacial y arquitectónico fundante, que posibilite la articulación de todo el organismo urbano, con sus diversas densidades y paisajes, con sus diversos programas y poblaciones, todos reunidos con el objeto de construir un sentido urbano de la existencia.

 

EL CENTRO DE SAN JUSTO COMO HÁBITA INTEGRAL.

El Partido de La Matanza se caracteriza, entre múltiples atributos, por ser un gran territorio que atraviesa los tres cordones metropolitanos que conforman a la Región Metropolitana de Buenos Aires. En este sentido, La Matanza posee una identidad compleja de paisajes que van de los entramados urbanos densos, con mixturas de programas habitativos, productivos, comerciales y recreativos de todo tipo y escala, a los ámbitos que se encuentran en situaciones de transición hacia conformaciones rururbanas, o los caracterizados por la carencia material, la emergencia social y la ambiental. Igualmente, es posible localizar lugares que, si bien se corresponden con espacialidades determinadas y estructuradas requieren, debido a cambios históricos y de contexto que dejan obsoletos a sus programas originarios, de proyectos urbanos y arquitectónicos de carácter integral con el objeto de suscitar las condiciones para, no solo rehabilitar las intensidades en los usos, sino favorecer un hábitat de nuevo tipo, un hábitat Integral , tal es el caso de Centro de San Justo en el Partido de La Matanza.

Por añadidura, el planteo sobre la oportunidad de un hábitat Integral nos deja ante la primera pregunta ¿Que es hábitat? o ¿Que es un hábitat? establecer una genealogía conceptual del mismo parece intuitivamente simple, pero no lo es tanto dado que el acento antropológico y filosófico se centra más en la noción de Habitar y no tanto en el hábitat. Si, es cierto, tenemos a pensadores de la talla de Martin Heidegger que escribe sobre un Construir, Habitar, Pensar, pero no precisa por escrito al hábitat como concepto. Aparentemente, Heidegger está todo el tiempo hablando del hábitat, pero al no nombrarlo, el que sea parte de la teoría heideggeriana es más una interpretación o deseo de quien, desesperadamente, busque una referencia teórica.

Volvamos a la pregunta y ensayemos una posible respuesta, el hábitat es el resultado de las prácticas del habitar. Disculpen, entonces, si retorno a Heidegger dado que es quien también dice que, quien habita, habita porque construye. El proponer a este pensador, y no a otro, es para nosotros estratégico. Si el habitar es también construyendo, entonces el hábitat como resultado del habitar, no es cualquier ámbito, cualquier entorno, sino el propiamente construido por los habitantes, estos son, los seres humanos. Aún nos queda el Pensar, del Construir, Habitar, Pensar de Heidegger. Si pensar, es ese componente que se integra con el construir y el habitar, entonces debe ser también un aporte a la existencia de estos. El pensar es aquello que integra al construir con el habitar.

Ahora ¿cómo pasamos del pensar al construir para habitar? No se trata de cualquier pensar, es un pensar que se pone por delante, necesariamente, del construir. El construir, y no solo lo construido, es proyectado, entonces, hacia el momento propicio para poder habitar. Así, proponer un hábitat que integra construir, habitar y pensar, según todas las prácticas sociales que lo favorecen, específicamente, las propias de todo gran centro urbano, requiere del proyecto como un pensar complejo que prefigura al hábitat. Esto es así, especialmente en los casos, como el Centro de San Justo, que compatibilizan prácticas distintas, gubernamentales, productivas, comerciales, educativas, recreativas, etc. El Centro de San Justo, en cuanto hábitat Integral es objeto del proyecto, en este caso, urbano y arquitectónico.

Desde el proyecto del Centro de San Justo como hábitat Integral de diversas prácticas sociales entramadas, se espera, además, que irradie la urbanidad que el partido de La Matanza requiere como referencialidad simbólica y real. Las ideas de difusión del centro no parecen convenientes a un contexto donde conviven instancias de desarrollo con territorialidades y poblaciones con diversos niveles de carencia. En este sentido, el centro urbano, antes que ámbito de exclusividad, debe transformarse en ámbito de cuidado e inclusión, de crianza de todas y todos. Debe nutrir a un pueblo en sus múltiples derechos, con cierta administración de los poderes y las espacialidades, esto es, con una relativa economía que torne sustentable a un territorio de la magnitud del centro de San Justo.

Si de economía hablamos, por otro lado, es necesario, además, situar al momento histórico en las economías infraestructurales y cibernéticas de la transformación digital, aunque estas no tienen sentido sin la implementación de las concreciones infraestructurales y arquitectónicas fundantes. Es decir, para tener una economía contemporánea pujante, se requiere de un centro urbano arquitectónico e infraestructuralmente constituido a través de los proyectos correspondientes. Se requieren de nuevas espacialidades en gran medida inéditas, es decir, se requiere de nuevas experiencias, o experimentos urbano-arquitectónicos, dado que no existen dispositivos catalogados para esta situación sino, en todo caso, de genealogías y referencias posibles, que deberán ser adecuadas al contexto específico del caso del Centro de San Justo.

 

FUNDAMENTO PARA UNA EXPERIMENTACIÓN PROYECTUAL SOBRE EL CENTRO DE SAN JUSTO.

El concepto de experimentación es un tanto complejo porque indica la actividad de probar, o ensayar con cierto riesgo, las condiciones de una exterioridad, y aquí va lo complicado, desde el mismo interior de dicha interioridad. Eso es verdaderamente una contradicción ¿cómo podemos ensayar las condiciones de un fenómeno externo, desde su mismo interior? ¿Cómo puede ser externo e interno al mismo tiempo? La respuesta es efectivamente difícil para las ciencias duras, pero quizás no tanto para las disciplinas del proyecto urbano y arquitectónico, ya que esa exterioridad que es nuestro objeto de estudio, es el mismo hábitat que nos rodea. El hábitat es, igualmente, ese ámbito, es decir ese contorno multidimensional y multiescalar que nos rodea. En principio está fuera del ser humano, pero el ser humano se encuentra dentro del hábitat.

Que el ser humano vivencia al hábitat desde su interior es casi una obviedad. Ahondemos, entonces, la idea y digamos también que el hábitat vive en el interior de nosotros, los seres humanos. Sería, de esta manera, una auténtica relación con un máximo de reciprocidad. justamente esta es la cuestión con el hábitat Integral y su proyecto. Solo si entendemos que los seres humanos somos con el hábitat y el hábitat con nosotros, podremos emprender las experimentaciones proyectuales imprescindibles que el tiempo histórico, amplio en retos, nos demanda, aunque, es necesario también advertir lo siguiente, que el hábitat integral refiera, dado sus significantes, a una idea de globalidad, no quiere decir que estrictamente posible el captar su totalidad. No es así porque dicha integralidad excede la capacidad de la experiencia humana más o menos directa.

La experiencia del Hábitat Integral entonces será, inevitablemente, dado lo expuesto, una experimentación proyectual insuficiente en términos de su alcance territorial ¿hasta dónde llega, por ejemplo, el Centro de San Justo? sus redes arriban y se dirigen a los confines del mundo a través de las infraestructuras de la información. Por eso, dicha insuficiencia debe ser lo más potente en términos de propuesta. Esa potencia será evaluada en función de su capacidad de generar imaginarios. Un Imaginario no es una fantasía, es una direccionalidad, un lineamiento, la orden para una organización conceptual y técnica que afecta a una determinada realidad. Una experimentación proyectual sobre el centro de San Justo, por lo tanto, no puede ser la mera renovación de lo existente, un lavado de cara, debe ser la transformación del contexto dado en función de un futuro.

El valor cualitativo de un futuro, sin embargo, se mide con relación a la evaluación concienzuda del presente, a la lectura del contexto vigente respecto de los atributos de este que se hayan utilizado como referencia. Una experimentación proyectual sobre el centro de San Justo será, por ende y como consecuencia de lo dicho en los párrafos anteriores, parcial, aunque, si se emprende como una experimentación colectiva y abarcativa, más rica y eficaz. Solo una experimentación proyectual colectiva puede generar el grado de intensidad suficiente como para comprender el objeto de estudio complejo que esta jurisdicción representa, en vistas de su complejidad.

 

Dr. Arq. Leandro Tomás Costa

Abril 2023

 

 Bibliografía:

< Elinbaum, P.; Vecslir, L. (2016). Centros y centralidades en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Artículo en: Del conocimiento al desarrollo. Nuevos desafíos de la universidad en la gestión del desarrollo urbano contemporáneo. Buenos Aires: Eudeba.

< Fernández Castro, J. (2021). Tesis Doctoral:  Ciudad, Proyecto, Pueblo: Estrategias urbanas para el hábitat popular: lecturas, propuestas y gestiones desde la investigación proyectual. Buenos Aires: Repositorio de Tesis doctorales de la FADU/UBA. http://repositoriouba.sisbi.uba.ar/gsdl/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=aaqtesis&cl=CL1&d=HWA_5427

< Heidegger, M. (2002). Construir, Habitar, Pensar. Buenos Aires: Alción.

< Le Corbusier (1999). Precisiones. Respecto a un estado actual de la arquitectura y el urbanismo. Barcelona: Editorial Apóstrofe (colección Poseidón).



[1] En gran medida, este texto es resultado de la idea vertida en una reunión de trabajo académico, por mi compañero y adjunto de la cátedra, el Arq. Matías Tozzini quien dijo, respecto de la situación de los centros y subcentro metropolitanos, que los mismos quedaron vaciados de contenido, debido a múltiples factores.

[2] Le Corbusier (1999). Precisiones. Respecto a un estado actual de la arquitectura y el urbanismo. Barcelona: Editorial Apóstrofe (colección Poseidón). Página 291.

[3] Idem. Página 291.

[4] Idem. Página 292