LA PREGUNTA POR EL HÁBITAT.
Indicios para una investigación proyectual.
Autor: Dr. Mg. Arq. Leandro Tomás Costa.
Resumen de introducción
El camino del pensar ni se extiende desde algún de-donde hasta algún
a-donde a manera de una carretera trazada, ni existe de por sí en parte alguna.
Primera y solamente el caminar, en nuestro caso el preguntar pensante,
constituye el movimiento. (Heidegger, 2012, p.149)
Este ensayo no tiene por objeto el desarrollo de una
ontología acabada sobre el tema relativo a esta pregunta, sino el plantear una
primera deriva teñida por la época y el pensar de un arquitecto.
Es posible, aunque no fácil, escuchar referencias
filosóficas y experimentos poéticos relacionados al acto de Habitar, pero no es
fácil, o no me está resultando fácil a mí, encontrar caminos previos y claros
o, al menos, derivas teóricas difusas respecto de lo que es el Hábitat ¿Qué es
el hábitat? ¿Cómo es que llegamos a la
idea de un sentido sobre el Hábitat? ¿dónde se generó dicha idea? ¿Cómo es que
existe, por ejemplo, una oficina de la Organización de las Naciones Unidas para
el Hábitat (UN Hábitat)? ¿Cómo es que algunas de las más poderosas naciones del
mundo tienen, actualmente, oficinas de Estado, secretarías y ministerios de
Hábitat?
Si bien existen instituciones nacionales e internacionales,
alrededor del mundo, que buscan generar políticas respecto del Hábitat, no
parecen, y estoy siendo solo un poco prejuicioso[1],
promover el pensamiento sobre lo que el Hábitat es. De manera que se realizan
planes y programas sobre temas específicos sin verdaderamente pensar. Esto nos
lleva a una consideración previa desde la cual poder dar comienzo a las
indagaciones que se requieran, dicha consideración alude a una pregunta clave
¿Qué es pensar? o más específicamente ¿qué es pensar el Hábitat?
Indicios para una investigación proyectual sobre el sentido
del Hábitat.
Una posibilidad sería pensar al Hábitat como un lugar, esto
es planteo común, un lugar común, es decir aquello cercano en tanto cosa. Pero
rápidamente nos surge la duda acerca del pensar al Hábitat como una cosa, pues
pensarlo como cosa, reificar el Hábitat, nos lleva a su consideración en tanto
objeto de estudio, o más bien, y finalmente, como objeto. Esta es,
posiblemente, la manera frecuente que tienen algunas disciplinas técnicas y
científicas de entender el Hábitat. De esta forma les resulta relativamente
fácil a dichas disciplinas, el preguntar acerca de las cualidades del Hábitat,
respaldando las respuestas a dichas preguntas en datos e informaciones. Sin
embargo, al pensar arcaico de otras disciplinas milenarias; quizás la filosofía
y la arquitectura, esa manera de preguntar por el Hábitat resulta corta e
insuficiente.
Ya Platón en el diálogo Teeteto, nos recuerda Heidegger en
La Pregunta Por La Cosa (1992)., refiere la siguiente historia:
Se cuenta de Tales, que mientras se ocupaba de la Bóveda celeste y
miraba hacia arriba, cayó en un pozo. A raíz de eso, una ingeniosa y bonita
criada de Tracia se burló de él, y dijo que pretendía apasionadamente llegar a
conocer las cosas del cielo, mientras se le ocultaba aquello que tenía ante sus
pies y sus narices. (Heidegger,
1992, p.12)
A esto agrega Platón: “La
misma burla se aplica a todos los que se ocupan de la filosofía” (Heidegger, 1992, p.12)
Ahora bien, si a Tales, buscando la cosa en el cielo, se le
oculta aquello que tenía ante sus pies y narices, es propicia entonces la
consideración respecto del ocultar, de lo que, en todo caso, podría
desocultarse, concepto caro a Heidegger, a riesgo de caer nuevamente de lo
contrario.
Ocultar es una acción, habitar también lo es. Ocultar es la
acción de esconder, es decir, de retirar algo de la vista y los sentidos,
aunque en nuestro caso, más allá del algo sería importante la pregunta por el
dónde si queremos, finalmente, desocultar, en otras palabras, volver a poner
presente ante los sentidos, a lo previamente oculto, después de todo, Tales cae
en un pozo, en un dónde. El pozo no es lo meramente ausente, no es, en todo
caso, solo una cosa.
El pozo en el que cae Tales es el lugar de la caída, del
movimiento brusco desde un plano a uno inferior. Un lugar no solo predispone a
la acción, sino que es destino de las acciones más allá del grado de
autoconciencia. Quizás ahora estemos más cerca de una idea de lugar análoga a
la de Hábitat, ya que de lo contrario creeríamos por lo común, que el Hábitat
es el lugar para la acción del habitar y no del acaecer de multiplicidades de
seres, cosas y destinos.
Pero no dejemos que se nos escape nuevamente el Hábitat, no
caigamos como Tales en un nuevo pozo, sabemos ya que el Hábitat no es un mero
lugar como una cosa. Hagamos el ejercicio de mirar y tener presente el Hábitat
sabiendo que para tenerlo presente debemos proyectar nuestra mirada hacia el
futuro correspondiente, en la dirección correcta. El Hábitat, para poderlo
tener presente, se proyecta hacia el futuro. Es un ejercicio de proiectus y una práctica social. Los
indicios sobre sus accidentes topológicos y topográficos serán, entonces,
previamente representados con cuidado.
Podemos decir que, para nosotros, los seres humanos, el
Hábitat es atendible mediante su proyecto. Esto lo entendieron también las
grandes culturas y civilizaciones. El Hábitat es, además del lugar para el
despliegue del habitar, el lugar para la realización de los proyectos con el
objeto de cuidar y de organizar el devenir de los seres humanos. El dominio del
Hábitat mediante el proyecto ha sido, desde entonces, fundamental. El tener
bajo el poder humano al Hábitat es un antiguo y vigente proyecto de las civilizaciones,
aunque estamos encontrando el límite a dicha pretensión de dominio sobre el
Hábitat.
Todo lo expuesto parece dar una respuesta a la pregunta por
el Hábitat planteada al inicio de este ensayo. El Hábitat, no es un mero lugar
como una cosa. El Hábitat se resiste y oculta, lo que obliga a su proyecto con
el objeto de tornar presente al mismo. Proyectar al Hábitat nace como la simple
representación de sus indicios, para convertir al mismo en una multiplicidad
posible de ser transformada con el fin de poner al cuidado el futuro de quienes
habitan. El Hábitat es el objeto complejo, por lo tanto, de una investigación
mediante el proyecto. El Hábitat es materia de proyecto, aunque parece siempre
ocultar algo.
El hábitat como
tecno-política y proyecto de incubación.
Lo mejor es
imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que
avanzan lentamente, de modo espontáneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se
separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de
distanciamiento. (Sloterdijk, 2002, p.25)
Nos preguntamos entonces por el hábitat y nos respondemos
que el hábitat, siguiendo la pregunta y su devenir, es objeto del proyecto, en
este sentido parece tratarse de una causa final del mismo. Pongamos en claro
temporalmente, forzadamente, y enunciemos: el
Hábitat es causa final del proyecto, o del proyectar, ¿puede ser esto así?
Si el Hábitat es causa final del proyecto, el proyecto es
previo al Hábitat. Esto querría decir que hubo un instante desde donde el
proyecto se inicia, sin la existencia de un Hábitat. ¿y que había entonces?
¿Aquello que aún llamamos naturaleza? ¿Quizás un vacío hoy inimaginable? ¿Algo
así como una página en blanco? Si hacemos arqueología del proyecto, tal como
una especie de ingeniería inversa del proyectar, y nos retrotraemos al instante
cero de este, podemos imaginar en a un grupo humano primitivo, aunque ya
Sapiens, una horda nómada del paleolítico, por ejemplo, es decir del período en
que los seres humanos comenzaron a realizar herramientas en base al trabajo
sobre la piedra.
En esta visión aparece la técnica, aquellos primeros
vestigios tecnológicos del saber hacer, en el formato de puntas de lanzas
precarias, de las primeras piedras utilizadas como cuchillos y,
fundamentalmente, de las primeras herramientas para construir, primero
dispositivos de cierre y protección de cuevas y, luego o en paralelo temporal,
de las primeras tiendas, de unas primeras construcciones tejidas entre troncos,
ramas y pieles secas de animales previamente cazados.
El término técnica tiene su raíz en el indoeuropeo *teks-
que significa tejer. Probablemente el primer técnico, el Tektón (carpintero en
griego antiguo) no haya sido solo quien trabajaba la madera, sino también quien
tejía edificaciones, quien preparaba y congregaba materialidades con el fin de
preparar el hábitat en tanto refugio de la gran familia, de la horda o tribu,
en un emplazamiento específico, a cubierto de la poderosa naturaleza, de sus
animales peligrosos, de sus deidades y demonios. El propósito, la causa final,
ahora de las edificaciones, es el poner a resguardo la horda de aquellos entes
previos al Hábitat. También poner a resguardo a las entidades sagradas que
cuidan del hogar, además del hogar mismo, de los fuegos para cocinar, pero que
servían también para consagrar salutaciones a dichas deidades.
Estos hogares primigenios se construyeron en claros, en
emplazamientos liberados de malezas y maldades que luego, en el Neolítico, se
utilizaron para la práctica social del cultivar, siendo que, por dichas eras,
ya en dichas incipientes civilizaciones, se comenzó también a codificar los
símbolos provenientes de creencias religiosas y mitológicas, con el fin más
pragmático, de desarrollar escrituras y lenguajes técnicos, y poder así, entre
otras cosas, instruir leyes de habitabilidad y de los ritos, normar lo
edificable, como también lo cultivable y fabricable a ser utilizado en dichas
tierras, atendiendo variables astronómicas, climáticas y de la organización
espacial para la defensa, la guerra y las configuraciones urbanas.
El Hábitat humano se manifiesta entonces, siguiendo la idea
del filósofo Peter Sloterdijk, como insulamientos, como entornos invernaderos
para la incubación de humanos, por humanos, y podríamos incluir también, la
incubación y cultivo de códigos y utensilios técnicos. Estos ámbitos fueron
estratégicamente dispuestos para, desde ahí, distanciarse de la naturaleza o
las naturalezas, aunque también, y contradictoriamente, fueron centros para
realizar operaciones, más o menos peligrosas, de incursión en el territorio,
tanto para cazar y guerrear, como para cultivar y construir otros ámbitos y
caminos para el transporte de vinculación con otros territorios y lugares.
Estos tejidos espaciados, ahora en términos de Heidegger (2002), para generar las condiciones de
habitar, serán los emplazamientos a donde retornan quienes vuelven de las
incursiones de trabajo y guerra. En su interior encontrarán a sus parejas y
descendientes, así como a los sabios y gobernantes. Serán estos moradores
estables del interior del Hábitat quienes tendrán, entre otras tareas, las de
preguntar y relacionar datos, para constituir y construir informaciones más
integrales, relatos codificados sobre el mundo, relatos que serán metódicamente
enseñados a la prole correspondiente. Eventualmente, dichas informaciones se
restablecerán en la forma de nuevos proyectos y planes, tanto para la
realización de nuevas operaciones de despliegue en el exterior, como para
mejorar el repliegue de la horda hacia el interior.
Estas maniobras verdaderamente proyectuales, de despliegue y
repliegue, se convierten progresivamente en ciudad, Polis en términos griegos.
En el mismo sentido, el gobierno de la Polis, que es el gobierno sobre los
moradores y la soberanía sobre el territorio interior y exterior
correspondiente, es la evolución de la técnica de incubación de la prole de
humanos, sus códigos y utensilios, por parte de los mismos habitantes. Es la
Política, la Politeké Téchne, como técnica para el gobierno de los habitantes, de
las cosas y asuntos de la Polis. La política es, en este sentido, hermana de la
arquitectura, siendo que esta última refiere en su origen al griego arjé, o
principio de mando, y tektonikos, la tectónica, que es el arte de construir
presente en el tektón, el constructor, originariamente carpintero. Ambas, la
Política y la Arquitectura tienen, en el proyectar el Hábitat su causa final.
Así como el arquitecto es quien manda, mediante el saber
técnico de la tectónica, al tektón, el gobernante manda, con la política y sus
principios, sobre el total de las Polis, mediante el saber hacer que le es
propio, la política. El gobernante, por su parte, debe mantener ese estado de
abierto de la Polis, esa capacidad de recibir, mediante el preguntar sobre el
devenir del mundo exterior, al tiempo de mantener un control sobre el interior
informándose igualmente sobre las condiciones de este. Esta capacidad es
condición de conocimiento fundante de técnicas, artes, ciencias y filosofías,
quizás también de las religiones si entendemos por esta al ligar sentidos.
La cibernética y una
conclusión para volver a preguntar.
La noción de autómata perfecto es una noción que se obtiene
al traspasar un límite y esconde algo contradictorio: el autómata sería una
máquina tan perfecta que al margen de indeterminación de su funcionamiento
sería nulo, pero, sin embargo, podría recibir, interpretar o emitir
información. Ahora bien, si el margen de indeterminación del funcionamiento es
nulo, ya no hay variación posible; el funcionamiento se repite indefinidamente,
y en consecuencia esta iteración no tiene significación. (Simondon, 2008, p.156)
Insistamos y volvamos a recordar por qué llegamos hasta
aquí. Llegamos hasta aquí gracias a plantearnos la pregunta por el sentido del
Hábitat, el lugar del habitar. Vemos que el habitar no nos lleva a un morar
cualquiera sobre la faz de la tierra, sino a un morar significativo y
estratégico, que le es propio a la especie de los seres humanos, quienes somos
incubados por nosotros mismos en aquellos emplazamientos de cuidado y cultura
que llamamos Hábitat. El Hábitat es también, por lo tanto, una tecnología, un
resultado de las políticas sociales, espaciales y arquitectónicas de los seres
humanos y no el complejo entramado de naturalezas.
El Hábitat, reiteramos, es el lugar tanto para el
distanciamiento, como para el acercamiento estratégico a las naturalezas, es
físico, pero, desde una perspectiva filosófica crítica, es metafísica, es un
más allá del entorno físico natural siendo que ese más allá refiere tanto al
conocimiento humano, como un más allá que desoculta, siguiendo a Heidegger, las
energías presentes en la naturaleza, al tiempo que las determina para su
dominio y explotación. Determinaciones también aplicadas hacia dentro del Hábitat
en la forma de políticas, biopolíticas o antropotécnicas del control de los
seres humanos.
Pareciera que el Hábitat así entendido, ha logrado tal poder
técnico que se superpone al gobernante mismo. El Hábitat hoy, cubre todo el
planeta y parece cobrar autonomía. Los entes dentro del incubados durante
milenos parecen también estar en una transformación radical. Los códigos y
utensilios, nuestros hermanos evolutivos, devienen cibernética, digitalización
e inteligencia artificial. Estos entes comienzan a requerir directamente, sin
mediación humana, de las energías ocultas en la tierra controlando automáticamente
las solicitudes, las logísticas, las producciones y su consumo. El ser humano,
ente primordial y causa eficiente para la evolución del Hábitat, parece hoy no
tanto subyugado, sino superado por un destino que no puede torcer. El destino
técnico y cibernético -digital lo llaman hoy- del Hábitat.
La cibernética es, en palabras de Heidegger, la ciencia de
ciencias, algo así como el anillo único de El Señor de los Anillos, un anillo
de poder único para reunir y gobernar a todos los demás anillos de poder (de
las tecno-ciencias). Cibernética, término aplicado a las nacientes tecnologías
de la información, fue originalmente utilizado por el filósofo norteamericano
Norbert Wiener. El término alude al griego antiguo kybernetike que era el arte
del timonel que gobierna a las embarcaciones. Así, esta nueva política se
propone como:
Ciencia que estudia los sistemas de control y especialmente de autocontrol,
tanto en los organismos como las máquinas”, entendiendo por control “.
"El control —define Wiener (The
Human Use of Human Beings, 1950, pág. 8)— no es sino el envío de mensajes que
efectivamente cambian el comportamiento del sistema receptor. (Ferrater Mora, 1964, p.282)
En los sucesivos setenta años de desarrollo, la cibernética
fue transformándose en el Hábitat humano mismo, en una entidad progresivamente
autónoma, y aprisonada en retroalimentaciones de la misma información, al punto
de su mayor eficiencia. Ya Heidegger intuyo que la cibernética entiende al ser
humano como información, es decir, como una información más que recibe órdenes
de comportamiento. Esto nos llevó a una situación muy compleja dado el estado
concreto de esta historia, más o menos ficcionada, ya que las condiciones del
entramado de naturalezas dependen del pensar una política nueva para el Hábitat
humano que las domina, para lo cual el ser humano tendrá que proponer preguntas
renovadas y originales, sobre dichas naturalezas, sobre el sentido del Hábitat
actual y sobre el devenir humano en el mismo.
Si el entorno humano que llamamos Hábitat, dirigido ahora
por sistemas como las Inteligencias Artificiales Generativas tiende a la auto
proyección y a disponer sus propias respuestas en un feedback cibernético a-crítico, solo nos queda el camino del
proyecto de la metafísica, del control sobre determinista y las simulaciones en
un espiral infinito hacia el centro de lo mismo, de lo ya existente cada vez
más perfecto, pero no de lo verdaderamente nuevo y emergente. Nos podremos, en
el mejor de los casos, contentar con disfraces, avatares, mimesis espaciales
dentro de relatos inmersivos escapistas, pero nos situaremos, peligrosamente,
en el destino de la Técnica Moderna que denunció Heidegger, el destino de un
ser humano desarraigado convertido en mera cosa informacional que ya no
congrega poesía, ni el afecto del verdadero preguntar e investigar por la
alteridad, aquella en la que antes realizaba incursiones con temor, pero
también con fascinación y devoción, aquella de las naturalezas, fuentes de las
preguntas fundamentales para la investigación proyectual por venir.
Referencias bibliográficas:
-
Ferrater Mora, J. (1964). Diccionario de Filosofía, tomo I. Buenos Aires: Sudamericana.
-
Heidegger, M. (1992). La pregunta por la cosa, la doctrina Kantiana de los principios
trascendentales. Buenos Aires: Editorial Memphis.
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Aires: Alción
-
Heidegger, M. (2009). El ser y el tiempo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
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Heidegger, M. (2012). ¿Qué significa pensar? Buenos Aires: Editorial Agebe.
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Latour, B. (2008). Reensamblar
lo Social: Una introducción a la teoría del actor-red. Buenos Aires:
Editorial Manantial.
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Latour, B. (2017). Cara
a Cara con el Planeta. Buenos Aires: Siglo XXI.
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Sadin, É. (2021). La inteligencia artificial o el desafío del
siglo. Anatomía de un antihumanismo radical. Buenos Aires: Caja Negra.
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Sarquis, J. (2003). Itinerarios
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Sloterdijk, P. (2002).
En el mismo barco. Madrid: SIRUELA
-
Wiener, N. (1988). Cibernética y Sociedad. Buenos Aires:
Editorial Sudamericana.
-
Simondon, G. (2008). El modo de existencia de los objetos
técnicos. Buenos Aires: Prometeo.
-
Simondon, G. (2015). La individuación a la luz de las nociones de
forma y de información. Buenos Aires: Cactus.
[1]
Me desempeño, actualmente y desde hace cinco años, como coordinador de proyecto
para la región Buenos Aires, en el Ministerio de Desarrollo Territorial y
Hábitat (hoy Secretaría de Desarrollo Territorial, Hábitat y Vivienda).
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