martes, 20 de agosto de 2024

LA PREGUNTA POR EL HÁBITAT.

 

LA PREGUNTA POR EL HÁBITAT.

Indicios para una investigación proyectual.


Autor: Dr. Mg. Arq. Leandro Tomás Costa.



Resumen de introducción

 

El camino del pensar ni se extiende desde algún de-donde hasta algún a-donde a manera de una carretera trazada, ni existe de por sí en parte alguna. Primera y solamente el caminar, en nuestro caso el preguntar pensante, constituye el movimiento. (Heidegger, 2012, p.149)

 

Este ensayo no tiene por objeto el desarrollo de una ontología acabada sobre el tema relativo a esta pregunta, sino el plantear una primera deriva teñida por la época y el pensar de un arquitecto.

Es posible, aunque no fácil, escuchar referencias filosóficas y experimentos poéticos relacionados al acto de Habitar, pero no es fácil, o no me está resultando fácil a mí, encontrar caminos previos y claros o, al menos, derivas teóricas difusas respecto de lo que es el Hábitat ¿Qué es el hábitat?  ¿Cómo es que llegamos a la idea de un sentido sobre el Hábitat? ¿dónde se generó dicha idea? ¿Cómo es que existe, por ejemplo, una oficina de la Organización de las Naciones Unidas para el Hábitat (UN Hábitat)? ¿Cómo es que algunas de las más poderosas naciones del mundo tienen, actualmente, oficinas de Estado, secretarías y ministerios de Hábitat?

Si bien existen instituciones nacionales e internacionales, alrededor del mundo, que buscan generar políticas respecto del Hábitat, no parecen, y estoy siendo solo un poco prejuicioso[1], promover el pensamiento sobre lo que el Hábitat es. De manera que se realizan planes y programas sobre temas específicos sin verdaderamente pensar. Esto nos lleva a una consideración previa desde la cual poder dar comienzo a las indagaciones que se requieran, dicha consideración alude a una pregunta clave ¿Qué es pensar? o más específicamente ¿qué es pensar el Hábitat?

 

Indicios para una investigación proyectual sobre el sentido del Hábitat.

 

Una posibilidad sería pensar al Hábitat como un lugar, esto es planteo común, un lugar común, es decir aquello cercano en tanto cosa. Pero rápidamente nos surge la duda acerca del pensar al Hábitat como una cosa, pues pensarlo como cosa, reificar el Hábitat, nos lleva a su consideración en tanto objeto de estudio, o más bien, y finalmente, como objeto. Esta es, posiblemente, la manera frecuente que tienen algunas disciplinas técnicas y científicas de entender el Hábitat. De esta forma les resulta relativamente fácil a dichas disciplinas, el preguntar acerca de las cualidades del Hábitat, respaldando las respuestas a dichas preguntas en datos e informaciones. Sin embargo, al pensar arcaico de otras disciplinas milenarias; quizás la filosofía y la arquitectura, esa manera de preguntar por el Hábitat resulta corta e insuficiente.

Ya Platón en el diálogo Teeteto, nos recuerda Heidegger en La Pregunta Por La Cosa (1992)., refiere la siguiente historia:

Se cuenta de Tales, que mientras se ocupaba de la Bóveda celeste y miraba hacia arriba, cayó en un pozo. A raíz de eso, una ingeniosa y bonita criada de Tracia se burló de él, y dijo que pretendía apasionadamente llegar a conocer las cosas del cielo, mientras se le ocultaba aquello que tenía ante sus pies y sus narices. (Heidegger, 1992, p.12)

A esto agrega Platón: “La misma burla se aplica a todos los que se ocupan de la filosofía” (Heidegger, 1992, p.12)

Ahora bien, si a Tales, buscando la cosa en el cielo, se le oculta aquello que tenía ante sus pies y narices, es propicia entonces la consideración respecto del ocultar, de lo que, en todo caso, podría desocultarse, concepto caro a Heidegger, a riesgo de caer nuevamente de lo contrario.

Ocultar es una acción, habitar también lo es. Ocultar es la acción de esconder, es decir, de retirar algo de la vista y los sentidos, aunque en nuestro caso, más allá del algo sería importante la pregunta por el dónde si queremos, finalmente, desocultar, en otras palabras, volver a poner presente ante los sentidos, a lo previamente oculto, después de todo, Tales cae en un pozo, en un dónde. El pozo no es lo meramente ausente, no es, en todo caso, solo una cosa.

El pozo en el que cae Tales es el lugar de la caída, del movimiento brusco desde un plano a uno inferior. Un lugar no solo predispone a la acción, sino que es destino de las acciones más allá del grado de autoconciencia. Quizás ahora estemos más cerca de una idea de lugar análoga a la de Hábitat, ya que de lo contrario creeríamos por lo común, que el Hábitat es el lugar para la acción del habitar y no del acaecer de multiplicidades de seres, cosas y destinos.

Pero no dejemos que se nos escape nuevamente el Hábitat, no caigamos como Tales en un nuevo pozo, sabemos ya que el Hábitat no es un mero lugar como una cosa. Hagamos el ejercicio de mirar y tener presente el Hábitat sabiendo que para tenerlo presente debemos proyectar nuestra mirada hacia el futuro correspondiente, en la dirección correcta. El Hábitat, para poderlo tener presente, se proyecta hacia el futuro. Es un ejercicio de proiectus y una práctica social. Los indicios sobre sus accidentes topológicos y topográficos serán, entonces, previamente representados con cuidado.

Podemos decir que, para nosotros, los seres humanos, el Hábitat es atendible mediante su proyecto. Esto lo entendieron también las grandes culturas y civilizaciones. El Hábitat es, además del lugar para el despliegue del habitar, el lugar para la realización de los proyectos con el objeto de cuidar y de organizar el devenir de los seres humanos. El dominio del Hábitat mediante el proyecto ha sido, desde entonces, fundamental. El tener bajo el poder humano al Hábitat es un antiguo y vigente proyecto de las civilizaciones, aunque estamos encontrando el límite a dicha pretensión de dominio sobre el Hábitat.

Todo lo expuesto parece dar una respuesta a la pregunta por el Hábitat planteada al inicio de este ensayo. El Hábitat, no es un mero lugar como una cosa. El Hábitat se resiste y oculta, lo que obliga a su proyecto con el objeto de tornar presente al mismo. Proyectar al Hábitat nace como la simple representación de sus indicios, para convertir al mismo en una multiplicidad posible de ser transformada con el fin de poner al cuidado el futuro de quienes habitan. El Hábitat es el objeto complejo, por lo tanto, de una investigación mediante el proyecto. El Hábitat es materia de proyecto, aunque parece siempre ocultar algo.

 

El hábitat como tecno-política y proyecto de incubación.

 

Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo espontáneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento. (Sloterdijk, 2002, p.25)

 

Nos preguntamos entonces por el hábitat y nos respondemos que el hábitat, siguiendo la pregunta y su devenir, es objeto del proyecto, en este sentido parece tratarse de una causa final del mismo. Pongamos en claro temporalmente, forzadamente, y enunciemos: el Hábitat es causa final del proyecto, o del proyectar, ¿puede ser esto así?

Si el Hábitat es causa final del proyecto, el proyecto es previo al Hábitat. Esto querría decir que hubo un instante desde donde el proyecto se inicia, sin la existencia de un Hábitat. ¿y que había entonces? ¿Aquello que aún llamamos naturaleza? ¿Quizás un vacío hoy inimaginable? ¿Algo así como una página en blanco? Si hacemos arqueología del proyecto, tal como una especie de ingeniería inversa del proyectar, y nos retrotraemos al instante cero de este, podemos imaginar en a un grupo humano primitivo, aunque ya Sapiens, una horda nómada del paleolítico, por ejemplo, es decir del período en que los seres humanos comenzaron a realizar herramientas en base al trabajo sobre la piedra.

En esta visión aparece la técnica, aquellos primeros vestigios tecnológicos del saber hacer, en el formato de puntas de lanzas precarias, de las primeras piedras utilizadas como cuchillos y, fundamentalmente, de las primeras herramientas para construir, primero dispositivos de cierre y protección de cuevas y, luego o en paralelo temporal, de las primeras tiendas, de unas primeras construcciones tejidas entre troncos, ramas y pieles secas de animales previamente cazados.

El término técnica tiene su raíz en el indoeuropeo *teks- que significa tejer. Probablemente el primer técnico, el Tektón (carpintero en griego antiguo) no haya sido solo quien trabajaba la madera, sino también quien tejía edificaciones, quien preparaba y congregaba materialidades con el fin de preparar el hábitat en tanto refugio de la gran familia, de la horda o tribu, en un emplazamiento específico, a cubierto de la poderosa naturaleza, de sus animales peligrosos, de sus deidades y demonios. El propósito, la causa final, ahora de las edificaciones, es el poner a resguardo la horda de aquellos entes previos al Hábitat. También poner a resguardo a las entidades sagradas que cuidan del hogar, además del hogar mismo, de los fuegos para cocinar, pero que servían también para consagrar salutaciones a dichas deidades.

Estos hogares primigenios se construyeron en claros, en emplazamientos liberados de malezas y maldades que luego, en el Neolítico, se utilizaron para la práctica social del cultivar, siendo que, por dichas eras, ya en dichas incipientes civilizaciones, se comenzó también a codificar los símbolos provenientes de creencias religiosas y mitológicas, con el fin más pragmático, de desarrollar escrituras y lenguajes técnicos, y poder así, entre otras cosas, instruir leyes de habitabilidad y de los ritos, normar lo edificable, como también lo cultivable y fabricable a ser utilizado en dichas tierras, atendiendo variables astronómicas, climáticas y de la organización espacial para la defensa, la guerra y las configuraciones urbanas. 

El Hábitat humano se manifiesta entonces, siguiendo la idea del filósofo Peter Sloterdijk, como insulamientos, como entornos invernaderos para la incubación de humanos, por humanos, y podríamos incluir también, la incubación y cultivo de códigos y utensilios técnicos. Estos ámbitos fueron estratégicamente dispuestos para, desde ahí, distanciarse de la naturaleza o las naturalezas, aunque también, y contradictoriamente, fueron centros para realizar operaciones, más o menos peligrosas, de incursión en el territorio, tanto para cazar y guerrear, como para cultivar y construir otros ámbitos y caminos para el transporte de vinculación con otros territorios y lugares.

Estos tejidos espaciados, ahora en términos de Heidegger (2002), para generar las condiciones de habitar, serán los emplazamientos a donde retornan quienes vuelven de las incursiones de trabajo y guerra. En su interior encontrarán a sus parejas y descendientes, así como a los sabios y gobernantes. Serán estos moradores estables del interior del Hábitat quienes tendrán, entre otras tareas, las de preguntar y relacionar datos, para constituir y construir informaciones más integrales, relatos codificados sobre el mundo, relatos que serán metódicamente enseñados a la prole correspondiente. Eventualmente, dichas informaciones se restablecerán en la forma de nuevos proyectos y planes, tanto para la realización de nuevas operaciones de despliegue en el exterior, como para mejorar el repliegue de la horda hacia el interior.

Estas maniobras verdaderamente proyectuales, de despliegue y repliegue, se convierten progresivamente en ciudad, Polis en términos griegos. En el mismo sentido, el gobierno de la Polis, que es el gobierno sobre los moradores y la soberanía sobre el territorio interior y exterior correspondiente, es la evolución de la técnica de incubación de la prole de humanos, sus códigos y utensilios, por parte de los mismos habitantes. Es la Política, la Politeké Téchne, como técnica para el gobierno de los habitantes, de las cosas y asuntos de la Polis. La política es, en este sentido, hermana de la arquitectura, siendo que esta última refiere en su origen al griego arjé, o principio de mando, y tektonikos, la tectónica, que es el arte de construir presente en el tektón, el constructor, originariamente carpintero. Ambas, la Política y la Arquitectura tienen, en el proyectar el Hábitat su causa final.

Así como el arquitecto es quien manda, mediante el saber técnico de la tectónica, al tektón, el gobernante manda, con la política y sus principios, sobre el total de las Polis, mediante el saber hacer que le es propio, la política. El gobernante, por su parte, debe mantener ese estado de abierto de la Polis, esa capacidad de recibir, mediante el preguntar sobre el devenir del mundo exterior, al tiempo de mantener un control sobre el interior informándose igualmente sobre las condiciones de este. Esta capacidad es condición de conocimiento fundante de técnicas, artes, ciencias y filosofías, quizás también de las religiones si entendemos por esta al ligar sentidos.

 

La cibernética y una conclusión para volver a preguntar.

La noción de autómata perfecto es una noción que se obtiene al traspasar un límite y esconde algo contradictorio: el autómata sería una máquina tan perfecta que al margen de indeterminación de su funcionamiento sería nulo, pero, sin embargo, podría recibir, interpretar o emitir información. Ahora bien, si el margen de indeterminación del funcionamiento es nulo, ya no hay variación posible; el funcionamiento se repite indefinidamente, y en consecuencia esta iteración no tiene significación. (Simondon, 2008, p.156)

 

Insistamos y volvamos a recordar por qué llegamos hasta aquí. Llegamos hasta aquí gracias a plantearnos la pregunta por el sentido del Hábitat, el lugar del habitar. Vemos que el habitar no nos lleva a un morar cualquiera sobre la faz de la tierra, sino a un morar significativo y estratégico, que le es propio a la especie de los seres humanos, quienes somos incubados por nosotros mismos en aquellos emplazamientos de cuidado y cultura que llamamos Hábitat. El Hábitat es también, por lo tanto, una tecnología, un resultado de las políticas sociales, espaciales y arquitectónicas de los seres humanos y no el complejo entramado de naturalezas.

El Hábitat, reiteramos, es el lugar tanto para el distanciamiento, como para el acercamiento estratégico a las naturalezas, es físico, pero, desde una perspectiva filosófica crítica, es metafísica, es un más allá del entorno físico natural siendo que ese más allá refiere tanto al conocimiento humano, como un más allá que desoculta, siguiendo a Heidegger, las energías presentes en la naturaleza, al tiempo que las determina para su dominio y explotación. Determinaciones también aplicadas hacia dentro del Hábitat en la forma de políticas, biopolíticas o antropotécnicas del control de los seres humanos.

Pareciera que el Hábitat así entendido, ha logrado tal poder técnico que se superpone al gobernante mismo. El Hábitat hoy, cubre todo el planeta y parece cobrar autonomía. Los entes dentro del incubados durante milenos parecen también estar en una transformación radical. Los códigos y utensilios, nuestros hermanos evolutivos, devienen cibernética, digitalización e inteligencia artificial. Estos entes comienzan a requerir directamente, sin mediación humana, de las energías ocultas en la tierra controlando automáticamente las solicitudes, las logísticas, las producciones y su consumo. El ser humano, ente primordial y causa eficiente para la evolución del Hábitat, parece hoy no tanto subyugado, sino superado por un destino que no puede torcer. El destino técnico y cibernético -digital lo llaman hoy- del Hábitat.

La cibernética es, en palabras de Heidegger, la ciencia de ciencias, algo así como el anillo único de El Señor de los Anillos, un anillo de poder único para reunir y gobernar a todos los demás anillos de poder (de las tecno-ciencias). Cibernética, término aplicado a las nacientes tecnologías de la información, fue originalmente utilizado por el filósofo norteamericano Norbert Wiener. El término alude al griego antiguo kybernetike que era el arte del timonel que gobierna a las embarcaciones. Así, esta nueva política se propone como:

Ciencia que estudia los sistemas de control y especialmente de autocontrol, tanto en los organismos como las máquinas”, entendiendo por control “. "El control —define Wiener (The Human Use of Human Beings, 1950, pág. 8)— no es sino el envío de mensajes que efectivamente cambian el comportamiento del sistema receptor. (Ferrater Mora, 1964, p.282)

En los sucesivos setenta años de desarrollo, la cibernética fue transformándose en el Hábitat humano mismo, en una entidad progresivamente autónoma, y aprisonada en retroalimentaciones de la misma información, al punto de su mayor eficiencia. Ya Heidegger intuyo que la cibernética entiende al ser humano como información, es decir, como una información más que recibe órdenes de comportamiento. Esto nos llevó a una situación muy compleja dado el estado concreto de esta historia, más o menos ficcionada, ya que las condiciones del entramado de naturalezas dependen del pensar una política nueva para el Hábitat humano que las domina, para lo cual el ser humano tendrá que proponer preguntas renovadas y originales, sobre dichas naturalezas, sobre el sentido del Hábitat actual y sobre el devenir humano en el mismo.

Si el entorno humano que llamamos Hábitat, dirigido ahora por sistemas como las Inteligencias Artificiales Generativas tiende a la auto proyección y a disponer sus propias respuestas en un feedback cibernético a-crítico, solo nos queda el camino del proyecto de la metafísica, del control sobre determinista y las simulaciones en un espiral infinito hacia el centro de lo mismo, de lo ya existente cada vez más perfecto, pero no de lo verdaderamente nuevo y emergente. Nos podremos, en el mejor de los casos, contentar con disfraces, avatares, mimesis espaciales dentro de relatos inmersivos escapistas, pero nos situaremos, peligrosamente, en el destino de la Técnica Moderna que denunció Heidegger, el destino de un ser humano desarraigado convertido en mera cosa informacional que ya no congrega poesía, ni el afecto del verdadero preguntar e investigar por la alteridad, aquella en la que antes realizaba incursiones con temor, pero también con fascinación y devoción, aquella de las naturalezas, fuentes de las preguntas fundamentales para la investigación proyectual por venir.

 

- ATENCIÓN!: Prohibido utilizar este texto y su conceptualización sin autorización del autor. 


Referencias bibliográficas:

-       Ferrater Mora, J. (1964). Diccionario de Filosofía, tomo I. Buenos Aires: Sudamericana.

-       Heidegger, M. (1992). La pregunta por la cosa, la doctrina Kantiana de los principios trascendentales. Buenos Aires: Editorial Memphis.

-       Heidegger, M. (2002). Construir, Habitar, Pensar. Buenos Aires: Alción

-       Heidegger, M. (2009). El ser y el tiempo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

-       Heidegger, M. (2012). ¿Qué significa pensar? Buenos Aires: Editorial Agebe.

-       Latour, B. (2008). Reensamblar lo Social: Una introducción a la teoría del actor-red. Buenos Aires: Editorial Manantial.

-       Latour, B. (2017). Cara a Cara con el Planeta. Buenos Aires: Siglo XXI.

-       Sadin, É. (2021). La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Anatomía de un antihumanismo radical. Buenos Aires: Caja Negra.

-       Sadin, É. (2024). La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas. Buenos Aires: Caja Negra.

-       Sarquis, J. (2003). Itinerarios del Proyecto, tomos I y II. Buenos Aires: Nobuko.

-       Sloterdijk, P. (2002). En el mismo barco. Madrid: SIRUELA

-       Wiener, N. (1988). Cibernética y Sociedad. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

-       Simondon, G. (2008). El modo de existencia de los objetos técnicos. Buenos Aires: Prometeo.

-       Simondon, G. (2015). La individuación a la luz de las nociones de forma y de información. Buenos Aires: Cactus.



[1] Me desempeño, actualmente y desde hace cinco años, como coordinador de proyecto para la región Buenos Aires, en el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat (hoy Secretaría de Desarrollo Territorial, Hábitat y Vivienda).