domingo, 28 de mayo de 2017

ENTRE MÁQUINAS – PROYECTAR Y PROYECTARSE. Autor: Mg. Arq. Leandro Tomás Costa

Círculo Negro - Kazimir Malevich

PROYECTO – ELEMENTO TÉCNICO Y PRIMERA INSULARIZACIÓN.

“Los límites de mis lanzamientos son los límites de mi mundo. La mirada que observa una piedra que se arroja es la primera forma de teoría. Si el hombre es el animal que tiene un proyecto, es porque una competencia tempranamente adquirida y radicada en el organismo lo dispone a anticipar los resultados del lanzamiento. El sentido de acierto que le produce alcanzar un blanco o dar un golpe eficaz es el primer peldaño de una función postanimal de la verdad.”[1]

El Filósofo Peter Sloterdijk se refiere, en la cita, al tiempo en el cual, de un fondo natural de múltiples materiales naturales, el homínido, potencialmente sapiens, forma la idea de una piedra como elemento- herramienta que, a posteriori, le permitirá trabajar otros materiales, construir refugios, encender fuegos, dibujar, atacar y defender territorios, etc.

El arrojar la piedra hacia delante en función de un objetivo, es decir el imaginar una situación futura, y el trazado del viaje de la piedra, desde el sujeto que la arroja, para dar en un blanco muchas veces móvil, prefiguran un espacio humano dinámico, preparando el camino para el devenir del pensamiento abstracto, especulativo y proyectual.  

El Proyecto propicia dinámicas intelectuales y materiales.  La evolución de lo técnico, que nace con el uso de la piedra herramental, estará condicionada por la evolución física y psíquica del hombre, y también por la evolución del hábitat humano que será, propongo, asimismo hábitat técnico de lo técnico. Dice Sloterdijk:

 “Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo espontaneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento.”[2]

Del tiempo, en el cual el hombre primitivo proyecto la piedra sobre la naturaleza no humana y humana, nace la horda como organización social. La horda primigenia, comenzaría así una genealogía técnica del hábitat inmunológico de distanciamiento y control respecto del entorno; en términos de Sloterdijk, una primera  insularización, es decir una conformación social-humana, capaz de actuar y proyectar en conjunto su propio hábitat. Dice Sloterdijk:

“El termino insularización, recuérdese, nos había servido, en primera instancia para conceptualizar la secesión de la humanidad de las hordas con respecto a la vieja naturaleza.”[3]

Según Sloterdijk, las islas humanas, tuvieron por finalidad el constituir ámbitos en cuyos centros, resguardados por límites en donde de se ejerce la defensa interior y el ataque hacia el exterior, se incuban seres humanos.

En las islas humanas se proyectaron normas para la administración del hábitat y los hábitos, con el objeto de regular la incubación de hombres[4]. En este marco lo técnico fue regido también por normas, que dirigieron su evolución, según reglas de usos y significaciones diversas. Por lo tanto, en las islas, se desarrollaron igualmente, normas para los hombres, y normas para las organizaciones técnicas.

El Ingeniero y filósofo francés Gilbert Simondon estableció, en ‘El modo de existencia de los objetos técnicos’, tres categorías evolutivas para las entidades técnicas, estas son: Elemento Técnico, Individuo Técnico y Conjunto Técnico. Cada categoría hace su aparición en un determinado momento histórico, constituyendo una instancia de progreso que tiende hacia la individuación del objeto técnico, es decir hacia una saturación progresiva de sus capacidades para intercambiar energía y materia con un entorno específico, con la menor intervención humana posible. Respecto de la primera categoría dice Simondon:

“Los objetos técnicos infraindividuales pueden ser nombrados elementos técnicos; se distinguen de los verdaderos individuos en el sentido de que no poseen medio asociado; pueden integrarse en un individuo; una lámpara de cátodo caliente es un elemento técnico, más que un individuo técnico completo se la puede comparar con lo que es un órgano en un cuerpo vivo.”[5]

Simondon diferencia aquí, Elementos de Individuos Técnicos. Los primeros son independientes del entorno, pero no del hombre que los utiliza como herramientas para realizar un trabajo, mientras que los segundos requieren intercambiar materia y energía con entornos determinados, pero realizan el trabajo directamente, siendo el hombre solo un operador.

Los primeros elementos técnicos, fueron las herramientas que el hombre utilizo como completamiento y potenciación de sus propias fuerzas motrices, para fabricar objetos y, fundamentalmente, construir sus hábitats como esferas inmunológicas, reguladas técnicamente, para incubar linajes humanos y técnicos.

Por milenios, el Elemento Técnico se desarrolló, evoluciono y progreso como única manifestación del Objeto Técnico, teniendo en Occidente, expresiones progresivas, en cada momento de transformación significativa, de la cultura y las civilizaciones.

Para Simondon, los Objetos Técnicos, dadas sus mutaciones en el tiempo, no pueden entenderse desde una metafísica de la esencialidad inalterable, solo desde un estudio de las transformaciones de los mismos, desde estados de abstracción a estados de concretización, dados por saturaciones técnicas producto de invenciones sucesivas.
Pensados de este modo, los Objetos Técnicos son consecuencia de procesos de invención y no de ideas estancas. Los Objetos Técnicos, en su evolución, son devenir en intensidades variables.

La filosofía clásica que busca lo imperecedero de las cosas no es apropiada, según Simondon, para explicar el fenómeno técnico en su devenir; tampoco a su proyecto, y por lo tanto tampoco el sentido de los hábitats donde estos prosperan, donde estos se desarrollan y son inventados.

Simondon utiliza el concepto de invención[6], que si bien es similar a Proyecto en el sentido de una producción que se hace presente, se diferencia en el componente de lo nuevo como devenir; un devenir que se encuentra en la relación entre el hombre inventor que procesa información y el objeto técnico que recibe formas.

De un fondo de virtualidades, de repertorios materiales e intelectuales existentes, el hombre inventor selecciona información, como materia prima, para inventar formas. Se proyecta una invención desde lo dado, pero deviene nuevas formas de Objetos Técnicos. Dice Simondon:

“La relación de participación que vincula a las formas con el fondo es una relación que atraviesa el presente y difunde una influencia en el porvenir sobre el presente, de lo virtual sobre lo actual. Porque el fondo es el sistema de virtualidades, de potenciales, de fuerzas que caminan, mientras que las formas son el sistema de la actualidad. La invención es una asunción del sistema de la actualidad por parte del sistema de las virtualidades, la creación de un sistema único a partir de esos dos sistemas.” [7]

Con la invención de organizaciones técnicas más complejas, comienza la carrera hacia la concretización e individuación progresiva del Objeto Técnico. Simondon, sitúa en la Europa del siglo XVIII, el contexto histórico de la invención del Individuo Técnico, un nuevo tipo de Objeto Técnico que, en la forma de la Máquina, habrá de transformar radicalmente la isla humana.

Durante esta revolución técnica, los ámbitos proyectados acelerarán la extensión de la esfera inmunológica donde se incuban hombres y objetos técnicos. Hacia el final de esta etapa, en el umbral del siglo XIX, en las naciones industrialmente más avanzadas, especialmente Inglaterra, la Europa Occidental y Norteamérica, las ciudades-metrópolis se densificarán con habitantes provenientes de las áreas rurales y se transformarán sustancialmente, para dar lugar a la industria, mediante arquitecturas que concentraran diversos individuos técnicos.

Desde que las hordas más avanzadas técnicamente, proyectaron murallas de piedra en las grandes ciudades antiguas, el hombre definió un interior y una extensión a dominar. El Hombre de la era industrial llevará dicha extensión a todo el mundo, colonizándolo y dominándolo, para alimentar su poder técnico-industrial y comercial.

A fines del siglo XVIII, el Progreso Técnico transformara su sentido, de un sentido de sociedad, entre el hombre y la herramienta, para la realización de trabajos útiles y significativos, al Progreso Técnico Estratégico del poderío industrial-económico, posibilitado por el Individuo Técnico, representado en la Máquina Moderna.


PROGRESO - INDIVIDUO TÉCNICO Y SEGUNDA INSULARIZACIÓN.

 “El progreso del siglo XVIII es un progreso sentido por el individuo en la fuerza, la rapidez y la precisión de sus gestos. El del siglo XIX ya no puede ser experimentado por el individuo porque no está centrado en el como centro de dirección y percepción en la acción adaptada. El individuo se convierte solamente en el espectador de los resultados del funcionamiento de las máquinas,...”[8]

El Individuo Técnico se diferencia del elemento técnico, primero por estar asociado a un entorno, es decir una materia-energía presente en la naturaleza sin la cual no podría funcionar, pero fundamentalmente por estar formado por herramientas agrupadas en sustitución del trabajo directo del hombre, quien se ve restringido al papel de operador. Así los Objetos Técnicos se embarcan en un proceso de individuación técnica, es decir una independencia progresiva, respecto del hombre, para desarrollar un trabajo.

Mientras el Elemento Técnico, constituye un objeto más bien abstracto y cerrado, una herramienta independiente del entorno, en el Individuo Técnico, los elementos técnicos que lo conforman cual órganos a un organismo vivo complejo, lo tornan concreto en su posibilidad de intercambiar energía, materia y cualidades, directamente, con lo que Simondon denomina Entornos Tecno-Geográficos.

La evolución del Individuo Técnico, hacia una concretización interna y externa, mantendrá, sin embargo, rastros variables de abstracción, en cada Elemento Técnico constitutivo, que le permitirán, al hombre inventor, proyectar cambios menos o más radicales, en la búsqueda constante de menores regulaciones humanas, para mayores flujos de intercambio con los Entornos Tecno-Geográficos.

Cada evolución del Individuo Técnico será posible de ser estudiada por el grado de saturación relativa al desarrollo de los elementos técnicos que lo constituyen y el nivel de saturación técnica progresiva y concreta de todo el conjunto.

Para Simondon, el pasaje del Objeto Técnico abstracto al concreto por medio de saturaciones técnicas progresivas, es el Progreso Técnico propiamente dicho. Lo podríamos igualar al Progreso Moderno, en tanto se proyectan, constantemente, innovaciones en los Objetos Técnicos. De ahí la idea de ‘lo moderno’, de lo nuevo como superación de una instancia evolutiva menos sofisticada, a una más sofisticada, lo que se tradujo, también, en los hábitats técnicos. La sociedad entre el hombre y el Elemento Técnico herramental, en el taller, es a la vista del Progreso Técnico Moderno, superada por la capacidad productiva de la Maquina en la fábrica.
                   
Con el progreso técnico como independencia productiva de las maquinas, la población trabajadora se vio alienada, no solo de sus medios de producción, sino del trabajo mismo.
El hombre trabajador, pero también el burgués capitalista, no pudieron replantear sus lugares en el sistema productivo; lugares desde donde poder relacionarse con las máquinas de manera de entender su existencia, y proyectar una nueva sociedad del hombre entre las máquinas, en un nuevo hábitat, libre de dominación. Dice Simondon:

“Por el contrario, el individuo técnico se convierte durante un tiempo en el adversario del hombre, en su competidor, porque el hombre centralizaba en el la individualidad técnica en un tiempo en donde solo existían herramientas; la máquina toma el lugar del hombre porque el hombre cumplía una función de máquina, de portador de herramientas.”[9]

El progreso técnico industrial, estará enraizado desde entonces, en la capacidad de la máquina, como portadora cada vez más eficiente de herramientas, para disponer de la energía presente en los Entornos Tecno-Geográficos, no necesariamente en el reemplazo progresivo de la fuerza de trabajo humano, esto más bien es una consecuencia.

La utilización de la máquina en la industria –Revolución Industrial- generó una primera gran crisis entre grupos de humanos –los trabajadores- y objetos técnicos, hacia dentro de la isla de incubación, pero también hacia fuera.
La evolución de la máquina en este período, es la historia de una marcha sobre la naturaleza conquistada con el fin de proveer materias primas. Dice Simondon:

 “A esta fase corresponde una noción dramática y apasionada del progreso, que se convierte en violación de la naturaleza, conquista del mundo, captura de energías. Esta voluntad de poder se expresa a través de la desmesura tecnicista y tecnocrática de la era de la termodinámica, que tiene un giro a la vez profético y cataclismo.”[10]

El Individuo Técnico, en la figura de la máquina, saturará y concretizará también su hábitat, no solo seleccionando figuras del fondo de naturalezas y Elementos Técnicos, sino conformando grupos de individuos en esferas técnicas habitacionales, en fábricas, laboratorios, redes de ámbitos productivos, etc., que Simondon llamará Conjuntos Técnicos, y cuyo fin será posibilitar la conjunción de diversos Individuos técnicos y medios asociados, en pos de la producción de otros Objetos Técnicos y materialidades tecnificadas.

Durante este período, el aporte del Conjunto Técnico, al nivel de individuación estará condicionado, sin embargo, por una limitación respecto de la sociedad de los Individuos Técnicos que lo conforman. El Conjunto Técnico tendrá su salto evolutivo en el próximo periodo de desarrollo de la insularización humano-técnica.

Los tres tipos de Objetos Técnicos; Elementos, Individuos y Conjuntos, progresaran según lógicas de causalidades recurrentes, es decir que la evolución de los Elementos Técnicos repercutirá en los Individuos Técnicos y desde estos, en los Conjuntos Técnicos, y viceversa, lo que podría explicar la evolución exponencial de la esfera técnica desde la Primera Revolución Industrial a la actualidad.

En términos de Sloterdijk, el contexto de desarrollo progresivo de la maquina requirió de la organización de las poblaciones humanas en clases sociales, por medio de macro-tecnologías administrativas, como el Estado Nación, las instituciones educativas, y las primeras grandes corporaciones industriales. Tecnologías para la incubación de hombres de distinto tipo para distintos fines, gobernantes, elites financieras y comerciales, elites guerreras, elites tecno-científicas, masas de trabajadores, que formarán las poblaciones de los Estados. Sloterdijk identifica a este momento, con el desarrollo de la segunda ola de Insularización:

“Como segunda insularización habíamos entendido el uso del hombre por el hombre típico de las culturas superiores y la sociedad de clases, caracterizada por la dicotomía de la evolución en ofensivas zonas de grandes oportunidades y defensivas culturas paupérrimas.”[11]

En la etapa moderna de la segunda insularización, la máquina permitirá potenciar el despliegue de un nuevo hombre cosmopolita que viaja y conquista territorios técnicamente atrasados, pobres en el contexto del mercado internacional, pero ricos en recursos. Se concretizan nuevos Objetos Técnicos para la exploración terrestre y marítima, mediante nuevas máquinas, como individuos también cosmopolitas. Los Individuos cosmopolitas serán entonces, tanto hombres como máquinas, que viajan y colonizan, en busca de recursos.

Los rastreos incesantes, en territorios colonizados por potencias industriales, de materias primas a ser extraídas para alimentar a los Conjuntos Técnicos o ámbitos fabriles, acelerarán los tiempos para el acaecimiento de guerras cosmopolitas por dichos recursos, especialmente los relativos a tecnologías energéticamente termodinámicas.

Los imperios industriales, con sus choques armados mundiales, pondrán en crisis a la segunda insularización humano-técnica y sus tecnologías administrativas. Los Estados Nacionales deberán continuamente reforzar sus fronteras físicas y simbólicas, para mantenerse a flote. Las industrias de las potencias mundiales fabricarán propaganda político-cultural en este sentido.

Como reacción a un mundo de naciones en puja y crisis, a un mundo de mezclas cosmopolitas, surgirán figuras políticas singulares o plurales que practicarán discursos de unidad de la horda y anclaje a territorios patria. Dichos discursos, se opondrán, de alguna manera, al sujeto cosmopolita, pero defenderán al hombre nacional que coloniza y domina al hombre ‘otro’ y a la naturaleza.

Simondon desarrolló su teoría acerca del modo de existencia de los objetos técnicos entre la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y el establecimiento de la Guerra Fría como nuevo esquema del poder mundial. A pesar del pesimismo post-Hiroshima, Simondon propuso desarrollar una educación sobre la técnica que propicie una nueva relación con los Objetos Técnicos, insistiendo en la mediación de un hombre capaz de proyectar, no solo nuevas formas de Objetos Técnicos, sino también, nuevas formas de sociedades maquínicas y humano-maquínicas.

Para operar sobre la evolución de la forma en la máquina, de manera que suponga una superación de una metafísica del dominio cultural sobre los objetos técnicos, Simondon propondrá  acentuar la disposición, en las máquinas, de mantener un cierto grado de indeterminación en sus sistemas, de manera de permitir, por un lado el ingreso de nuevas formas técnicas por parte del hombre inventor, y por el otro, proyectar la vinculación social y solidaria entre máquinas diversas.  Dice Simondon:

“La máquina que está dotada de una alta tecnicidad es una máquina abierta, y el conjunto de máquinas abiertas supone al hombre como  organizador permanente, como interprete viviente de máquinas, unas en relación con otras.”[12]

Simondon predice el desarrollo de los Individuos Técnicos informacionales actuales, y nos advierte sobre la necesidad de ubicar al hombre en un lugar de mediación consciente entre los Individuos Técnicos, para direccionar su evolución según organizaciones de no-dominación, abiertas a las transformaciones debidas al devenir del contexto.

El imaginario de la Ciencia Ficción abunda en historias sobre máquinas autómatas con inteligencia y capacidad, no solo de remplazar el trabajo del hombre y de autoreplicarse, sino de gobernar al mundo y las poblaciones humanas, esclavizando todo lo viviente. Simondon nos recuerda que dentro de cada máquina, hay un gesto humano, que si la maquina domina es porque quien es mediador entre los entornos y la maquina así lo dispuso.

En términos de Sloterdijk, la ideología del dominio, propago sus instrucciones en el mundo de la técnica, y lo que se presenta como temor al dominio de la maquina sobre el hombre, evidentemente, no es otra cosa que el dominio del hombre sobre el hombre, en tanto la máquina es devenir del Objeto Técnico proyectado por el hombre desde el inicio de la historia.
Al utilizar, el hombre, a la máquina en su proyecto de dominación extensiva y extractiva, puso en peligro a la propia evolución y futuro de la máquina, pues una crisis del entorno vivo, es una potencial crisis en la esfera de existencia de las máquinas...

En el final de esta segunda era de la insularización humana, el Proyecto como practica social, aquel iniciado con la técnica de la piedra, que sobreviene forma técnica del Mundo proyectado en el ‘hacia delante’, define una nueva frontera a ser soslayada en el ‘hacia dentro’ de las formas de vida en general y del hombre en particular, con el surgimiento de la bioingeniería.
A través de la bioingeniería, la información, el texto y los códigos, harán de la máquina, una mediadora entre la vida. Los hombres no serán los mediadores entre las maquinas, sino las maquinas entre los hombres.

Desde la primera insularización, el hombre se proyecta a si mismo mediante diversas técnicas de normalización de los ámbitos y de las prácticas sociales. En el ocaso de la segunda insularización, el hombre será capaz de iniciar el desarrollo concreto de las técnicas para el proyecto de las formas vivientes y de los entornos, a través de las tecnologías informáticas.  El Conjunto Técnico, reflejado en aquel imaginario de la fábrica como ámbito da máxima complejidad, tomará la forma del mundo, en una tercera insularización articulada por millones de seres humanos interconectados por macro redes tecnologías, como internet.


REPRODUCCIÓN – CONJUNTO TÉCNICO Y TERCERA INSULORIZACIÓN

En la tercera insularización, entrado el siglo XXI, la onda expansiva del Proyecto de las islas incubadoras de humanos y objetos técnicos, cubrirán, mediante redes, todo el planeta.
Las áreas ricas de la civilización humana, estarán súper-conectadas, las pobres, infra-conectadas como reservas futuras.

En el sentido expresado por Sloterdijk, lo que llamamos  Globalización es una macro-esfera técnica inmunológica, radicalmente consumista de los recursos del entorno natural. Dicho entorno natural no contiene exterioridades a la isla humana, como todavía se podían encontrar en la primera y segunda Insularización, sino que todo recurso natural es interior a la isla. El Proyecto, como onda expansiva de la insularización humano-técnica, completa la forma del planeta y se transforma en intrayecto, un interior continuo, que incluye al propio organismo humano.

La materia-energía natural, que permite concretizar la macro-esfera global es, en mayor medida, no reproducible. En este sentido, la industria moderna fabrica serial-mente, consumiendo de manera irrecuperable, materias primas no-renovables. La producción industrial opera por repetición en el consumo y no por reproducción de aquello que permitiría alargar la existencia temporal, de los sistemas vivos y de los Objetos Técnicos.

Lo que se puede reproducir es lo cultivable mediante la forma de un cuidado de la energía, la materia y la vida. El cultivar como cuidar, requiere de tiempo. El hombre en su despliegue contemporáneo por la isla Humano-técnica carece, por un lado del tiempo para el cuidado de lo que no se corresponde directamente con su ser individuo, y por el otro, de la energía para el trabajo de cuidado, pues está energía, precisamente se extrae del ámbito a ser cuidado. Dice Sloterdijk:

“…Zarathustra acerca del ‘último hombre’. El último hombre en el individualismo de la era industrial ya no es el amigable positivista que ha inventado la felicidad, con sus pequeños placeres para el día y para la noche. El último hombre es, más bien, el hombre sin retorno. Este se construye en un mundo en el que ya no se reconoce primado alguno a la reproducción.”[13]

El último hombre, lo es, no por el advenimiento del superhombre de Nietzsche, sino porque es incapaz de volver a producir la mayor parte del material y la energía necesarios para la isla de incubación que le permiten sucederse y transformarse. El último hombre que consume y se consume; no sabe, no puede, o quizás, no se le permite, detenerse.

Esta ideología productiva de la no reproductibilidad, que denuncia Sloterdijk, neutraliza toda concreción de proyectos que busquen la generación de un nuevo ámbito humano-técnico. Existen propuestas alternativas, pero aún no logran constituirse como prácticas sociales extendidas e interiorizadas en la población mundial. Dice sloterdijk:

“Lo que llama la atención por primera vez en el caso del último de los seres humanos –el solitario sin retorno-, se pone continuamente de manifiesto en artículos de consumo no retornables, en materias primas no retornables, en especies animales no retornables. A la vista de cosas que se agotan o de naturalezas terminales, los últimos seres humanos no son capaces de sacar sus propias conclusiones.”[14]

En el modelo industrial energético-termodinámico de fines de la segunda ola de insularización e inicios de la tercera, los Conjuntos Técnicos, última evolución del Objeto Técnico, forman ámbitos para la incubación de grupos de Individuos Técnicos, donde el hombre recolecta lo producido por cada uno de los Individuos, relacionando tales producciones, pero manteniendo un grado lo más bajo posible de vinculación social entre los Individuos técnicos. Simondon ve en este control dominante un problema, tanto para la evolución de los Objetos Técnicos, como para el hombre, quien seguirá ampliando, de esta manera, su alienación respecto de las máquinas y del mundo industrializado, al no ubicarse en el sitio de complementariedad que, cree, le corresponde.

Simondon entiende que el hombre, además de inventar maquinas, debe mediar entre los procesos sinérgicos de información y formación de los objetos técnicos, permitiendo organizaciones sociales diversas entre máquinas, y entre hombres y máquinas.

Para la maquina también propone una nueva situación en los Conjuntos Técnicos, opuesta a la posibilidad de una individuación totalmente separada del hombre, es decir que Simondon estaba en contra de la idea de la maquina Autómata. Dice Simondon:

“La noción de autómata perfecto es una noción que se obtiene al traspasar un límite y esconde algo contradictorio: el autómata sería una máquina tan perfecta que al margen de indeterminación de su funcionamiento sería nulo, pero, sin embargo, podría recibir, interpretar o emitir información. Ahora bien, si el margen de indeterminación del funcionamiento es nulo, ya no hay variación posible; el funcionamiento se repite indefinidamente, y en consecuencia esta iteración no tiene significación.”[15]

Existen dos tipos de información, una presente en el ruido de la indeterminación, donde el azar y el caos tienen sitio difuso, y otra, donde el grado de indeterminación es mínimo.  La información determinada es, para Simondon, más bien forma y no información, y la forma es cualidad de la máquina.
Las máquinas son formas definidas por el hombre, con información que recibe de varias fuentes, incluyendo las mismas máquinas.
Las maquinas son los moldes que permiten captar lo idéntico, lo repetido, para que el hombre, en su situación de estar entre las máquinas, pueda distinguir informaciones nuevas, es decir, capar lo que queda por fuera de la determinación de la máquina.  Dice Simondon:

“Se puede decir que la forma, concebida como regularidad absoluta, tanto espacial como temporal, no es una información sino una condición de la información. La forma tiene una función de selectividad.”[16]

La información, es una necesidad de los seres vivientes en general y del hombre en particular, mientras que la maquina se sirve de formas, códigos y determinaciones, que le permiten funcionar. Con esto Simondon se diferencia de los que plantean una analogía mimética entre los sistemas de existencia de los seres vivientes y los sistemas de existencia de las máquinas.

Si la Tercera insularización es, según Sloterdijk, lo siguiente: “El tercer aislamiento insular produce, sobre el nivel de aquellas islas de grandes oportunidades, un individualismo postsocial,.... Para la construcción de la sociedad, la tercera ola necesita individuos, los cuales, a su vez, cada vez necesitan menos sociedad.”[17]

Lo que propuso Simondon,  sería proyectar un hábitat y una sociedad, donde hombres y maquinas se acoplen sin dominación de unos sobre otros; donde el hombre obre de mediador entre las máquinas para poder regular el origen, la cantidad y el destino de la energía como portadora de información, de manera de reducir la perdida de energía de los sistemas productivos termodinámicos,  tornando a los Conjuntos Técnicos en verdaderamente reproductivos y creativos.

En una dirección similar, Sloterdijk retoma el postulado de la información como material de proyecto verdaderamente existencial. Si con Simondon la información es la condición para la invención de formas técnicas externas al hombre, en la teoría de Sloterdijk, la integración y acople es total. La información proyectada e introducida a través de la biogenética, toma la forma de máquinas acopladas celularmente al hombre. Dice Sloterdijk:
“En la frase ‘hay información’ hay implicadas otras frases: hay sistemas, hay recuerdos, hay culturas, hay inteligencia artificial, e incluso la oración ‘hay genes’ solo puede ser entendida como el producto de una situación nueva: muestra la transferencia exitosa del principio de información a la esfera de la naturaleza.”[18]
Sloterdijk propone proyectar una ‘homeotécnica’ que se desempeñe como regulación operativa y ética de las nuevas tecnologías informacionales, en oposición a una concepción actual de la técnica, como un tipo de dominación del hombre sobre el hombre,  la naturaleza y los objetos técnicos, que tiende a socializaciones no sociales, instaurando una insularización global replicante de esta modalidad.
La constitución de un mundo sin sociedades de dominación, en el sentido expresado por Simondon y Sloterdijk, no podrá ser posible en la modalidad de un proyecto simplificado, funcionalista y sobre-determinado por ideas estancas. En este sentido lo propuesto por la Dra. María Ledesma respecto de pensar nuevas lógicas para el Proyecto, de los Objetos técnicos y ámbitos humanos, que incorporen las complejidades de sentidos y significaciones del mundo contemporáneo y sus diversos contextos, es una alternativa fundamental. Dice la Dra. Ledesma:
“El proyecto se caracteriza por su cualidad de transformación. A esa cualidad de transformación le corresponden un tipo de pensamiento (diferente al racional pero también del irracional) caracterizado por la incertidumbre, la búsqueda de problemas, la presencia de soluciones diversas, el poder de lo aleatorio, la valoración del contexto –características de la nueva racionalidad- y la ‘irracionalidad’ poética.”[19]
El hombre del Proyecto de los Objetos Técnicos y los ámbitos de incubación humana, tiene una gran responsabilidad y trabajo por delante, en la transformación de un mundo que necesita de cuidados, de solidaridad entre los hombres y los pueblos, y de poesía, fundamentales para una cultura humano-técnica nueva.


Bibliografía:
Bibliografía citada:
-        Sloterdijk, Peter. “Sin Salvación. La domesticación del ser.”, editorial AKAL. Madrid. 2001.
-        Sloterdijk, Peter. “El Hombre Operable”. Revista Observaciones Filosóficas. 2006. Indexada en Base de Datos de la Universidad Complutense de Madrid, UBA, Catalogada en UNIVERSIA.net Directorio de  la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC);  DIALNET Directorio de publicaciones científicas hispanoamericanas; Asociada al Postgrado en Filosofía ­ Pontificia  Universidad Católica de Valparaíso y al Grupo THEORIA Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado. Editor: Dr. Adolfo Vásquez Rocca
-        Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002. 
-        Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008.
-        Ledesma, María. “EPISTEMOLOGIA DEL PROYECTO (o en contra del carácter ‘científico’ del proyecto)”.

Bibliografía consultada:
-        Heidegger, Martin. “Caminos de Bosque (El Origen de la Obra de Arte – La Época de la Imagen del Mundo)”, editorial Alianza. Madrid. 2010.
-        Heidegger, Martin. “Cartas al Humanismo”, editorial Alianza. Madrid. 2006.
-        Doberti, Roberto. “Espacialidades”, editorial Infinito, Buenos Aires, 2008.
-        Doberti, Roberto. “Fundamentos de la Teoría del Habitar”, editorial Universidad Metropolitana para la Educación y el trabajo, Buenos Aires, 2014.



[1] Sloterdijk, Peter. “Sin Salvación. La domesticación del ser.”, editorial AKAL. Madrid. 2001. Pág.: 118.
[2] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 25
[3] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 96.
[4] Con el objetivo de hacer coincidir el presente escrito, con las referencias teórico-bibliográficas, utilizo “Hombre”, en lugar de Sujeto u otra denominación.
[5] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 85.
[6] Inventar viene invento y este del latín: Inventus. Prefijo In: en (dentro) y verbo latino venire (venir y  andar).
[7] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 79.
[8] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 134.
[9] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 37.
[10] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 37.
[11] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 97.
[12] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 33.
[13] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 102.
[14] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 102.
[15] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 156.
[16] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 154.
[17] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 97.
[18] Sloterdijk, Peter. “El Hombre Operable”. Revista Observaciones Filosóficas. 2006.  Pág.: 8.
[19] Ledesma, María. “EPISTEMOLOGIA DEL PROYECTO (o en contra del carácter ‘científico’ del proyecto)”.

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