Círculo Negro - Kazimir Malevich
PROYECTO –
ELEMENTO TÉCNICO Y PRIMERA INSULARIZACIÓN.
“Los límites
de mis lanzamientos son los límites de mi mundo. La mirada que observa una
piedra que se arroja es la primera forma de teoría. Si el hombre es el animal
que tiene un proyecto, es porque una competencia tempranamente adquirida y
radicada en el organismo lo dispone a anticipar los resultados del lanzamiento.
El sentido de acierto que le produce alcanzar un blanco o dar un golpe eficaz
es el primer peldaño de una función postanimal de la verdad.”[1]
El Filósofo Peter Sloterdijk se refiere, en la cita, al
tiempo en el cual, de un fondo natural de múltiples materiales naturales, el homínido,
potencialmente sapiens, forma la idea de una piedra como elemento- herramienta
que, a posteriori, le permitirá trabajar otros materiales, construir refugios, encender
fuegos, dibujar, atacar y defender territorios, etc.
El arrojar la piedra hacia delante en función de un
objetivo, es decir el imaginar una situación futura, y el trazado del viaje de la
piedra, desde el sujeto que la arroja, para dar en un blanco muchas veces
móvil, prefiguran un espacio humano dinámico, preparando el camino para el devenir
del pensamiento abstracto, especulativo y proyectual.
El Proyecto propicia dinámicas intelectuales y materiales. La evolución de lo técnico, que nace con el
uso de la piedra herramental, estará condicionada por la evolución física y
psíquica del hombre, y también por la evolución del hábitat humano que será,
propongo, asimismo hábitat técnico de lo técnico. Dice Sloterdijk:
“Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas
como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo
espontaneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior
por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento.”[2]
Del tiempo, en el cual el hombre primitivo
proyecto la piedra sobre la naturaleza no humana y humana, nace la horda como
organización social. La horda primigenia, comenzaría así una genealogía técnica
del hábitat inmunológico de distanciamiento y control respecto del entorno; en
términos de Sloterdijk, una primera insularización,
es decir una conformación social-humana, capaz de actuar y proyectar en
conjunto su propio hábitat. Dice Sloterdijk:
“El termino
insularización, recuérdese, nos había servido, en primera instancia para
conceptualizar la secesión de la humanidad de las hordas con respecto a la
vieja naturaleza.”[3]
Según Sloterdijk, las islas humanas, tuvieron por finalidad
el constituir ámbitos en cuyos centros, resguardados por límites en donde de se
ejerce la defensa interior y el ataque hacia el exterior, se incuban seres
humanos.
En las islas humanas se proyectaron normas para la
administración del hábitat y los hábitos, con el objeto de regular la
incubación de hombres[4].
En este marco lo técnico fue regido también por normas, que dirigieron su
evolución, según reglas de usos y significaciones diversas. Por lo tanto, en
las islas, se desarrollaron igualmente, normas para los hombres, y normas para
las organizaciones técnicas.
El Ingeniero y filósofo francés Gilbert Simondon estableció,
en ‘El modo de existencia de los objetos técnicos’, tres categorías evolutivas
para las entidades técnicas, estas son: Elemento Técnico, Individuo Técnico y
Conjunto Técnico. Cada categoría hace su aparición en un determinado momento
histórico, constituyendo una instancia de progreso que tiende hacia la
individuación del objeto técnico, es decir hacia una saturación progresiva de sus
capacidades para intercambiar energía y materia con un entorno específico, con
la menor intervención humana posible. Respecto de la primera categoría dice
Simondon:
“Los objetos
técnicos infraindividuales pueden ser nombrados elementos técnicos; se
distinguen de los verdaderos individuos en el sentido de que no poseen medio
asociado; pueden integrarse en un individuo; una lámpara de cátodo caliente es
un elemento técnico, más que un individuo técnico completo se la puede comparar
con lo que es un órgano en un cuerpo vivo.”[5]
Simondon diferencia aquí, Elementos de Individuos
Técnicos. Los primeros son independientes del entorno, pero no del hombre que
los utiliza como herramientas para realizar un trabajo, mientras que los
segundos requieren intercambiar materia y energía con entornos determinados,
pero realizan el trabajo directamente, siendo el hombre solo un operador.
Los primeros elementos técnicos, fueron las
herramientas que el hombre utilizo como completamiento y potenciación de sus
propias fuerzas motrices, para fabricar objetos y, fundamentalmente, construir
sus hábitats como esferas inmunológicas, reguladas técnicamente, para incubar
linajes humanos y técnicos.
Por milenios, el Elemento Técnico se desarrolló,
evoluciono y progreso como única manifestación del Objeto Técnico, teniendo en
Occidente, expresiones progresivas, en cada momento de transformación significativa,
de la cultura y las civilizaciones.
Para Simondon, los Objetos Técnicos, dadas sus mutaciones
en el tiempo, no pueden entenderse desde una metafísica de la esencialidad
inalterable, solo desde un estudio de las transformaciones de los mismos, desde
estados de abstracción a estados de concretización, dados por saturaciones técnicas
producto de invenciones sucesivas.
Pensados de este modo, los Objetos Técnicos son consecuencia
de procesos de invención y no de ideas estancas. Los Objetos Técnicos, en su
evolución, son devenir en intensidades variables.
La filosofía clásica que busca lo imperecedero de
las cosas no es apropiada, según Simondon, para explicar el fenómeno técnico en
su devenir; tampoco a su proyecto, y por lo tanto tampoco el sentido de los
hábitats donde estos prosperan, donde estos se desarrollan y son inventados.
Simondon utiliza el concepto de invención[6],
que si bien es similar a Proyecto en el sentido de una producción que se hace
presente, se diferencia en el componente de lo nuevo como devenir; un devenir
que se encuentra en la relación entre el hombre inventor que procesa
información y el objeto técnico que recibe formas.
De un fondo de virtualidades, de repertorios
materiales e intelectuales existentes, el hombre inventor selecciona
información, como materia prima, para inventar formas. Se proyecta una
invención desde lo dado, pero deviene nuevas formas de Objetos Técnicos. Dice
Simondon:
“La relación
de participación que vincula a las formas con el fondo es una relación que
atraviesa el presente y difunde una influencia en el porvenir sobre el
presente, de lo virtual sobre lo actual. Porque el fondo es el sistema de
virtualidades, de potenciales, de fuerzas que caminan, mientras que las formas
son el sistema de la actualidad. La invención es una asunción del sistema de la
actualidad por parte del sistema de las virtualidades, la creación de un
sistema único a partir de esos dos sistemas.” [7]
Con la invención de organizaciones técnicas más
complejas, comienza la carrera hacia la concretización e individuación
progresiva del Objeto Técnico. Simondon, sitúa en la Europa del siglo XVIII, el
contexto histórico de la invención del Individuo Técnico, un nuevo tipo de Objeto
Técnico que, en la forma de la Máquina, habrá de transformar radicalmente la isla
humana.
Durante esta revolución técnica, los ámbitos
proyectados acelerarán la extensión de la esfera inmunológica donde se incuban
hombres y objetos técnicos. Hacia el final de esta etapa, en el umbral del
siglo XIX, en las naciones industrialmente más avanzadas, especialmente
Inglaterra, la Europa Occidental y Norteamérica, las ciudades-metrópolis se
densificarán con habitantes provenientes de las áreas rurales y se
transformarán sustancialmente, para dar lugar a la industria, mediante arquitecturas
que concentraran diversos individuos técnicos.
Desde que las hordas más avanzadas técnicamente, proyectaron
murallas de piedra en las grandes ciudades antiguas, el hombre definió un
interior y una extensión a dominar. El Hombre de la era industrial llevará
dicha extensión a todo el mundo, colonizándolo y dominándolo, para alimentar su
poder técnico-industrial y comercial.
A fines del siglo XVIII, el Progreso Técnico
transformara su sentido, de un sentido de sociedad, entre el hombre y la
herramienta, para la realización de trabajos útiles y significativos, al
Progreso Técnico Estratégico del poderío industrial-económico, posibilitado por
el Individuo Técnico, representado en la Máquina Moderna.
PROGRESO - INDIVIDUO
TÉCNICO Y SEGUNDA INSULARIZACIÓN.
“El progreso del siglo XVIII es un progreso
sentido por el individuo en la fuerza, la rapidez y la precisión de sus gestos.
El del siglo XIX ya no puede ser experimentado por el individuo porque no está
centrado en el como centro de dirección y percepción en la acción adaptada. El
individuo se convierte solamente en el espectador de los resultados del
funcionamiento de las máquinas,...”[8]
El Individuo Técnico se diferencia del elemento
técnico, primero por estar asociado a un entorno, es decir una materia-energía
presente en la naturaleza sin la cual no podría funcionar, pero fundamentalmente
por estar formado por herramientas agrupadas en sustitución del trabajo directo
del hombre, quien se ve restringido al papel de operador. Así los Objetos Técnicos
se embarcan en un proceso de individuación técnica, es decir una independencia progresiva,
respecto del hombre, para desarrollar un trabajo.
Mientras el Elemento Técnico, constituye un objeto
más bien abstracto y cerrado, una herramienta independiente del entorno, en el
Individuo Técnico, los elementos técnicos que lo conforman cual órganos a un
organismo vivo complejo, lo tornan concreto en su posibilidad de intercambiar energía,
materia y cualidades, directamente, con lo que Simondon denomina Entornos
Tecno-Geográficos.
La evolución del Individuo Técnico, hacia una
concretización interna y externa, mantendrá, sin embargo, rastros variables de abstracción,
en cada Elemento Técnico constitutivo, que le permitirán, al hombre inventor,
proyectar cambios menos o más radicales, en la búsqueda constante de menores
regulaciones humanas, para mayores flujos de intercambio con los Entornos Tecno-Geográficos.
Cada evolución del Individuo Técnico será posible
de ser estudiada por el grado de saturación relativa al desarrollo de los
elementos técnicos que lo constituyen y el nivel de saturación técnica
progresiva y concreta de todo el conjunto.
Para Simondon, el pasaje del Objeto Técnico abstracto
al concreto por medio de saturaciones técnicas progresivas, es el Progreso
Técnico propiamente dicho. Lo podríamos igualar al Progreso Moderno, en tanto se
proyectan, constantemente, innovaciones en los Objetos Técnicos. De ahí la idea
de ‘lo moderno’, de lo nuevo como superación de una instancia evolutiva menos sofisticada,
a una más sofisticada, lo que se tradujo, también, en los hábitats técnicos. La
sociedad entre el hombre y el Elemento Técnico herramental, en el taller, es a
la vista del Progreso Técnico Moderno, superada por la capacidad productiva de
la Maquina en la fábrica.
Con el progreso técnico como independencia
productiva de las maquinas, la población trabajadora se vio alienada, no solo
de sus medios de producción, sino del trabajo mismo.
El hombre trabajador, pero también el burgués
capitalista, no pudieron replantear sus lugares en el sistema productivo;
lugares desde donde poder relacionarse con las máquinas de manera de entender
su existencia, y proyectar una nueva sociedad del hombre entre las máquinas, en
un nuevo hábitat, libre de dominación. Dice Simondon:
“Por el
contrario, el individuo técnico se convierte durante un tiempo en el adversario
del hombre, en su competidor, porque el hombre centralizaba en el la
individualidad técnica en un tiempo en donde solo existían herramientas; la
máquina toma el lugar del hombre porque el hombre cumplía una función de
máquina, de portador de herramientas.”[9]
El progreso técnico industrial, estará enraizado desde
entonces, en la capacidad de la máquina, como portadora cada vez más eficiente
de herramientas, para disponer de la energía presente en los Entornos Tecno-Geográficos,
no necesariamente en el reemplazo progresivo de la fuerza de trabajo humano,
esto más bien es una consecuencia.
La utilización de la máquina en la industria
–Revolución Industrial- generó una primera gran crisis entre grupos de humanos
–los trabajadores- y objetos técnicos, hacia dentro de la isla de incubación,
pero también hacia fuera.
La evolución de la máquina en este período, es la
historia de una marcha sobre la naturaleza conquistada con el fin de proveer materias
primas. Dice Simondon:
“A esta fase corresponde una noción dramática
y apasionada del progreso, que se convierte en violación de la naturaleza,
conquista del mundo, captura de energías. Esta voluntad de poder se expresa a
través de la desmesura tecnicista y tecnocrática de la era de la termodinámica,
que tiene un giro a la vez profético y cataclismo.”[10]
El Individuo Técnico, en la figura de la máquina,
saturará y concretizará también su hábitat, no solo seleccionando figuras del
fondo de naturalezas y Elementos Técnicos, sino conformando grupos de
individuos en esferas técnicas habitacionales, en fábricas, laboratorios, redes
de ámbitos productivos, etc., que Simondon llamará Conjuntos Técnicos, y cuyo
fin será posibilitar la conjunción de diversos Individuos técnicos y medios
asociados, en pos de la producción de otros Objetos Técnicos y materialidades
tecnificadas.
Durante este período, el aporte del Conjunto Técnico,
al nivel de individuación estará condicionado, sin embargo, por una limitación respecto
de la sociedad de los Individuos Técnicos que lo conforman. El Conjunto Técnico
tendrá su salto evolutivo en el próximo periodo de desarrollo de la
insularización humano-técnica.
Los tres tipos de Objetos Técnicos; Elementos,
Individuos y Conjuntos, progresaran según lógicas de causalidades recurrentes,
es decir que la evolución de los Elementos Técnicos repercutirá en los Individuos
Técnicos y desde estos, en los Conjuntos Técnicos, y viceversa, lo que podría
explicar la evolución exponencial de la esfera técnica desde la Primera
Revolución Industrial a la actualidad.
En términos de Sloterdijk, el contexto de desarrollo
progresivo de la maquina requirió de la organización de las poblaciones humanas
en clases sociales, por medio de macro-tecnologías administrativas, como el
Estado Nación, las instituciones educativas, y las primeras grandes
corporaciones industriales. Tecnologías para la incubación de hombres de
distinto tipo para distintos fines, gobernantes, elites financieras y
comerciales, elites guerreras, elites tecno-científicas, masas de trabajadores,
que formarán las poblaciones de los Estados. Sloterdijk identifica a este
momento, con el desarrollo de la segunda ola de Insularización:
“Como
segunda insularización habíamos entendido el uso del hombre por el hombre
típico de las culturas superiores y la sociedad de clases, caracterizada por la
dicotomía de la evolución en ofensivas zonas de grandes oportunidades y
defensivas culturas paupérrimas.”[11]
En la etapa moderna de la segunda insularización,
la máquina permitirá potenciar el despliegue de un nuevo hombre cosmopolita que
viaja y conquista territorios técnicamente atrasados, pobres en el contexto del
mercado internacional, pero ricos en recursos. Se concretizan nuevos Objetos Técnicos
para la exploración terrestre y marítima, mediante nuevas máquinas, como
individuos también cosmopolitas. Los Individuos cosmopolitas serán entonces,
tanto hombres como máquinas, que viajan y colonizan, en busca de recursos.
Los rastreos incesantes, en territorios colonizados
por potencias industriales, de materias primas a ser extraídas para alimentar a
los Conjuntos Técnicos o ámbitos fabriles, acelerarán los tiempos para el acaecimiento
de guerras cosmopolitas por dichos recursos, especialmente los relativos a
tecnologías energéticamente termodinámicas.
Los imperios industriales, con sus choques armados
mundiales, pondrán en crisis a la segunda insularización humano-técnica y sus
tecnologías administrativas. Los Estados Nacionales deberán continuamente
reforzar sus fronteras físicas y simbólicas, para mantenerse a flote. Las
industrias de las potencias mundiales fabricarán propaganda político-cultural
en este sentido.
Como reacción a un mundo de naciones en puja y
crisis, a un mundo de mezclas cosmopolitas, surgirán figuras políticas
singulares o plurales que practicarán discursos de unidad de la horda y anclaje
a territorios patria. Dichos discursos, se opondrán, de alguna manera, al sujeto
cosmopolita, pero defenderán al hombre nacional que coloniza y domina al hombre
‘otro’ y a la naturaleza.
Simondon desarrolló su teoría acerca del modo de
existencia de los objetos técnicos entre la posguerra de la Segunda Guerra Mundial
y el establecimiento de la Guerra Fría como nuevo esquema del poder mundial. A
pesar del pesimismo post-Hiroshima, Simondon propuso desarrollar una educación sobre
la técnica que propicie una nueva relación con los Objetos Técnicos, insistiendo
en la mediación de un hombre capaz de proyectar, no solo nuevas formas de
Objetos Técnicos, sino también, nuevas formas de sociedades maquínicas y
humano-maquínicas.
Para operar sobre la evolución de la forma en la
máquina, de manera que suponga una superación de una metafísica del dominio
cultural sobre los objetos técnicos, Simondon propondrá acentuar la disposición, en las máquinas, de
mantener un cierto grado de indeterminación en sus sistemas, de manera de
permitir, por un lado el ingreso de nuevas formas técnicas por parte del hombre
inventor, y por el otro, proyectar la vinculación social y solidaria entre
máquinas diversas. Dice Simondon:
“La máquina
que está dotada de una alta tecnicidad es una máquina abierta, y el conjunto de
máquinas abiertas supone al hombre como
organizador permanente, como interprete viviente de máquinas, unas en
relación con otras.”[12]
Simondon predice el desarrollo de los Individuos
Técnicos informacionales actuales, y nos advierte sobre la necesidad de ubicar
al hombre en un lugar de mediación consciente entre los Individuos Técnicos, para
direccionar su evolución según organizaciones de no-dominación, abiertas a las
transformaciones debidas al devenir del contexto.
El imaginario de la Ciencia Ficción abunda en historias
sobre máquinas autómatas con inteligencia y capacidad, no solo de remplazar el
trabajo del hombre y de autoreplicarse, sino de gobernar al mundo y las
poblaciones humanas, esclavizando todo lo viviente. Simondon nos recuerda que
dentro de cada máquina, hay un gesto humano, que si la maquina domina es porque
quien es mediador entre los entornos y la maquina así lo dispuso.
En términos de Sloterdijk, la ideología del
dominio, propago sus instrucciones en el mundo de la técnica, y lo que se
presenta como temor al dominio de la maquina sobre el hombre, evidentemente, no
es otra cosa que el dominio del hombre sobre el hombre, en tanto la máquina es
devenir del Objeto Técnico proyectado por el hombre desde el inicio de la
historia.
Al utilizar, el hombre, a la máquina en su proyecto
de dominación extensiva y extractiva, puso en peligro a la propia evolución y
futuro de la máquina, pues una crisis del entorno vivo, es una potencial crisis
en la esfera de existencia de las máquinas...
En el final de esta segunda era de la
insularización humana, el Proyecto como practica social, aquel iniciado con la técnica
de la piedra, que sobreviene forma técnica del Mundo proyectado en el ‘hacia delante’,
define una nueva frontera a ser soslayada en el ‘hacia dentro’ de las formas de
vida en general y del hombre en particular, con el surgimiento de la
bioingeniería.
A través de la bioingeniería, la información, el
texto y los códigos, harán de la máquina, una mediadora entre la vida. Los
hombres no serán los mediadores entre las maquinas, sino las maquinas entre los
hombres.
Desde la primera insularización, el hombre se
proyecta a si mismo mediante diversas técnicas de normalización de los ámbitos
y de las prácticas sociales. En el ocaso de la segunda insularización, el
hombre será capaz de iniciar el desarrollo concreto de las técnicas para el
proyecto de las formas vivientes y de los entornos, a través de las tecnologías
informáticas. El Conjunto Técnico, reflejado
en aquel imaginario de la fábrica como ámbito da máxima complejidad, tomará la
forma del mundo, en una tercera insularización articulada por millones de seres
humanos interconectados por macro redes tecnologías, como internet.
REPRODUCCIÓN
– CONJUNTO TÉCNICO Y TERCERA INSULORIZACIÓN
En la tercera insularización, entrado el siglo
XXI, la onda expansiva del Proyecto de las islas incubadoras de humanos y
objetos técnicos, cubrirán, mediante redes, todo el planeta.
Las áreas ricas de la civilización humana, estarán
súper-conectadas, las pobres, infra-conectadas como reservas futuras.
En el sentido expresado por Sloterdijk, lo que llamamos Globalización es una macro-esfera técnica
inmunológica, radicalmente consumista de los recursos del entorno natural.
Dicho entorno natural no contiene exterioridades a la isla humana, como todavía
se podían encontrar en la primera y segunda Insularización, sino que todo
recurso natural es interior a la isla. El Proyecto, como onda expansiva de la
insularización humano-técnica, completa la forma del planeta y se transforma en
intrayecto, un interior continuo, que incluye al propio organismo humano.
La materia-energía natural, que permite concretizar
la macro-esfera global es, en mayor medida, no reproducible. En este sentido,
la industria moderna fabrica serial-mente, consumiendo de manera irrecuperable,
materias primas no-renovables. La producción industrial opera por repetición en
el consumo y no por reproducción de aquello que permitiría alargar la
existencia temporal, de los sistemas vivos y de los Objetos Técnicos.
Lo que se puede reproducir es lo cultivable mediante la
forma de un cuidado de la energía, la materia y la vida. El cultivar como cuidar,
requiere de tiempo. El hombre en su despliegue contemporáneo por la isla
Humano-técnica carece, por un lado del tiempo para el cuidado de lo que no se
corresponde directamente con su ser individuo, y por el otro, de la energía
para el trabajo de cuidado, pues está energía, precisamente se extrae del
ámbito a ser cuidado. Dice Sloterdijk:
“…Zarathustra
acerca del ‘último hombre’. El último hombre en el individualismo de la era
industrial ya no es el amigable positivista que ha inventado la felicidad, con
sus pequeños placeres para el día y para la noche. El último hombre es, más
bien, el hombre sin retorno. Este se construye en un mundo en el que ya no se
reconoce primado alguno a la reproducción.”[13]
El último hombre, lo es, no por el advenimiento
del superhombre de Nietzsche, sino porque es incapaz de volver a producir la
mayor parte del material y la energía necesarios para la isla de incubación que
le permiten sucederse y transformarse. El último hombre que consume y se
consume; no sabe, no puede, o quizás, no se le permite, detenerse.
Esta ideología productiva de la no
reproductibilidad, que denuncia Sloterdijk, neutraliza toda concreción de
proyectos que busquen la generación de un nuevo ámbito humano-técnico. Existen propuestas
alternativas, pero aún no logran constituirse como prácticas sociales extendidas
e interiorizadas en la población mundial. Dice sloterdijk:
“Lo que
llama la atención por primera vez en el caso del último de los seres humanos
–el solitario sin retorno-, se pone continuamente de manifiesto en artículos de
consumo no retornables, en materias primas no retornables, en especies animales
no retornables. A la vista de cosas que se agotan o de naturalezas terminales,
los últimos seres humanos no son capaces de sacar sus propias conclusiones.”[14]
En el modelo industrial energético-termodinámico de fines de
la segunda ola de insularización e inicios de la tercera, los Conjuntos Técnicos,
última evolución del Objeto Técnico, forman ámbitos para la incubación de
grupos de Individuos Técnicos, donde el hombre recolecta lo producido por cada
uno de los Individuos, relacionando tales producciones, pero manteniendo un
grado lo más bajo posible de vinculación social entre los Individuos técnicos. Simondon
ve en este control dominante un problema, tanto para la evolución de los
Objetos Técnicos, como para el hombre, quien seguirá ampliando, de esta manera,
su alienación respecto de las máquinas y del mundo industrializado, al no ubicarse
en el sitio de complementariedad que, cree, le corresponde.
Simondon entiende que el hombre, además de inventar maquinas,
debe mediar entre los procesos sinérgicos de información y formación de los
objetos técnicos, permitiendo organizaciones sociales diversas entre máquinas,
y entre hombres y máquinas.
Para la maquina también propone una nueva situación en los
Conjuntos Técnicos, opuesta a la posibilidad de una individuación totalmente
separada del hombre, es decir que Simondon estaba en contra de la idea de la
maquina Autómata. Dice Simondon:
“La noción
de autómata perfecto es una noción que se obtiene al traspasar un límite y
esconde algo contradictorio: el autómata sería una máquina tan perfecta que al
margen de indeterminación de su funcionamiento sería nulo, pero, sin embargo,
podría recibir, interpretar o emitir información. Ahora bien, si el margen de
indeterminación del funcionamiento es nulo, ya no hay variación posible; el
funcionamiento se repite indefinidamente, y en consecuencia esta iteración no
tiene significación.”[15]
Existen dos tipos de información, una presente en el ruido
de la indeterminación, donde el azar y el caos tienen sitio difuso, y otra,
donde el grado de indeterminación es mínimo. La información determinada es, para Simondon,
más bien forma y no información, y la forma es cualidad de la máquina.
Las máquinas son formas definidas por el hombre,
con información que recibe de varias fuentes, incluyendo las mismas máquinas.
Las maquinas son los moldes que permiten captar lo
idéntico, lo repetido, para que el hombre, en su situación de estar entre las
máquinas, pueda distinguir informaciones nuevas, es decir, capar lo que queda
por fuera de la determinación de la máquina. Dice Simondon:
“Se puede
decir que la forma, concebida como regularidad absoluta, tanto espacial como
temporal, no es una información sino una condición de la información. La forma
tiene una función de selectividad.”[16]
La información, es una necesidad de los seres vivientes
en general y del hombre en particular, mientras que la maquina se sirve de
formas, códigos y determinaciones, que le permiten funcionar. Con esto Simondon
se diferencia de los que plantean una analogía mimética entre los sistemas de
existencia de los seres vivientes y los sistemas de existencia de las máquinas.
Si la Tercera insularización es, según Sloterdijk,
lo siguiente: “El tercer aislamiento
insular produce, sobre el nivel de aquellas islas de grandes oportunidades, un individualismo postsocial,.... Para la
construcción de la sociedad, la tercera ola necesita individuos, los cuales, a
su vez, cada vez necesitan menos sociedad.”[17]
Lo que propuso Simondon, sería proyectar un hábitat y una sociedad,
donde hombres y maquinas se acoplen sin dominación de unos sobre otros; donde
el hombre obre de mediador entre las máquinas para poder regular el origen, la
cantidad y el destino de la energía como portadora de información, de manera de
reducir la perdida de energía de los sistemas productivos termodinámicos, tornando a los Conjuntos Técnicos en verdaderamente
reproductivos y creativos.
En una dirección similar, Sloterdijk retoma el postulado de
la información como material de proyecto verdaderamente existencial. Si con
Simondon la información es la condición para la invención de formas técnicas
externas al hombre, en la teoría de Sloterdijk, la integración y acople es
total. La información proyectada e introducida a través de la biogenética, toma
la forma de máquinas acopladas celularmente al hombre. Dice Sloterdijk:
“En la frase ‘hay
información’ hay implicadas otras frases: hay sistemas, hay recuerdos, hay
culturas, hay inteligencia artificial, e incluso la oración ‘hay genes’ solo
puede ser entendida como el producto de una situación nueva: muestra la
transferencia exitosa del principio de información a la esfera de la
naturaleza.”[18]
Sloterdijk propone proyectar una ‘homeotécnica’ que se
desempeñe como regulación operativa y ética de las nuevas tecnologías informacionales,
en oposición a una concepción actual de la técnica, como un tipo de dominación del
hombre sobre el hombre, la naturaleza y
los objetos técnicos, que tiende a socializaciones no sociales, instaurando una
insularización global replicante de esta modalidad.
La constitución de un mundo sin sociedades de dominación, en
el sentido expresado por Simondon y Sloterdijk, no podrá ser posible en la
modalidad de un proyecto simplificado, funcionalista y sobre-determinado por ideas
estancas. En este sentido lo propuesto por la Dra. María Ledesma respecto de pensar
nuevas lógicas para el Proyecto, de los Objetos técnicos y ámbitos humanos, que
incorporen las complejidades de sentidos y significaciones del mundo
contemporáneo y sus diversos contextos, es una alternativa fundamental. Dice la
Dra. Ledesma:
“El proyecto se
caracteriza por su cualidad de transformación. A esa cualidad de transformación
le corresponden un tipo de pensamiento (diferente al racional pero también del
irracional) caracterizado por la incertidumbre, la búsqueda de problemas, la
presencia de soluciones diversas, el poder de lo aleatorio, la valoración del
contexto –características de la nueva racionalidad- y la ‘irracionalidad’
poética.”[19]
El hombre del Proyecto de los Objetos Técnicos y los ámbitos
de incubación humana, tiene una gran responsabilidad y trabajo por delante, en
la transformación de un mundo que necesita de cuidados, de solidaridad entre
los hombres y los pueblos, y de poesía, fundamentales para una cultura
humano-técnica nueva.
Bibliografía:
Bibliografía citada:
-
Sloterdijk,
Peter. “Sin Salvación. La domesticación del ser.”, editorial AKAL. Madrid.
2001.
-
Sloterdijk,
Peter. “El Hombre Operable”. Revista Observaciones Filosóficas. 2006.
Indexada en Base de Datos de la Universidad Complutense de Madrid, UBA, Catalogada en UNIVERSIA.net Directorio de
la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC);
DIALNET Directorio de publicaciones científicas hispanoamericanas; Asociada al Postgrado en Filosofía Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso y al Grupo THEORIA Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado.
Editor: Dr. Adolfo Vásquez Rocca
-
Sloterdijk,
Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.
-
Simondon,
Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo.
Buenos Aires. 2008.
-
Ledesma, María.
“EPISTEMOLOGIA DEL PROYECTO (o en contra del carácter ‘científico’ del
proyecto)”.
Bibliografía
consultada:
-
Heidegger,
Martin. “Caminos de Bosque (El Origen de la Obra de Arte – La Época de la
Imagen del Mundo)”, editorial Alianza. Madrid. 2010.
-
Heidegger,
Martin. “Cartas al Humanismo”, editorial Alianza. Madrid. 2006.
-
Doberti, Roberto.
“Espacialidades”, editorial Infinito, Buenos Aires, 2008.
-
Doberti, Roberto.
“Fundamentos de la Teoría del Habitar”, editorial Universidad Metropolitana
para la Educación y el trabajo, Buenos Aires, 2014.
[1] Sloterdijk, Peter. “Sin Salvación. La domesticación
del ser.”, editorial AKAL. Madrid. 2001. Pág.: 118.
[2] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial
SIRUELA. Madrid. 2002. Pág.: 25
[4] Con el objetivo de hacer coincidir el presente
escrito, con las referencias teórico-bibliográficas, utilizo “Hombre”, en lugar
de Sujeto u otra denominación.
[5] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los
objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 85.
[6] Inventar viene invento y este del latín: Inventus. Prefijo In: en (dentro) y verbo latino venire
(venir y andar).
[7] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los
objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 79.
[8] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los
objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 134.
[9] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los
objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 37.
[10] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los
objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 37.
[11] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial
SIRUELA. Madrid. 2002. Pág.: 97.
[12] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los
objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 33.
[13] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial
SIRUELA. Madrid. 2002. Pág.: 102.
[15] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los
objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 156.
[16] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los
objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 154.
[18] Sloterdijk, Peter. “El Hombre Operable”.
Revista Observaciones Filosóficas. 2006. Pág.: 8.
[19] Ledesma, María. “EPISTEMOLOGIA DEL PROYECTO (o en
contra del carácter ‘científico’ del proyecto)”.
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