sábado, 8 de abril de 2023

CENTRALIDAD O EL VACÍO COMO OPORTUNIDAD / EL CENTRO DE SAN JUSTO

 

    Ilustracion del autor / sobre vieja foto del centro de San Justo_La Matanza_Buenos Aires

(El siguiente es un aporte al curso de Proyecto Urbano del año 2023, en la cátedra del Dr.Arq. Javier Fernandez Castro.)


INTRO.

Asistimos hoy a la disolución de toda asociación intelectual posible respecto de las centralidades urbanas de la Región Metropolitana de Buenos Aires que no sean las que gravitan la idea clásica de centro y periferia. La época de las conceptualizaciones policéntricas, arborescentes y rizomáticas cede a la difusión de centros y subcentros, en los paisajes infraestructurales relativamente fallidos, o escasos, y las espacialidades vaciadas de contenido[1]. Sin embargo, dicha cualidad de lo vaciado, dicha aparente carencia de sentido de los centros metropolitanos es, sostenemos, la ocasión para el proyecto de una alternativa al centro histórico de la ciudad, único que, a través de la coerción gravitatoria del poder real, aproxima a las sustancias y los sujetos hacia la ficción del único centro posible.

El Centro Histórico de la Ciudad de Buenos Aires logro mantener su condición simbólica de ser capital, de ser el punto de lectura supuestamente fundamental para la interpretación del fenómeno metropolitano de la ciudad toda. Dicho registro imaginario no es casual dado que refiere a una construcción de sentido político avalada por todos los medios posibles; medios que responden a una estrategia de hegemonía político-económica que no se condice, necesariamente, con las verdaderas condiciones de producción y de las potencialidades de, “los otros centros urbanos” de la ciudad.

No se trata de presentar la siempre torpe antinomia al centro capitalino. Está probado por la historia misma, que dicho ensañamiento es inconducente. Se trata, en todo caso, de insistir, en contradicción con lo dicho más arriba, con una conceptualización, pero construida desde los fundamentos tácticos, materiales, paisajísticos y sociales que conforman a los diversos centros de la RMBA, con el objeto de favorecer lecturas y registros del territorio que sean, en sí mismas, potenciales proyectos innovadores, nuevas propuestas que atiendan también a las condiciones históricas de los recursos productivos, sociales y espaciales que caracterizan, y cualifican, a cada territorio urbano específico de la región.

Para transitar este camino del proyecto, será necesario atravesar a las diversas modalidades y espacialidades de exclusión actuales, posiblemente también a sus respectivas materialidades e inmaterialidades, que se manifiestan como deslindes contrarios a los entramados colectivos de las prácticas sociales urbanas. Nos referimos, por ejemplo, a las espacialidades de los enclaves urbanos excluyentes de la RMBA, como los comúnmente llamados barrios cerrados, y a sus variantes comerciales e industriales. En este sentido, la idea de inclusión, posiblemente trillada, deberá ser actualizada y repropuesta. No es posible una RMBA próspera sin una verdadera atención a la inclusión, con justicia socioespacial, de todas y todos sus habitantes, en lugares abiertos a un desarrollo urbano integral que torne a los ámbitos vaciados de contenido, en ámbitos para un poder popular transformador.

 

POR QUÉ UN CENTRO URBANO.

 

Es peculiar de este tiempo histórico, uno posterior a la pandemia de covid, de la expansión de las infraestructuras cibernéticas de alcance global, de la autogeneración de las inteligencias artificiales, el poner en duda el valor de los centros urbanos. Abundan propuestas, planes y proyectos de organizaciones de habitación, dispersas, rururbanas y de autoexclusión, ya que las infraestructuras informacionales posibilitan una conexión tecno-metafísica relativa ¿quién necesita un apersonarse en una oficina para trabajar cotidianamente? ¿Quién necesita presentarse en una fábrica de un barrio industrial del centro, para trabajar, cuando dichas fábricas están progresivamente automatizadas y controladas a distancia? Lo mismo puede preguntarse de las estancias para la educación, la cultura, la recreación, la salud, etc.

 

Este, sin embargo, no es un debate nuevo. A Le Corbusier le solicitan, en su estadía de 1930 en la URSS, un informe sobre las propuestas del programa para una Ciudad Verde en las afueras de Moscú, lo cual rechaza dada su amistad con varios de los urbanistas soviéticos que, para dicho programa, defienden el proyecto de una desurbanización progresiva de los centros en pos de llevar la industria al campo. Se limita, entonces, a escribir una carta a su amigo Mosei Ghinzbourg, donde le plantea la defensa del fenómeno de la aglomeración urbana contemporánea, frente a la idea de su difusión o desintegración. Así respecto del concepto de “desurbanización” plantea que:

“En este término hay la contradicción misma; esta palabra es un contrasentido fundamental, que ha engañado a muchos ideólogos occidentales; que ha hecho perder el tiempo a los consejos de administración de nuestras industrias -un contrasentido fundamental, al que que todo combate e invalida. El fenómeno social es complejo; no es simplista. Quien busca darle una solución precipitada y tendenciosa, encuentra a quien hablar: se venga, cae en estado de crisis; y, a pesar de los avatares o de las represiones, no se deja vencer: ¡la vida pasa por encima!”[2].

Más contradictorio aún es el planteo de un urbanismo de la desurbanización. Es, claro, bastante fácil el escapismo, en especial para aquellos que pudieron servirse de los beneficios de la urbanidad, y que luego proponen, al pueblo, el retorno a un supuesto pasado campestre ideal. Es cierto que las ciudades y sus centros caen, por intervalos, en desgracias históricas, pero en el balance siempre fueron las ciudades los lugares desde donde, colectivamente, se favorecieron nuevas derivas para las civilizaciones. Lejos también, de la controversia entre civilización y barbarie, el debate debería pasar hoy por las estrategias posibles para hacer de las ciudades, verdaderos ámbitos de inclusión y cuidado, del Ambiente y de todas las poblaciones. En este sentido, continúa Le corbusier:

“El hombre siente la necesidad de agruparse -siempre, y en todos los países y bajo todos los climas-. La agrupación le da la seguridad de la defensa, el placer de la compañía. Pero, así que los climas se vuelven rudos, la agrupación provoca la actividad industrial, la producción, por medio de la cual los hombres viven (se visten, se proporcionan unas comodidades). Y la producción intelectual es la hija del trabajo de hombres reunidos. La inteligencia se desarrolla, se agudiza, multiplica su juego, adquiere las finezas y sus innumerables facetas, en las masas agrupadas. Es el fruto mismo de la concentración. La dispersión atemoriza, empobrece y suelta todos los lazos de la disciplina material y espiritual, sin la cual el hombre retorna al estado primitivo.” [3]

Esto no quiere decir que Le Corbusier haya sido contrario a la idea de una Ciudad Verde, solo que concebía la idea de una metrópolis verde y densa, económicamente sustentable. Así es que dice:

“Mi querido Ghinzbourg, la arquitectura moderna tiene, precisamente, por misión magnífica organizar la vida de las colectividades. He sido el primero en proclamar que la ciudad moderna ha de ser un parque inmenso, una ciudad verde. Pero, para poder permitirme este lujo aparente, he cuadruplicado la densidad de la población y, en lugar de extenderlas, he acortado las distancias.”[4]

Es cierto que, luego de estas afirmaciones, pasaron muchas cosas y acontecimientos, guerras, catástrofes de distinto tipo, cambios sociales, técnicos y culturales, pero, las ciudades, luego de estos acontecimientos, se volvieron a proyectar y reconstruir. Las historias de las ciudades son siempre trágicas y terribles, pero, las historias de las ciudades son también, pues, la historia misma, sinfonías agridulces. Hoy las ciudades necesitan, justamente, de todos sus estratos epocales. Las ciudades no son, como pensaba Corbusier, potenciales sitios a ser derruidos para, luego, erigir La Ciudad Moderna, sino entramados de tiempos diversos que aportan las experiencias y saberes en los momentos oportunos.

A la vista de las diversas orientaciones de los problemas que aquejan a la humanidad actualmente, como las catástrofes sociales y ambientales, la progresiva escasez de combustibles y materias no renovables parece conveniente la reprogramación de las urbes y sus centralidades, antes que su desmantelamiento. Cada gran distrito, requiere de su centro referencial, su órgano espacial y arquitectónico fundante, que posibilite la articulación de todo el organismo urbano, con sus diversas densidades y paisajes, con sus diversos programas y poblaciones, todos reunidos con el objeto de construir un sentido urbano de la existencia.

 

EL CENTRO DE SAN JUSTO COMO HÁBITA INTEGRAL.

El Partido de La Matanza se caracteriza, entre múltiples atributos, por ser un gran territorio que atraviesa los tres cordones metropolitanos que conforman a la Región Metropolitana de Buenos Aires. En este sentido, La Matanza posee una identidad compleja de paisajes que van de los entramados urbanos densos, con mixturas de programas habitativos, productivos, comerciales y recreativos de todo tipo y escala, a los ámbitos que se encuentran en situaciones de transición hacia conformaciones rururbanas, o los caracterizados por la carencia material, la emergencia social y la ambiental. Igualmente, es posible localizar lugares que, si bien se corresponden con espacialidades determinadas y estructuradas requieren, debido a cambios históricos y de contexto que dejan obsoletos a sus programas originarios, de proyectos urbanos y arquitectónicos de carácter integral con el objeto de suscitar las condiciones para, no solo rehabilitar las intensidades en los usos, sino favorecer un hábitat de nuevo tipo, un hábitat Integral , tal es el caso de Centro de San Justo en el Partido de La Matanza.

Por añadidura, el planteo sobre la oportunidad de un hábitat Integral nos deja ante la primera pregunta ¿Que es hábitat? o ¿Que es un hábitat? establecer una genealogía conceptual del mismo parece intuitivamente simple, pero no lo es tanto dado que el acento antropológico y filosófico se centra más en la noción de Habitar y no tanto en el hábitat. Si, es cierto, tenemos a pensadores de la talla de Martin Heidegger que escribe sobre un Construir, Habitar, Pensar, pero no precisa por escrito al hábitat como concepto. Aparentemente, Heidegger está todo el tiempo hablando del hábitat, pero al no nombrarlo, el que sea parte de la teoría heideggeriana es más una interpretación o deseo de quien, desesperadamente, busque una referencia teórica.

Volvamos a la pregunta y ensayemos una posible respuesta, el hábitat es el resultado de las prácticas del habitar. Disculpen, entonces, si retorno a Heidegger dado que es quien también dice que, quien habita, habita porque construye. El proponer a este pensador, y no a otro, es para nosotros estratégico. Si el habitar es también construyendo, entonces el hábitat como resultado del habitar, no es cualquier ámbito, cualquier entorno, sino el propiamente construido por los habitantes, estos son, los seres humanos. Aún nos queda el Pensar, del Construir, Habitar, Pensar de Heidegger. Si pensar, es ese componente que se integra con el construir y el habitar, entonces debe ser también un aporte a la existencia de estos. El pensar es aquello que integra al construir con el habitar.

Ahora ¿cómo pasamos del pensar al construir para habitar? No se trata de cualquier pensar, es un pensar que se pone por delante, necesariamente, del construir. El construir, y no solo lo construido, es proyectado, entonces, hacia el momento propicio para poder habitar. Así, proponer un hábitat que integra construir, habitar y pensar, según todas las prácticas sociales que lo favorecen, específicamente, las propias de todo gran centro urbano, requiere del proyecto como un pensar complejo que prefigura al hábitat. Esto es así, especialmente en los casos, como el Centro de San Justo, que compatibilizan prácticas distintas, gubernamentales, productivas, comerciales, educativas, recreativas, etc. El Centro de San Justo, en cuanto hábitat Integral es objeto del proyecto, en este caso, urbano y arquitectónico.

Desde el proyecto del Centro de San Justo como hábitat Integral de diversas prácticas sociales entramadas, se espera, además, que irradie la urbanidad que el partido de La Matanza requiere como referencialidad simbólica y real. Las ideas de difusión del centro no parecen convenientes a un contexto donde conviven instancias de desarrollo con territorialidades y poblaciones con diversos niveles de carencia. En este sentido, el centro urbano, antes que ámbito de exclusividad, debe transformarse en ámbito de cuidado e inclusión, de crianza de todas y todos. Debe nutrir a un pueblo en sus múltiples derechos, con cierta administración de los poderes y las espacialidades, esto es, con una relativa economía que torne sustentable a un territorio de la magnitud del centro de San Justo.

Si de economía hablamos, por otro lado, es necesario, además, situar al momento histórico en las economías infraestructurales y cibernéticas de la transformación digital, aunque estas no tienen sentido sin la implementación de las concreciones infraestructurales y arquitectónicas fundantes. Es decir, para tener una economía contemporánea pujante, se requiere de un centro urbano arquitectónico e infraestructuralmente constituido a través de los proyectos correspondientes. Se requieren de nuevas espacialidades en gran medida inéditas, es decir, se requiere de nuevas experiencias, o experimentos urbano-arquitectónicos, dado que no existen dispositivos catalogados para esta situación sino, en todo caso, de genealogías y referencias posibles, que deberán ser adecuadas al contexto específico del caso del Centro de San Justo.

 

FUNDAMENTO PARA UNA EXPERIMENTACIÓN PROYECTUAL SOBRE EL CENTRO DE SAN JUSTO.

El concepto de experimentación es un tanto complejo porque indica la actividad de probar, o ensayar con cierto riesgo, las condiciones de una exterioridad, y aquí va lo complicado, desde el mismo interior de dicha interioridad. Eso es verdaderamente una contradicción ¿cómo podemos ensayar las condiciones de un fenómeno externo, desde su mismo interior? ¿Cómo puede ser externo e interno al mismo tiempo? La respuesta es efectivamente difícil para las ciencias duras, pero quizás no tanto para las disciplinas del proyecto urbano y arquitectónico, ya que esa exterioridad que es nuestro objeto de estudio, es el mismo hábitat que nos rodea. El hábitat es, igualmente, ese ámbito, es decir ese contorno multidimensional y multiescalar que nos rodea. En principio está fuera del ser humano, pero el ser humano se encuentra dentro del hábitat.

Que el ser humano vivencia al hábitat desde su interior es casi una obviedad. Ahondemos, entonces, la idea y digamos también que el hábitat vive en el interior de nosotros, los seres humanos. Sería, de esta manera, una auténtica relación con un máximo de reciprocidad. justamente esta es la cuestión con el hábitat Integral y su proyecto. Solo si entendemos que los seres humanos somos con el hábitat y el hábitat con nosotros, podremos emprender las experimentaciones proyectuales imprescindibles que el tiempo histórico, amplio en retos, nos demanda, aunque, es necesario también advertir lo siguiente, que el hábitat integral refiera, dado sus significantes, a una idea de globalidad, no quiere decir que estrictamente posible el captar su totalidad. No es así porque dicha integralidad excede la capacidad de la experiencia humana más o menos directa.

La experiencia del Hábitat Integral entonces será, inevitablemente, dado lo expuesto, una experimentación proyectual insuficiente en términos de su alcance territorial ¿hasta dónde llega, por ejemplo, el Centro de San Justo? sus redes arriban y se dirigen a los confines del mundo a través de las infraestructuras de la información. Por eso, dicha insuficiencia debe ser lo más potente en términos de propuesta. Esa potencia será evaluada en función de su capacidad de generar imaginarios. Un Imaginario no es una fantasía, es una direccionalidad, un lineamiento, la orden para una organización conceptual y técnica que afecta a una determinada realidad. Una experimentación proyectual sobre el centro de San Justo, por lo tanto, no puede ser la mera renovación de lo existente, un lavado de cara, debe ser la transformación del contexto dado en función de un futuro.

El valor cualitativo de un futuro, sin embargo, se mide con relación a la evaluación concienzuda del presente, a la lectura del contexto vigente respecto de los atributos de este que se hayan utilizado como referencia. Una experimentación proyectual sobre el centro de San Justo será, por ende y como consecuencia de lo dicho en los párrafos anteriores, parcial, aunque, si se emprende como una experimentación colectiva y abarcativa, más rica y eficaz. Solo una experimentación proyectual colectiva puede generar el grado de intensidad suficiente como para comprender el objeto de estudio complejo que esta jurisdicción representa, en vistas de su complejidad.

 

Dr. Arq. Leandro Tomás Costa

Abril 2023

 

 Bibliografía:

< Elinbaum, P.; Vecslir, L. (2016). Centros y centralidades en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Artículo en: Del conocimiento al desarrollo. Nuevos desafíos de la universidad en la gestión del desarrollo urbano contemporáneo. Buenos Aires: Eudeba.

< Fernández Castro, J. (2021). Tesis Doctoral:  Ciudad, Proyecto, Pueblo: Estrategias urbanas para el hábitat popular: lecturas, propuestas y gestiones desde la investigación proyectual. Buenos Aires: Repositorio de Tesis doctorales de la FADU/UBA. http://repositoriouba.sisbi.uba.ar/gsdl/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=aaqtesis&cl=CL1&d=HWA_5427

< Heidegger, M. (2002). Construir, Habitar, Pensar. Buenos Aires: Alción.

< Le Corbusier (1999). Precisiones. Respecto a un estado actual de la arquitectura y el urbanismo. Barcelona: Editorial Apóstrofe (colección Poseidón).



[1] En gran medida, este texto es resultado de la idea vertida en una reunión de trabajo académico, por mi compañero y adjunto de la cátedra, el Arq. Matías Tozzini quien dijo, respecto de la situación de los centros y subcentro metropolitanos, que los mismos quedaron vaciados de contenido, debido a múltiples factores.

[2] Le Corbusier (1999). Precisiones. Respecto a un estado actual de la arquitectura y el urbanismo. Barcelona: Editorial Apóstrofe (colección Poseidón). Página 291.

[3] Idem. Página 291.

[4] Idem. Página 292


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