Ilustracion del autor / sobre vieja foto del centro de San Justo_La Matanza_Buenos Aires
(El siguiente es un aporte al curso de Proyecto Urbano del año 2023, en la cátedra del Dr.Arq. Javier Fernandez Castro.)INTRO.
Asistimos hoy a la disolución de toda asociación intelectual posible respecto de las centralidades urbanas de la Región Metropolitana de Buenos Aires que no sean las que gravitan la idea clásica de centro y periferia. La época de las conceptualizaciones policéntricas, arborescentes y rizomáticas cede a la difusión de centros y subcentros, en los paisajes infraestructurales relativamente fallidos, o escasos, y las espacialidades vaciadas de contenido[1]. Sin embargo, dicha cualidad de lo vaciado, dicha aparente carencia de sentido de los centros metropolitanos es, sostenemos, la ocasión para el proyecto de una alternativa al centro histórico de la ciudad, único que, a través de la coerción gravitatoria del poder real, aproxima a las sustancias y los sujetos hacia la ficción del único centro posible.
El Centro Histórico de la Ciudad
de Buenos Aires logro mantener su condición simbólica de ser capital, de ser el
punto de lectura supuestamente fundamental para la interpretación del fenómeno
metropolitano de la ciudad toda. Dicho registro imaginario no es casual dado
que refiere a una construcción de sentido político avalada por todos los medios
posibles; medios que responden a una estrategia de hegemonía político-económica
que no se condice, necesariamente, con las verdaderas condiciones de producción
y de las potencialidades de, “los otros centros urbanos” de la ciudad.
No se trata de presentar la
siempre torpe antinomia al centro capitalino. Está probado por la historia
misma, que dicho ensañamiento es inconducente. Se trata, en todo caso, de
insistir, en contradicción con lo dicho más arriba, con una conceptualización,
pero construida desde los fundamentos tácticos, materiales, paisajísticos y
sociales que conforman a los diversos centros de la RMBA, con el objeto de
favorecer lecturas y registros del territorio que sean, en sí mismas,
potenciales proyectos innovadores, nuevas propuestas que atiendan también a las
condiciones históricas de los recursos productivos, sociales y espaciales que
caracterizan, y cualifican, a cada territorio urbano específico de la región.
Para transitar este camino del
proyecto, será necesario atravesar a las diversas modalidades y espacialidades
de exclusión actuales, posiblemente también a sus respectivas materialidades e
inmaterialidades, que se manifiestan como deslindes contrarios a los entramados
colectivos de las prácticas sociales urbanas. Nos referimos, por ejemplo, a las
espacialidades de los enclaves urbanos excluyentes de la RMBA, como los
comúnmente llamados barrios cerrados, y a sus variantes comerciales e
industriales. En este sentido, la idea de inclusión, posiblemente trillada,
deberá ser actualizada y repropuesta. No es posible una RMBA próspera sin una
verdadera atención a la inclusión, con justicia socioespacial, de todas y todos
sus habitantes, en lugares abiertos a un desarrollo urbano integral que torne a
los ámbitos vaciados de contenido, en ámbitos para un poder popular
transformador.
POR QUÉ UN CENTRO URBANO.
Es peculiar de este tiempo histórico, uno posterior a la
pandemia de covid, de la expansión de las infraestructuras cibernéticas de
alcance global, de la autogeneración de las inteligencias artificiales, el
poner en duda el valor de los centros urbanos. Abundan propuestas, planes y
proyectos de organizaciones de habitación, dispersas, rururbanas y de
autoexclusión, ya que las infraestructuras informacionales posibilitan una
conexión tecno-metafísica relativa ¿quién necesita un apersonarse en una
oficina para trabajar cotidianamente? ¿Quién necesita presentarse en una
fábrica de un barrio industrial del centro, para trabajar, cuando dichas
fábricas están progresivamente automatizadas y controladas a distancia? Lo
mismo puede preguntarse de las estancias para la educación, la cultura, la
recreación, la salud, etc.
Este, sin embargo, no es un
debate nuevo. A Le Corbusier le solicitan, en su estadía de 1930 en la URSS, un
informe sobre las propuestas del programa para una Ciudad Verde en las afueras
de Moscú, lo cual rechaza dada su amistad con varios de los urbanistas
soviéticos que, para dicho programa, defienden el proyecto de una
desurbanización progresiva de los centros en pos de llevar la industria al
campo. Se limita, entonces, a escribir una carta a su amigo Mosei Ghinzbourg,
donde le plantea la defensa del fenómeno de la aglomeración urbana
contemporánea, frente a la idea de su difusión o desintegración. Así respecto
del concepto de “desurbanización” plantea que:
“En este término hay la contradicción misma;
esta palabra es un contrasentido fundamental, que ha engañado a muchos
ideólogos occidentales; que ha hecho perder el tiempo a los consejos de
administración de nuestras industrias -un contrasentido fundamental, al que que
todo combate e invalida. El fenómeno social es complejo; no es simplista. Quien
busca darle una solución precipitada y tendenciosa, encuentra a quien hablar:
se venga, cae en estado de crisis; y, a pesar de los avatares o de las
represiones, no se deja vencer: ¡la vida pasa por encima!”[2].
Más contradictorio aún es el
planteo de un urbanismo de la desurbanización. Es, claro, bastante fácil el
escapismo, en especial para aquellos que pudieron servirse de los beneficios de
la urbanidad, y que luego proponen, al pueblo, el retorno a un supuesto pasado
campestre ideal. Es cierto que las ciudades y sus centros caen, por intervalos,
en desgracias históricas, pero en el balance siempre fueron las ciudades los
lugares desde donde, colectivamente, se favorecieron nuevas derivas para las
civilizaciones. Lejos también, de la controversia entre civilización y
barbarie, el debate debería pasar hoy por las estrategias posibles para hacer
de las ciudades, verdaderos ámbitos de inclusión y cuidado, del Ambiente y de
todas las poblaciones. En este sentido, continúa Le corbusier:
“El hombre siente la necesidad de agruparse
-siempre, y en todos los países y bajo todos los climas-. La agrupación le da
la seguridad de la defensa, el placer de la compañía. Pero, así que los climas
se vuelven rudos, la agrupación provoca la actividad industrial, la producción,
por medio de la cual los hombres viven (se visten, se proporcionan unas
comodidades). Y la producción intelectual es la hija del trabajo de hombres
reunidos. La inteligencia se desarrolla, se agudiza, multiplica su juego,
adquiere las finezas y sus innumerables facetas, en las masas agrupadas. Es el
fruto mismo de la concentración. La dispersión atemoriza, empobrece y suelta
todos los lazos de la disciplina material y espiritual, sin la cual el hombre
retorna al estado primitivo.” [3]
Esto no quiere decir que Le
Corbusier haya sido contrario a la idea de una Ciudad Verde, solo que concebía
la idea de una metrópolis verde y densa, económicamente sustentable. Así es que
dice:
“Mi querido Ghinzbourg, la arquitectura
moderna tiene, precisamente, por misión magnífica organizar la vida de las
colectividades. He sido el primero en proclamar que la ciudad moderna ha de ser
un parque inmenso, una ciudad verde. Pero, para poder permitirme este lujo
aparente, he cuadruplicado la densidad de la población y, en lugar de
extenderlas, he acortado las distancias.”[4]
Es cierto que, luego de estas
afirmaciones, pasaron muchas cosas y acontecimientos, guerras, catástrofes de
distinto tipo, cambios sociales, técnicos y culturales, pero, las ciudades,
luego de estos acontecimientos, se volvieron a proyectar y reconstruir. Las
historias de las ciudades son siempre trágicas y terribles, pero, las historias
de las ciudades son también, pues, la historia misma, sinfonías agridulces. Hoy
las ciudades necesitan, justamente, de todos sus estratos epocales. Las
ciudades no son, como pensaba Corbusier, potenciales sitios a ser derruidos
para, luego, erigir La Ciudad Moderna,
sino entramados de tiempos diversos que aportan las experiencias y saberes en
los momentos oportunos.
A la vista de las diversas
orientaciones de los problemas que aquejan a la humanidad actualmente, como las
catástrofes sociales y ambientales, la progresiva escasez de combustibles y
materias no renovables parece conveniente la reprogramación de las urbes y sus
centralidades, antes que su desmantelamiento. Cada gran distrito, requiere de
su centro referencial, su órgano espacial y arquitectónico fundante, que
posibilite la articulación de todo el organismo urbano, con sus diversas
densidades y paisajes, con sus diversos programas y poblaciones, todos reunidos
con el objeto de construir un sentido urbano de la existencia.
EL CENTRO DE SAN JUSTO COMO
HÁBITA INTEGRAL.
El Partido de La Matanza se
caracteriza, entre múltiples atributos, por ser un gran territorio que
atraviesa los tres cordones metropolitanos que conforman a la Región
Metropolitana de Buenos Aires. En este sentido, La Matanza posee una identidad
compleja de paisajes que van de los entramados urbanos densos, con mixturas de
programas habitativos, productivos, comerciales y recreativos de todo tipo y escala,
a los ámbitos que se encuentran en situaciones de transición hacia
conformaciones rururbanas, o los caracterizados por la carencia material, la
emergencia social y la ambiental. Igualmente, es posible localizar lugares que,
si bien se corresponden con espacialidades determinadas y estructuradas
requieren, debido a cambios históricos y de contexto que dejan obsoletos a sus
programas originarios, de proyectos urbanos y arquitectónicos de carácter
integral con el objeto de suscitar las condiciones para, no solo rehabilitar
las intensidades en los usos, sino favorecer un hábitat de nuevo tipo, un hábitat
Integral , tal es el caso de Centro de San Justo en el Partido de La Matanza.
Por añadidura, el planteo sobre la oportunidad de un hábitat
Integral nos deja ante la primera pregunta ¿Que es hábitat? o ¿Que es un
hábitat? establecer una genealogía conceptual del mismo parece intuitivamente
simple, pero no lo es tanto dado que el acento antropológico y filosófico se
centra más en la noción de Habitar y no tanto en el hábitat. Si, es cierto,
tenemos a pensadores de la talla de Martin Heidegger que escribe sobre un Construir, Habitar, Pensar, pero no
precisa por escrito al hábitat como concepto. Aparentemente, Heidegger está
todo el tiempo hablando del hábitat, pero al no nombrarlo, el que sea parte de
la teoría heideggeriana es más una interpretación o deseo de quien,
desesperadamente, busque una referencia teórica.
Volvamos a la pregunta y ensayemos una posible respuesta,
el hábitat es el resultado de las prácticas del habitar. Disculpen, entonces,
si retorno a Heidegger dado que es quien también dice que, quien habita, habita
porque construye. El proponer a este pensador, y no a otro, es para nosotros
estratégico. Si el habitar es también construyendo, entonces el hábitat como
resultado del habitar, no es cualquier ámbito, cualquier entorno, sino el
propiamente construido por los habitantes, estos son, los seres humanos. Aún
nos queda el Pensar, del Construir, Habitar, Pensar de Heidegger.
Si pensar, es ese componente que se integra con el construir y el habitar,
entonces debe ser también un aporte a la existencia de estos. El pensar es
aquello que integra al construir con el habitar.
Ahora ¿cómo pasamos del pensar al construir para habitar?
No se trata de cualquier pensar, es un pensar que se pone por delante,
necesariamente, del construir. El construir, y no solo lo construido, es
proyectado, entonces, hacia el momento propicio para poder habitar. Así,
proponer un hábitat que integra construir, habitar y pensar, según todas las
prácticas sociales que lo favorecen, específicamente, las propias de todo gran
centro urbano, requiere del proyecto como un pensar complejo que prefigura al
hábitat. Esto es así, especialmente en los casos, como el Centro de San Justo,
que compatibilizan prácticas distintas, gubernamentales, productivas,
comerciales, educativas, recreativas, etc. El Centro de San Justo, en cuanto hábitat
Integral es objeto del proyecto, en este caso, urbano y arquitectónico.
Desde el proyecto del Centro de San Justo como hábitat
Integral de diversas prácticas sociales entramadas, se espera, además, que
irradie la urbanidad que el partido de La Matanza requiere como referencialidad
simbólica y real. Las ideas de difusión del centro no parecen convenientes a un
contexto donde conviven instancias de desarrollo con territorialidades y
poblaciones con diversos niveles de carencia. En este sentido, el centro
urbano, antes que ámbito de exclusividad, debe transformarse en ámbito de
cuidado e inclusión, de crianza de todas y todos. Debe nutrir a un pueblo en
sus múltiples derechos, con cierta administración de los poderes y las
espacialidades, esto es, con una relativa economía que torne sustentable a un
territorio de la magnitud del centro de San Justo.
Si de economía hablamos, por otro lado, es necesario,
además, situar al momento histórico en las economías infraestructurales y
cibernéticas de la transformación digital, aunque estas no tienen sentido sin
la implementación de las concreciones infraestructurales y arquitectónicas
fundantes. Es decir, para tener una economía contemporánea pujante, se requiere
de un centro urbano arquitectónico e infraestructuralmente constituido a través
de los proyectos correspondientes. Se requieren de nuevas espacialidades en gran
medida inéditas, es decir, se requiere de nuevas experiencias, o experimentos
urbano-arquitectónicos, dado que no existen dispositivos catalogados para esta
situación sino, en todo caso, de genealogías y referencias posibles, que
deberán ser adecuadas al contexto específico del caso del Centro de San Justo.
FUNDAMENTO PARA UNA EXPERIMENTACIÓN PROYECTUAL SOBRE EL
CENTRO DE SAN JUSTO.
El concepto de experimentación es un tanto complejo porque indica la actividad de probar, o ensayar con cierto riesgo, las condiciones de una exterioridad, y aquí va lo complicado, desde el mismo interior de dicha interioridad. Eso es verdaderamente una contradicción ¿cómo podemos ensayar las condiciones de un fenómeno externo, desde su mismo interior? ¿Cómo puede ser externo e interno al mismo tiempo? La respuesta es efectivamente difícil para las ciencias duras, pero quizás no tanto para las disciplinas del proyecto urbano y arquitectónico, ya que esa exterioridad que es nuestro objeto de estudio, es el mismo hábitat que nos rodea. El hábitat es, igualmente, ese ámbito, es decir ese contorno multidimensional y multiescalar que nos rodea. En principio está fuera del ser humano, pero el ser humano se encuentra dentro del hábitat.
Que el ser humano vivencia al hábitat desde su interior es
casi una obviedad. Ahondemos, entonces, la idea y digamos también que el
hábitat vive en el interior de nosotros, los seres humanos. Sería, de esta
manera, una auténtica relación con un máximo de reciprocidad. justamente esta
es la cuestión con el hábitat Integral y su proyecto. Solo si entendemos que
los seres humanos somos con el hábitat y el hábitat con nosotros, podremos
emprender las experimentaciones proyectuales imprescindibles que el tiempo
histórico, amplio en retos, nos demanda, aunque, es necesario también advertir
lo siguiente, que el hábitat integral refiera, dado sus significantes, a una
idea de globalidad, no quiere decir que estrictamente posible el captar su
totalidad. No es así porque dicha integralidad excede la capacidad de la
experiencia humana más o menos directa.
La experiencia del Hábitat Integral entonces será,
inevitablemente, dado lo expuesto, una experimentación proyectual insuficiente
en términos de su alcance territorial ¿hasta dónde llega, por ejemplo, el
Centro de San Justo? sus redes arriban y se dirigen a los confines del mundo a
través de las infraestructuras de la información. Por eso, dicha insuficiencia
debe ser lo más potente en términos de propuesta. Esa potencia será evaluada en
función de su capacidad de generar imaginarios. Un Imaginario no es una
fantasía, es una direccionalidad, un lineamiento, la orden para una
organización conceptual y técnica que afecta a una determinada realidad. Una
experimentación proyectual sobre el centro de San Justo, por lo tanto, no puede
ser la mera renovación de lo existente, un lavado de cara, debe ser la
transformación del contexto dado en función de un futuro.
El valor
cualitativo de un futuro, sin embargo, se mide con relación a la evaluación
concienzuda del presente, a la lectura del contexto vigente respecto de los
atributos de este que se hayan utilizado como referencia. Una experimentación
proyectual sobre el centro de San Justo será, por ende y como consecuencia de
lo dicho en los párrafos anteriores, parcial, aunque, si se emprende como una
experimentación colectiva y abarcativa, más rica y eficaz. Solo una
experimentación proyectual colectiva puede generar el grado de intensidad
suficiente como para comprender el objeto de estudio complejo que esta jurisdicción
representa, en vistas de su complejidad.
Dr. Arq.
Leandro Tomás Costa
Abril
2023
< Elinbaum, P.; Vecslir, L. (2016). Centros y centralidades en la Región Metropolitana de Buenos Aires.
Artículo en: Del conocimiento al desarrollo. Nuevos desafíos de la
universidad en la gestión del desarrollo urbano contemporáneo. Buenos
Aires: Eudeba.
< Fernández Castro, J. (2021). Tesis Doctoral: Ciudad, Proyecto, Pueblo:
Estrategias urbanas para el hábitat popular: lecturas, propuestas y gestiones
desde la investigación proyectual. Buenos Aires: Repositorio de Tesis
doctorales de la FADU/UBA. http://repositoriouba.sisbi.uba.ar/gsdl/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=aaqtesis&cl=CL1&d=HWA_5427
< Heidegger, M. (2002). Construir,
Habitar, Pensar. Buenos Aires: Alción.
< Le
Corbusier (1999). Precisiones. Respecto a un estado actual de la
arquitectura y el urbanismo. Barcelona: Editorial Apóstrofe (colección
Poseidón).
[1]
En gran medida, este texto es resultado de la idea
vertida en una reunión de trabajo académico, por mi compañero y adjunto de la
cátedra, el Arq. Matías Tozzini quien dijo, respecto de la situación de los
centros y subcentro metropolitanos, que los mismos quedaron vaciados de
contenido, debido a múltiples factores.
[2] Le Corbusier
(1999). Precisiones. Respecto a un estado actual de la arquitectura y el
urbanismo. Barcelona: Editorial Apóstrofe (colección Poseidón). Página 291.
[3] Idem. Página 291.
[4] Idem. Página 292
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