martes, 30 de abril de 2019

DE LOS SENTIDOS AL PROYECTO. POSICIONAMIENTO EN RELACIÓN AL PROYECTO:



“Pensar en el significado de una práctica implica su consideración integral, atender al orden del sentido que cobra como totalidad.”
Roberto Doberti. Espacialidades

Una investigación en el campo académico debe, sin dudas, tener un sentido. En el marco de una investigación sobre el proyecto urbano arquitectónico, sin embargo, tal sentido deberá desplegarse según dos vertientes en mutua correspondencia. Esto es, la vertiente de la significación estratégica del Sentido, en cuanto dirección lógica de la investigación; y la vertiente fenoménico-táctica, atenta a las experiencias de los sentidos y a los futuros enunciados del campo estético.

Ambas vertientes del sentido se relacionan poieticamente a través del Proyecto.
El proyecto es aquel saber-hacer que, como también propone el filósofo Peter Sloterdijk, acompaña al ser humano desde el inicio de su aventura sobre la faz del Planeta Tierra. El Proyecto, en cuanto su carácter general de anticipación e hipótesis fue, además, un probable componente de la actividad Teórica primordial del ser humano.

Imaginemos un cazador primitivo que proyecta una piedra, u alguna otra arma, a un animal que, al ser cazado, se transforma en alimento para la horda. Luego, este humano primitivo, héroe cazador de dicha Horda, buscará perfeccionar la técnica por medio de instrumentos de caza que le permitan una mayor distancia al blanco, sin pérdida de eficacia, es decir que, simultáneamente se encontrará a mayor distancia del blanco, pero más cercano a la finalidad de la caza en sí.

Si se trata de un animal en movimiento, el cazador, el héroe, deberá percibir y estudiar el territorio, y anticipar los desplazamientos, oscilaciones, y cambios de humor de la bestia. Un primer lanzamiento de ataque errado puede despertar el ánimo agresivo de determinados animales, poniendo en peligro al cazador. La prudencia, una virtud destacada por Aristóteles, forma parte de los principios para el establecimiento de una distancia prudencial al fin intrínseco, el fin interno del cazador, es decir la caza.

Para los antiguos griegos, Artemisa, una de las diosas más antiguas del panteón, es la tutora del saber cazar, así como del instrumental mítico del arco y la flecha, instrumental que le fue provisto a su responsabilidad, por Hefestos, dios de la industria. Así el proyectar, en cuanto arrojar una potencia-poder hacia delante en el espacio y el tiempo, y la industria, se constituyen como una práctica asociada fundamental para la vida humana en sociedad.

La caza es el fin interno del cazador, en cuanto el cazador es definido como una causa eficiente de la técnica correspondiente al cazar. Vista así, esta práctica tiene, en términos heideggerianos, una adecuación “a la mano”, una adecuación a los aspectos tácticos en cuanto ordenación atenta al campo, a los pormenores materiales, espaciales y temporales más directos de la relación entre los actores, en nuestro ejemplo, el cazador y su presa.

Si la caza es la finalidad interna al cazador, su razón de ser, es también la práctica que le permite ser nombrado en la horda. Se trata “Del Cazador de la Tribu”. En tal sentido, el cazar será una práctica fundamental a la sociedad que constituye la horda, por lo tanto, el cazar formará parte de una sociedad en cuanto practica social, y como tal participará de un entramado de finalidades más amplias y estratégicas; volviendo a Heidegger, una práctica “Ante los ojos”, es decir, mediada por una visión planificada a distancia, en el centro espacial y simbólico de la tribu, externa a la interioridad técnica del cazar, y del cazador.

Los objetivos de la estrategia, siguiendo con nuestro ejemplo, serán la provisión a la horda, en tiempo y forma, de alimento y pieles para la confección de abrigos y tiendas de campaña, a la horda. Estos objetivos constituyen, entonces, las finalidades externas del cazador.

Así, provisto de finalidades externas, las solicitaciones de la horda, y las finalidades internas, como aquellas más propias de la técnica del cazar nos encontramos con el cazador en el momento culmine, en el instante de dar fin a sus fines. En el nivel estratégico de las decisiones, el consejo de la tribu, traza y proyecta la acción del cazador en una primera instancia, acto seguido, con el cazador en el territorio que le corresponde como tal y ante el blanco de su accionar, se apresta al proyecto en cuanto consumación de una táctica especifica. Anticipa entonces el movimiento final de la bestia proyectando el arma, previa rápida y breve teoría de la ubicación futura del impacto del arma en el cuerpo del animal. La comprobación es instantánea. La presa cae. El cazador exhala y relaja sus músculos. El fin refuerza su lugar en el concierto de las prácticas sociales de la horda.

Con el fin de la práctica del cazador, tiene su fin la estrategia correspondiente, trazada en una primera instancia.  Se comprueba, tanto en el nivel táctico, como en el estratégico de esta historia, la cualidad des-alejante del proyectar humano. El gobernante que solicita y el cazador que caza, se acercan, manteniendo una relativa distancia del animal a ser cazado. El proyectar la caza y el proyectar el arma sobre el animal, requieren de un pensar el objeto del cazar, es decir el animal, en este sentido el proyecto es una práctica que, manteniendo una distancia espacial y temporal, des-aleja.

Milenios pasan y la horda deviene población de una incipiente ciudad estado de la era agraria. El cazador, emplazado en los bordes de la ciudad, deviene agricultor que proyecta las semillas sobre una tierra estrategicamente seleccionada por los gobernantes. El cultivo se transforma también en alimento. El plan productivo del gobernante, el proyectar las semillas del agricultor como producción, alimenta los trazados comerciales y materiales de todo tipo. Dichos trazados se pueden dibujar y codificar, para controlar el traslado y posterior almacenamiento de las mercancias. Los alimentos cosechados se pueden almacenar, para posterior reparto entre hombres y dioses, en edificaciones progresivamente más sofisticadas y significativas. Dichas edificaciones son estructuras que ordenan el pensamiento.

El proyectar, en todas sus dimensiones y escala, transforma y da forma a una cultura, a un mundo. El ser humano es un ser del proyecto. Lo es hoy y lo será en un futuro. El proyectar es lo más semejante a nuestro destino.

Autor: Mg. Arq. Leandro Tomás Costa


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