domingo, 28 de mayo de 2017

Amalgamas – Hábitats Integrados. Autor: Mg. Arq. Leandro Tomás Costa

“La arquitectura moderna es, específicamente, la arquitectura de la vivienda. En este hecho reside su diferencia substancial con la arquitectura de todas las épocas que la precedentes.”[1]

La vivienda moderna recibe, en la argentina, la acogida correspondiente al interés del corpus arquitectónico local por la evolución programática de las elites culturales europeas. Wladimiro Acosta es, en este sentido, un exponente fundamental. Recién llegado de Berlín, donde se codea con la vanguardia arquitectónica moderna de los años veinte, trae consigo las premisas universalistas de la arquitectura y el urbanismo racionalistas.
Como si de un juez se tratase, la ciudad de Buenos Aires comparece ante Acosta, quien da su veredicto, no muy distinto del que daría Le Corbusier respecto de la metrópolis rio-platense. Para Wladimiro, Buenos Aires es, prácticamente, inhabitable. Su arquitectura caótica e insana replica las lógicas de un capitalismo rezagado.
En estos parajes, la arquitectura de la vivienda moderna, más que dar respuesta al universo maquinista de la segunda revolución industrial, debía propiciar dicha industrialización. Wladimiro se encuentra con una Buenos Aires de fuertes contrastes sociales y retraso tecnológico.
Si en Paris, el Urbanismo moderno contaba con una infraestructura industrial de soporte para desplegar sus propuestas, Buenos Aires, contrariamente, disponía de un entorno agrario rico pero elemental, en el extra radio y una mixtura de configuraciones habitacionales populares, con diversos problemas,
Hacia los márgenes rururbanos de la metrópolis, eran comunes construcciones precarias, totalmente ausentes de infraestructuras. En ese contexto de insuficiencia y fragilidad social, encontró Acosta la sustancia primaria a partir de la cual cimentar una versión local del urbanismo moderno, y también, construir el imaginario de su antagonista, en la forma de una “obra renovadora” de tinte oligárquico, que más que transformar una realidad social decadente, la consolidaba. Dice acosta:

 “¿Qué consecuencias tiene esta “obra renovadora” para los habitantes proletarios de las casas demolida?
Las viviendas que se erigen en su lugar pueden resultar más higiénicas y atrayentes, pero no les sirven. No consultan las condiciones reales de vida y trabajo del proletario. Su tipo, tamaño y, sobre todo, su precio o alquiler, las pone fuera del alcance de las familias obreras desalojadas. Estas no tienen otro remedio que refugiarse dentro de inquilinatos que persisten todavía, aumentando su hacinamiento y promiscuidad, o improvisar viviendas carentes de toda característica humana. (ej.: antiguo “Barrio de las Ranas” o, más reciente, “Villa Desocupación”). De manera que esta “obra renovadora”, desde el punto de vista social, se resume en el desplazamiento paulatino del proletario hacia los límites de la urbe, o en la condensación de sus viviendas en barrios miserables (East en Nueva York, Whitechapel en Londres, Wedding en Berlín, etc.), especie de “ghettos” proletarios.”[2]

La referencia a ciudades industrializadas del capitalismo desarrollado habla, sin embargo, de una imposibilidad en la asimilación de una urbe de gran porte, como es Buenos Aires, carente de un entramado verdaderamente moderno. En general, los arquitectos modernos que visitan o desarrollan una visión sobre Buenos Aires, encuentran en su heterogeneidad aglomerada un caos de sentidos en el hábitat urbano, que debe ser controlado, regulado.

Si nos atenemos a la tesis de la Dra. Liliana Giordano, respecto de las Tipologías Semánticas[3], podríamos decir que la homologación del hábitat metropolitano es el precio que deberá ser pagado por los ciudadanos porteños, para acceder al edén de la industrialización, de la eficiencia higienista y la racionalidad. Requerirá esto de un disciplinamiento, no solo de los habitantes y sus prácticas sociales sino también de los Tipos Semánticos de las arquitecturas de la ciudad.

La relación entre las Tipologías Utilitarias[4], cuya manifestación más común es la fábrica moderna, y las propuestas arquitecturas de viviendas modernas en el sentido de Tipologías Reguladas, es, sin dudas el habitante Obrero, figura política fundamental de la época.
El obrero, sujeto que intentará ser manipulado a lo largo del período, tanto por el Capital Industrialista naciente, como por diversas ideologías colectivistas, será la escala y medida de todas las cosas desde entonces. Las masas obreras, en todo caso, pretenderán ser llevadas, cual rebaños, hacia un porvenir glorioso de pureza arquitectónica y urbana.

Más allá de la ironía, Acosta sitúa sus estrategias discursivas y proyectuales más del lado de una integralidad de los programas arquitectónicos de usos. Más cerca de las arquitecturas urbanas de programas yuxtapuestos de Hilberseimer, que de los planteos puristas del primer Le Corbusier. Los Zoning de Acosta eran más bien micro-zoning concentrados en contenedores arquitectónicos, como nuevos módulos urbanos de múltiples programas arquitectónicos.

Ejemplo de esto, es la experimentación arquitectónica del City-Block, el cual devendrá, luego de variadas transformaciones, City Block Integral, que más que un modelo arquitectónico, se trataba de un fragmento modulable de ciudad, posibilitado por una arquitectura de dimensiones monumentales.


City Block Integral


La cualidad de ser integral, desgraciadamente, no fue verdaderamente entendida por los arquitectos argentinos, contemporáneos de Acosta. En general se tendió a proyectar, con suerte, según una variedad acotada de configuraciones de viviendas, sin intuir la posibilidad del planteo de Tipologías Semánticas diversas, en coexistencia.
Es cierto que Acosta no se refería a la integralidad de usos y ámbitos de significación prosaica. No entraba en el discurso mega-heroico de Acosta, el posibilitar el ‘cafecito de Buenos Aires’, la plaza para dar de comer a las palomas’. En su lugar planeaba verdaderos bosques. Lo mismo plantea Le Corbusier, maravillado con el paisaje infinito de la Argentina y Sudamérica en general.

El territorio natural debía ser re-semantizado y de alguna manera, también homologado, reglado por un plan racional, cuya vara de medida sería la vivienda moderna. Así la máquina de la fábrica encontraría pareja en la vivienda como máquina de habitar, es decir que el círculo normalizador del habitar maquínico estaría de esa manera completo.

Los grandes conjuntos, representantes de las Tipologías Reguladas[1], tendrían “la función” de albergar a las poblaciones de los sectores obreros, así como posibilitar el acceso al habitar de “la modernidad industrialista”, de las poblaciones en estados de precariedad. Poblaciones que accederían a las infraestructuras modernas, pero en entornos fuertemente determinados por el sentido de homologación.

La ideología de la revolución francesa, con sus principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, extendidos al programa moderno, deviene, paradójicamente, reiteración y repetición de los ámbitos habitacionales en la arquitectura internacional, condición fundamental para el control de las poblaciones industrializadas.

La Igualdad quedará desligada de la libertad relativa a las diferencias de sentidos, lo cual generará, en muchos casos, desarticulaciones irreversibles entre la ciudad pre-moderna y las concreciones, muchas veces experimentales e irrepetibles, de los conjuntos habitacionales contemporáneos.

Wladimiro Acosta, con su City-Block Integral, propuso una amalgama de programas, pero no una amalgama de sentidos, ni de configuraciones que permitiese pensar en integrar a los futuros conjuntos con una ciudad viva. El Objetivo fue el Hábitat Integral, un hábitat que pudiese sacar de la pobreza material a los sectores trabajadores y carenciados de la metrópolis y sus alrededores, pero el diagnóstico de la muerte inminente e inevitable de la ciudad tradicional fue sin dudas apresurado.

 A pesar de los planteos higienistas y los discursos de la eficiencia y el progreso, las poblaciones continuaron amando a sus viejas ciudades, a sus ciudades laberínticas con sus heterogeneidades de sentidos simultáneos. La abstracción monumental de la ciudad de la arquitectura moderna, chocó con la monumentalidad de las pequeñas prácticas sociales, las memorias y evocaciones que tienen lugar en las ciudades de la perdición, la ciudad donde poder encontrar aunque sea un pequeño rincón a ser apropiado para caracterizarlo.

Los ejemplos de Tipologías Reguladas más exitosas se dan, para la ciudad de Buenos Aires, con verdaderos monumentos habitacionales modernos como son el Conjunto Simón Bolívar -Arq.Fariña Rice y equipo- en Parque Chacabuco y el Conjunto Grafa – Arq.Carlos Coire y equipo- en el barrio de Villa Pueyrredón, ambos conjuntos correspondientes al Primer Plan Quinquenal del Gobierno de Juan Domingo Perón. En ambos casos los conjuntos introducen, además de viviendas dignas e infraestructura, espacios verdes de importancia, que aportan a los barrios circundantes, remansos ajardinados a resguardo del frenesí metropolitano, constituyendo acontecimientos singulares. La regularidad se da respecto de cada conjunto hacia dentro, pero en el conjunto de cada barrio asocian y colaboran a la complexión del paisaje urbano general.


Barrio Simón Bolívar – foto: Leandro Costa

El arquitecto Juan Molina y Vedia, hipotetizó, desde la revista de arquitectura Trama de los años ochenta, una posible explicación del éxito de estos ejemplos de Tipologías Reguladas. El hecho de que los conjuntos Simón Bolívar y Grafa sean acontecimientos significativos y no infinitos, esclarecen dicho éxito.

Sin embargo, hacia dentro de los mismos conjuntos persisten algunos problemas de adaptabilidad y apropiación, en relación a los modos de habitar contemporáneos, los cuales se alejan, sobre todo en las metrópolis de gran tamaño, de los ideales industrialistas del siglo XX.

El obrero industrial, nunca del todo generalizado en la Argentina como población mayoritaria, está siendo, también en estas latitudes, reemplazado definitivamente por la técnica de la producción automatizada. El habitante metropolitano entonces, necesitará reconfigurar su hábitat, para lo cual requerirá también de nuevos soportes, nuevas infraestructuras arquitectónicas. Nuevos lugares para producir hábitats integrales relativos a prácticas sociales en trasformación.

  
NIDOS Y CUEVAS:

“El nido y la cueva podrían parecer semejantes, pero en realidad responden a conceptos diametralmente opuestos. Uno es un lugar funcional, hecho para los seres humanos; y el otro, es un lugar del que se aprovechan los seres humanos; un ‘otro’ lugar para la gente. Sin embargo, por tratarse de algo distinto, la cueva está llena de posibilidades de descubrimientos fortuitos. Además, no necesita parecer una cueva para que podamos llamarla así. En cambio, cabría imaginar la cualidad cavernosa, que podríamos denominar caverna transparente, como una forma pura.”[1]

Advertidos que se trata de uno de los arquitectos internacionales del momento, que se trata, además, de un arquitecto japonés, que proyecta arquitectura en, y para, uno de los contextos tecnológicos más avanzados del planeta. Nos proponemos reflexionar acerca de lo expresado arriba por Sou Fujimoto.

Aceptando la metáfora y coincidiendo además con lo meditado respecto de la distinción entre Nido y Cueva, es importante aclarar que, concretamente, el hombre, en algún momento de su evolución, dejo las cuevas para emprender la construcción de nidos.
Sin embargo, entendemos la orientación estratégico-discursiva de Fujimoto, dada la crisis de los modelos modernos del habitar metropolitano.
Caídas también las prédicas a favor de la flexibilidad arquitectónica, Fujimoto intenta restablecer, mediante una antinomia arcaica, el poder de la arquitectura para, ya no dar respuestas, sino propiciar lugares, configuraciones para el surgimiento de los nuevos modos de habitar. De alguna manera favorecer preguntas.

La vivienda moderna con sus múltiples configuraciones y estilos, fue una, en el reclamo de una determinación total de los ámbitos. La arquitectura ‘nido’ de la vivienda moderna garantizaba el despliegue de la Tipología Regulada en las regiones metropolitanas más diversas, acometiendo principios universales, regulados y homologados.

Plan Voisin de Paris. Le Corbusier. 1922

La Tipología Regulada  y sus modelos habitacionales modernos debían segregar usos, según funciones. El orden arquitectónico era entendido como división de las prácticas en espacios y tiempos diferenciados, para un ‘hombre universal’.

En este sentido, el planteo experimental del City Block Integral de Wladimiro Acosta con sus programas yuxtapuestos e interrelacionados, constituyo un importante aporte al debate teórico-proyectual local, si bien, por su insistencia en la abstracción descontextuada y la sobre-determinación de los programas, no es posible ubicar al planteo del City Block Integral, por fuera de la arquitectura moderna tipo Nido, que sugiere Fujimoto.

Para Sou Fujimoto, la alternativa al Nido, al ámbito proyectado teleológicamente, es la Cueva.
La figura de la cueva, en este caso un diagrama natural abierto, ofrecería el desafío de poder ser proyectado, fabricado. Dice Fujimoto:

“La arquitectura del futuro debería parecerse más a las cuevas que a los nidos. No obstante, el problema está en que la cueva es una formación natural geológica, una realidad ajena al ser humano. ¿Son posibles las ‘cuevas artificiales’ en una ‘arquitectura creada por el hombre’? El gran enigma es si seremos capaces de crear algo que carece de intención o la trasciende. Solo la cueva artificial y transparente señala las potencialidades de la arquitectura del mañana.”[1]

Propuesta prototipo de vivienda de renta. Sou Fujimoto. Tokio. 2016

Las cuevas de grandes dimensiones, recuerdo haber visto, son como laberintos naturales. En un Laberinto, quien lo recorre no solo se pierde, sino que encuentra sentidos nuevos en cada rincón del mismo. Múltiples sentidos en un mismo ámbito nos habla de un Hábitat Integral.

Pero un laberinto es una invención, es decir una forma o unas formas, con itinerarios de recorridos fallidos y certeros, planificados. El sentido de lo intrincado, en el laberinto, no escapa a la razón. Es una razón compleja, una razón del transcurrir y de las transformaciones.

Los situacionistas referenciaron su Urbanismo Unitario, alternativo al Urbanismo Moderno de raigambre Metafísica Clásica, a los laberintos y a las ciudades tradicionales, pero le incorporaron imaginarios técnicos posibilitantes de transformaciones estructurales y formales, en el tiempo.
Los situacionistas imaginaban una sola megaciudad mundial –New Babylon- de estructuras livianas mutantes, posiblemente metálicas, donde los sentidos arquitectónicos fuesen resultado de los deseos instantáneos de los habitantes. Las funciones modernas divididas en macro actividades estandarizadas, cederían ante las más bizarras prácticas de los habitantes de New Babylon.

La idea de una cueva transparente y luminosa, en Sou Fujimoto, podría relacionarse con la arquitectura liviana de New Babylon.

El tratamiento de la luz y el desplazarse hacia ella es una de las situaciones usuales en los laberintos. Louis Kahn decía, respecto de las bibliotecas y los libros: “el hombre con el libro va hacia la luz”. Kahn fue sin duda un amante de los laberintos, ejemplo de esto es The Salk Institute, en La Jolla California, donde, a diferencia de Fujimoto y su estética etérea, Kahn torna pesada la luz, mediante imponentes muros y estructuras diversas en hormigón armado.

La antinomia transparencia y opacidad, está presente en la historia de la arquitectura contemporánea. Ejemplo son las derivaciones de la Glass Architecture, como la arquitectura cristalina de acero y vidrio de Mies Van der Rohe, en oposición a las arquitecturas de carácter pétreo, como las desarrolladas por él Le Corbusier brutalista. Kahn, sin duda, se encontraría en este segundo grupo.

En realidad Mies Van Der Rohe, también experimento con arquitecturas murarias complejas. Tal es el caso de la Casa de Ladrillo para Berlín, del año 1923. 

Planta de la Casa de Ladrillo. Mies Van der Rohe. Berlín. 1923

Respecto de la relación entre lugares, situaciones y formas, los laberintos poseen una potencial cualidad de adaptación urbana debido a su carácter multidimensional. El Laberinto es una macro forma estructurada mediante micro-sitios. Una arquitectura con estas cualidades sería fructífera al ser situada en coyunturas urbanas de diversas extensiones.

Los Planteos de configuraciones arquitectónico-urbanas tipo Mat-Building, como las propuestas por Le Corbusier para el Hospital de Venecia, los proyectos de sus discípulos Josic, Woods y Candillis, los desarrollos de Peter y Allison Smithson, y muy especialmente las investigaciones concretas, inspiradas en la teoría de Henri Lefebvre, de Aldo Van Eyck, retomaron el planteo de organizaciones arquitectónicas intrincadas, como estrategias para generar efectos de evocativos de los urbano. Los conjuntos integrales Mat-Building buscaban, en algunos casos, recordar sitios como los Kasbah de Oriente, laberintos densos y ricos en situaciones y sentidos diversos.

Proyecto para el Hospital de Venecia de Le Corbusier y equipo. 1963-65

Orfanato municipal de Amsterdam. 1960

La condición técnico-constructiva de los laberintos es fundamental tanto para sus configuraciones específicas, como para su disposición. Los laberintos son, usualmente, simples en su constitución material. Los más genéricos repiten tanto módulos constructivos y estructurales, como formas, y en este punto, el de una repetición relativamente simple de elementos, son arquitectónicamente modernos, es decir que podrían responder en gran medida a Modelos de Producción y Ocupación[1] relativamente racionales.

Los laberintos podrían, también, ser considerados como ciertas especies de Tipologías Reguladas, donde las estructuras y las infraestructuras que favorecen la disposición, tanto de otras Tipologías Semánticas, como la generación de sus propias formas significativas, resultado de pliegues del laberinto sobre sí mismo.

El laberinto es una entidad contradictoria, por un lado responde a una condición de homologación, donde cada elemento es equivalente al otro. Lo mismo sus habitantes, en el laberinto todos nos perdemos y encontramos. Pero simultáneamente el laberinto es un emblema, contiene instancias de máxima intensidad, sus ámbitos institucionales y sus seres singulares.

A diferencia de los proyectos arquitectónicos infraestructurales de grupos de vanguardia experimentales como Archizoom y Superstudio, que desarrollaron investigaciones sobre sistemas megaestructurales, unitarios e integrales, de configuraciones neutras y super-abstractas, los laberintos son tanto fondos abstractos, como figuras reveladoras, son planos usualmente horizontales, pero también suelen disponerse en estratos y en espirales ascendentes o descendientes. En este sentido, una revisión y actualización de este tipo de arquitectura permitiría superar las experimentaciones infraestructurales de los años 70 del siglo XX, para hacer frente a la crisis espacial y habitacional de las metrópolis contemporáneas.

Investigación sobre una superarquitectura. Superstudio. 1966


EXPERIMENTACIÓN PROYECTUAL:

Entiendo la repropuesta de la vivienda contemporánea de carácter masiva, como una oportunidad para el desarrollo de nuevas opciones de Tipologías Reguladas, como hábitats integrales para diversos sectores sociales, posibles de ser dispuestas en diversos sitios de la metrópolis,

Por otro lado, el real tampoco puede ser el obstáculo. Las restricciones relativas a la urbanidad de la propiedad privada, deberán ser modificadas en algún momento si pretendemos hacer frente a los desafíos ambientales y poblacionales del futuro cercano.

En el umbral de la tercera, las tecnologías permitirán la construcción, mediante una asociación entre los actuantes humanos y no humanos –o maquínicos-, de arquitecturas nuevas y evocativas simultáneamente, capaces de propiciar infraestructuras y estructuras combinadas, de manera de llevar los Hábitats Integrales por venir a los sitios donde sean necesarios.

Más que laberintos donde perderse, propongo una técnica y los medios infraestructurales y estructurales aptos para la constitución de las Tipologías Semánticas en conjuntos habitacionales de diversa organización.

En una primera aproximación a dichos sistemas, me propuse experimentar acerca del estatuto del muro, como categoría arquitectónica elemental, posible, en la actualidad, de ser construidos, tanto con nuevos materiales, como con nuevos sistemas de ensamble, para lograr mayores destrezas estructurales y estéticas. Imagino un sistema de muros técnicos programables, que tendrían tanto las significaciones arquitectónicas, como los medios ingenieriles en red (sanitarios, energéticos, etc.) incorporados, además de cumplir las exigencias estructurales. No muros de exclusión, sino de delimitación, de cualificación y de integración.

Estos muros, posibles de ser colados in situ, en moldes configurados específicamente en fábrica para poseer distintos usos, podrían disponerse en los sitios más disimiles e intrincados, tanto en configuraciones en altura, como en disposiciones en horizontal, sobre equipamientos arquitectónicos y urbanos existentes. También en ámbitos urbanos precarios, donde dichos muros técnicos podrían contener servicios sanitarios y de provisión de energía sustentable, además de habilitar la constitución de diferentes niveles de vivienda y ser soportes de cubiertas, también de diversos tipos y dimensiones.

Propongo, más que un monumental City-Block Integral, unos city-blocks integradores. Elementos en bloques tecnológicos de una dimensión menor, pero potencialmente parte de organizaciones espaciales de mayores dimensiones.

Por último, cito a la Dra. Liliana Giordano, con el propósito de clarificar el objeto de estas primeras indagaciones proyectuales:

“No se trata de promover un hábitat sin diferencias, homogéneo en sus formas y homogéneo en las conductas inducidas por dichas formas; no propiciamos una ciudad de robots.
Se tratará de arbitrar todos los medios para conformar un hábitat integral que propicie un habitar integrador en la diversidad, donde cada uno se reconozca en relación con el otro, en sus aproximaciones y en sus diferencias.”[1]

Las prácticas sociales que se despliegan en los Hábitats Integrales del futuro deberán contar también con elementos regulados correspondientes, sin ser estos un impedimento a dichas prácticas, ni herramientas para el control y manipulación de las habitantes sino todo lo contrario, herramientas para la experimentación creativa y evocativa de los mismos.

Hasta aquí algunos fundamentos iniciales para una primera Experimentación Proyectual correspondiente a la Investigación Doctoral: Arquitectura Infraestructural para la Tercera Revolución Industrial, dirigida por la Profesora Dra. Arqta. Liliana Giordano.

A continuación presento, imágenes preliminares en dibujos y fotos de una primera materialización en maqueta, de la experimentación proyectual a ser desarrollada. Experimentación Proyectual en la Cuenca del Rio Matanza Riachuelo - Ciudad de Buenos Aires. Imagenes de prefiguración.










[1] Pag.:289. Giordano, Liliana. Tesis: Tipologías Semánticas. UBA/FADU. Buenos Aires. 2011.



[1] Pag.: 71. Giordano, Liliana. Tesis: Tipologías Semanticas. UBA/FADU. Buenos Aires. 2011.



[1] Pag.: 198. Fujimoto, Sou. El Croquis 151- texto: Futuro Primitivo. Madrid. 2010



[1] Pag.: 198. Fujimoto, Sou. El Croquis 151- texto: Futuro Primitivo. Madrid. 2010


[1] Tipología Regulada. Tipología propia del sentido: Homologación, cuyos polos semánticos son: EQUIVALENCIA – CONVENCIONALIDAD


[1] Pag.:10. Acosta, Wladimiro. Vivienda y Ciudad. Buenos Aires. 1936
[2] Pag.:107. Acosta, Wladimiro. Vivienda y Ciudad. Buenos Aires. 1936
[3] Giordano, Liliana. Tesis de Doctorado: TIPOLOGÍAS SEMANTICAS. Director de Tesis: Roberto Bonifacio. UBA/FADU. 2011
[4] Tipología Utilitaria. Tipología semántica relacionada con el sentido del Instrumento y cuyos polos semánticos son: inversión – eficiencia.

ENTRE MÁQUINAS – PROYECTAR Y PROYECTARSE. Autor: Mg. Arq. Leandro Tomás Costa

Círculo Negro - Kazimir Malevich

PROYECTO – ELEMENTO TÉCNICO Y PRIMERA INSULARIZACIÓN.

“Los límites de mis lanzamientos son los límites de mi mundo. La mirada que observa una piedra que se arroja es la primera forma de teoría. Si el hombre es el animal que tiene un proyecto, es porque una competencia tempranamente adquirida y radicada en el organismo lo dispone a anticipar los resultados del lanzamiento. El sentido de acierto que le produce alcanzar un blanco o dar un golpe eficaz es el primer peldaño de una función postanimal de la verdad.”[1]

El Filósofo Peter Sloterdijk se refiere, en la cita, al tiempo en el cual, de un fondo natural de múltiples materiales naturales, el homínido, potencialmente sapiens, forma la idea de una piedra como elemento- herramienta que, a posteriori, le permitirá trabajar otros materiales, construir refugios, encender fuegos, dibujar, atacar y defender territorios, etc.

El arrojar la piedra hacia delante en función de un objetivo, es decir el imaginar una situación futura, y el trazado del viaje de la piedra, desde el sujeto que la arroja, para dar en un blanco muchas veces móvil, prefiguran un espacio humano dinámico, preparando el camino para el devenir del pensamiento abstracto, especulativo y proyectual.  

El Proyecto propicia dinámicas intelectuales y materiales.  La evolución de lo técnico, que nace con el uso de la piedra herramental, estará condicionada por la evolución física y psíquica del hombre, y también por la evolución del hábitat humano que será, propongo, asimismo hábitat técnico de lo técnico. Dice Sloterdijk:

 “Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo espontaneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento.”[2]

Del tiempo, en el cual el hombre primitivo proyecto la piedra sobre la naturaleza no humana y humana, nace la horda como organización social. La horda primigenia, comenzaría así una genealogía técnica del hábitat inmunológico de distanciamiento y control respecto del entorno; en términos de Sloterdijk, una primera  insularización, es decir una conformación social-humana, capaz de actuar y proyectar en conjunto su propio hábitat. Dice Sloterdijk:

“El termino insularización, recuérdese, nos había servido, en primera instancia para conceptualizar la secesión de la humanidad de las hordas con respecto a la vieja naturaleza.”[3]

Según Sloterdijk, las islas humanas, tuvieron por finalidad el constituir ámbitos en cuyos centros, resguardados por límites en donde de se ejerce la defensa interior y el ataque hacia el exterior, se incuban seres humanos.

En las islas humanas se proyectaron normas para la administración del hábitat y los hábitos, con el objeto de regular la incubación de hombres[4]. En este marco lo técnico fue regido también por normas, que dirigieron su evolución, según reglas de usos y significaciones diversas. Por lo tanto, en las islas, se desarrollaron igualmente, normas para los hombres, y normas para las organizaciones técnicas.

El Ingeniero y filósofo francés Gilbert Simondon estableció, en ‘El modo de existencia de los objetos técnicos’, tres categorías evolutivas para las entidades técnicas, estas son: Elemento Técnico, Individuo Técnico y Conjunto Técnico. Cada categoría hace su aparición en un determinado momento histórico, constituyendo una instancia de progreso que tiende hacia la individuación del objeto técnico, es decir hacia una saturación progresiva de sus capacidades para intercambiar energía y materia con un entorno específico, con la menor intervención humana posible. Respecto de la primera categoría dice Simondon:

“Los objetos técnicos infraindividuales pueden ser nombrados elementos técnicos; se distinguen de los verdaderos individuos en el sentido de que no poseen medio asociado; pueden integrarse en un individuo; una lámpara de cátodo caliente es un elemento técnico, más que un individuo técnico completo se la puede comparar con lo que es un órgano en un cuerpo vivo.”[5]

Simondon diferencia aquí, Elementos de Individuos Técnicos. Los primeros son independientes del entorno, pero no del hombre que los utiliza como herramientas para realizar un trabajo, mientras que los segundos requieren intercambiar materia y energía con entornos determinados, pero realizan el trabajo directamente, siendo el hombre solo un operador.

Los primeros elementos técnicos, fueron las herramientas que el hombre utilizo como completamiento y potenciación de sus propias fuerzas motrices, para fabricar objetos y, fundamentalmente, construir sus hábitats como esferas inmunológicas, reguladas técnicamente, para incubar linajes humanos y técnicos.

Por milenios, el Elemento Técnico se desarrolló, evoluciono y progreso como única manifestación del Objeto Técnico, teniendo en Occidente, expresiones progresivas, en cada momento de transformación significativa, de la cultura y las civilizaciones.

Para Simondon, los Objetos Técnicos, dadas sus mutaciones en el tiempo, no pueden entenderse desde una metafísica de la esencialidad inalterable, solo desde un estudio de las transformaciones de los mismos, desde estados de abstracción a estados de concretización, dados por saturaciones técnicas producto de invenciones sucesivas.
Pensados de este modo, los Objetos Técnicos son consecuencia de procesos de invención y no de ideas estancas. Los Objetos Técnicos, en su evolución, son devenir en intensidades variables.

La filosofía clásica que busca lo imperecedero de las cosas no es apropiada, según Simondon, para explicar el fenómeno técnico en su devenir; tampoco a su proyecto, y por lo tanto tampoco el sentido de los hábitats donde estos prosperan, donde estos se desarrollan y son inventados.

Simondon utiliza el concepto de invención[6], que si bien es similar a Proyecto en el sentido de una producción que se hace presente, se diferencia en el componente de lo nuevo como devenir; un devenir que se encuentra en la relación entre el hombre inventor que procesa información y el objeto técnico que recibe formas.

De un fondo de virtualidades, de repertorios materiales e intelectuales existentes, el hombre inventor selecciona información, como materia prima, para inventar formas. Se proyecta una invención desde lo dado, pero deviene nuevas formas de Objetos Técnicos. Dice Simondon:

“La relación de participación que vincula a las formas con el fondo es una relación que atraviesa el presente y difunde una influencia en el porvenir sobre el presente, de lo virtual sobre lo actual. Porque el fondo es el sistema de virtualidades, de potenciales, de fuerzas que caminan, mientras que las formas son el sistema de la actualidad. La invención es una asunción del sistema de la actualidad por parte del sistema de las virtualidades, la creación de un sistema único a partir de esos dos sistemas.” [7]

Con la invención de organizaciones técnicas más complejas, comienza la carrera hacia la concretización e individuación progresiva del Objeto Técnico. Simondon, sitúa en la Europa del siglo XVIII, el contexto histórico de la invención del Individuo Técnico, un nuevo tipo de Objeto Técnico que, en la forma de la Máquina, habrá de transformar radicalmente la isla humana.

Durante esta revolución técnica, los ámbitos proyectados acelerarán la extensión de la esfera inmunológica donde se incuban hombres y objetos técnicos. Hacia el final de esta etapa, en el umbral del siglo XIX, en las naciones industrialmente más avanzadas, especialmente Inglaterra, la Europa Occidental y Norteamérica, las ciudades-metrópolis se densificarán con habitantes provenientes de las áreas rurales y se transformarán sustancialmente, para dar lugar a la industria, mediante arquitecturas que concentraran diversos individuos técnicos.

Desde que las hordas más avanzadas técnicamente, proyectaron murallas de piedra en las grandes ciudades antiguas, el hombre definió un interior y una extensión a dominar. El Hombre de la era industrial llevará dicha extensión a todo el mundo, colonizándolo y dominándolo, para alimentar su poder técnico-industrial y comercial.

A fines del siglo XVIII, el Progreso Técnico transformara su sentido, de un sentido de sociedad, entre el hombre y la herramienta, para la realización de trabajos útiles y significativos, al Progreso Técnico Estratégico del poderío industrial-económico, posibilitado por el Individuo Técnico, representado en la Máquina Moderna.


PROGRESO - INDIVIDUO TÉCNICO Y SEGUNDA INSULARIZACIÓN.

 “El progreso del siglo XVIII es un progreso sentido por el individuo en la fuerza, la rapidez y la precisión de sus gestos. El del siglo XIX ya no puede ser experimentado por el individuo porque no está centrado en el como centro de dirección y percepción en la acción adaptada. El individuo se convierte solamente en el espectador de los resultados del funcionamiento de las máquinas,...”[8]

El Individuo Técnico se diferencia del elemento técnico, primero por estar asociado a un entorno, es decir una materia-energía presente en la naturaleza sin la cual no podría funcionar, pero fundamentalmente por estar formado por herramientas agrupadas en sustitución del trabajo directo del hombre, quien se ve restringido al papel de operador. Así los Objetos Técnicos se embarcan en un proceso de individuación técnica, es decir una independencia progresiva, respecto del hombre, para desarrollar un trabajo.

Mientras el Elemento Técnico, constituye un objeto más bien abstracto y cerrado, una herramienta independiente del entorno, en el Individuo Técnico, los elementos técnicos que lo conforman cual órganos a un organismo vivo complejo, lo tornan concreto en su posibilidad de intercambiar energía, materia y cualidades, directamente, con lo que Simondon denomina Entornos Tecno-Geográficos.

La evolución del Individuo Técnico, hacia una concretización interna y externa, mantendrá, sin embargo, rastros variables de abstracción, en cada Elemento Técnico constitutivo, que le permitirán, al hombre inventor, proyectar cambios menos o más radicales, en la búsqueda constante de menores regulaciones humanas, para mayores flujos de intercambio con los Entornos Tecno-Geográficos.

Cada evolución del Individuo Técnico será posible de ser estudiada por el grado de saturación relativa al desarrollo de los elementos técnicos que lo constituyen y el nivel de saturación técnica progresiva y concreta de todo el conjunto.

Para Simondon, el pasaje del Objeto Técnico abstracto al concreto por medio de saturaciones técnicas progresivas, es el Progreso Técnico propiamente dicho. Lo podríamos igualar al Progreso Moderno, en tanto se proyectan, constantemente, innovaciones en los Objetos Técnicos. De ahí la idea de ‘lo moderno’, de lo nuevo como superación de una instancia evolutiva menos sofisticada, a una más sofisticada, lo que se tradujo, también, en los hábitats técnicos. La sociedad entre el hombre y el Elemento Técnico herramental, en el taller, es a la vista del Progreso Técnico Moderno, superada por la capacidad productiva de la Maquina en la fábrica.
                   
Con el progreso técnico como independencia productiva de las maquinas, la población trabajadora se vio alienada, no solo de sus medios de producción, sino del trabajo mismo.
El hombre trabajador, pero también el burgués capitalista, no pudieron replantear sus lugares en el sistema productivo; lugares desde donde poder relacionarse con las máquinas de manera de entender su existencia, y proyectar una nueva sociedad del hombre entre las máquinas, en un nuevo hábitat, libre de dominación. Dice Simondon:

“Por el contrario, el individuo técnico se convierte durante un tiempo en el adversario del hombre, en su competidor, porque el hombre centralizaba en el la individualidad técnica en un tiempo en donde solo existían herramientas; la máquina toma el lugar del hombre porque el hombre cumplía una función de máquina, de portador de herramientas.”[9]

El progreso técnico industrial, estará enraizado desde entonces, en la capacidad de la máquina, como portadora cada vez más eficiente de herramientas, para disponer de la energía presente en los Entornos Tecno-Geográficos, no necesariamente en el reemplazo progresivo de la fuerza de trabajo humano, esto más bien es una consecuencia.

La utilización de la máquina en la industria –Revolución Industrial- generó una primera gran crisis entre grupos de humanos –los trabajadores- y objetos técnicos, hacia dentro de la isla de incubación, pero también hacia fuera.
La evolución de la máquina en este período, es la historia de una marcha sobre la naturaleza conquistada con el fin de proveer materias primas. Dice Simondon:

 “A esta fase corresponde una noción dramática y apasionada del progreso, que se convierte en violación de la naturaleza, conquista del mundo, captura de energías. Esta voluntad de poder se expresa a través de la desmesura tecnicista y tecnocrática de la era de la termodinámica, que tiene un giro a la vez profético y cataclismo.”[10]

El Individuo Técnico, en la figura de la máquina, saturará y concretizará también su hábitat, no solo seleccionando figuras del fondo de naturalezas y Elementos Técnicos, sino conformando grupos de individuos en esferas técnicas habitacionales, en fábricas, laboratorios, redes de ámbitos productivos, etc., que Simondon llamará Conjuntos Técnicos, y cuyo fin será posibilitar la conjunción de diversos Individuos técnicos y medios asociados, en pos de la producción de otros Objetos Técnicos y materialidades tecnificadas.

Durante este período, el aporte del Conjunto Técnico, al nivel de individuación estará condicionado, sin embargo, por una limitación respecto de la sociedad de los Individuos Técnicos que lo conforman. El Conjunto Técnico tendrá su salto evolutivo en el próximo periodo de desarrollo de la insularización humano-técnica.

Los tres tipos de Objetos Técnicos; Elementos, Individuos y Conjuntos, progresaran según lógicas de causalidades recurrentes, es decir que la evolución de los Elementos Técnicos repercutirá en los Individuos Técnicos y desde estos, en los Conjuntos Técnicos, y viceversa, lo que podría explicar la evolución exponencial de la esfera técnica desde la Primera Revolución Industrial a la actualidad.

En términos de Sloterdijk, el contexto de desarrollo progresivo de la maquina requirió de la organización de las poblaciones humanas en clases sociales, por medio de macro-tecnologías administrativas, como el Estado Nación, las instituciones educativas, y las primeras grandes corporaciones industriales. Tecnologías para la incubación de hombres de distinto tipo para distintos fines, gobernantes, elites financieras y comerciales, elites guerreras, elites tecno-científicas, masas de trabajadores, que formarán las poblaciones de los Estados. Sloterdijk identifica a este momento, con el desarrollo de la segunda ola de Insularización:

“Como segunda insularización habíamos entendido el uso del hombre por el hombre típico de las culturas superiores y la sociedad de clases, caracterizada por la dicotomía de la evolución en ofensivas zonas de grandes oportunidades y defensivas culturas paupérrimas.”[11]

En la etapa moderna de la segunda insularización, la máquina permitirá potenciar el despliegue de un nuevo hombre cosmopolita que viaja y conquista territorios técnicamente atrasados, pobres en el contexto del mercado internacional, pero ricos en recursos. Se concretizan nuevos Objetos Técnicos para la exploración terrestre y marítima, mediante nuevas máquinas, como individuos también cosmopolitas. Los Individuos cosmopolitas serán entonces, tanto hombres como máquinas, que viajan y colonizan, en busca de recursos.

Los rastreos incesantes, en territorios colonizados por potencias industriales, de materias primas a ser extraídas para alimentar a los Conjuntos Técnicos o ámbitos fabriles, acelerarán los tiempos para el acaecimiento de guerras cosmopolitas por dichos recursos, especialmente los relativos a tecnologías energéticamente termodinámicas.

Los imperios industriales, con sus choques armados mundiales, pondrán en crisis a la segunda insularización humano-técnica y sus tecnologías administrativas. Los Estados Nacionales deberán continuamente reforzar sus fronteras físicas y simbólicas, para mantenerse a flote. Las industrias de las potencias mundiales fabricarán propaganda político-cultural en este sentido.

Como reacción a un mundo de naciones en puja y crisis, a un mundo de mezclas cosmopolitas, surgirán figuras políticas singulares o plurales que practicarán discursos de unidad de la horda y anclaje a territorios patria. Dichos discursos, se opondrán, de alguna manera, al sujeto cosmopolita, pero defenderán al hombre nacional que coloniza y domina al hombre ‘otro’ y a la naturaleza.

Simondon desarrolló su teoría acerca del modo de existencia de los objetos técnicos entre la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y el establecimiento de la Guerra Fría como nuevo esquema del poder mundial. A pesar del pesimismo post-Hiroshima, Simondon propuso desarrollar una educación sobre la técnica que propicie una nueva relación con los Objetos Técnicos, insistiendo en la mediación de un hombre capaz de proyectar, no solo nuevas formas de Objetos Técnicos, sino también, nuevas formas de sociedades maquínicas y humano-maquínicas.

Para operar sobre la evolución de la forma en la máquina, de manera que suponga una superación de una metafísica del dominio cultural sobre los objetos técnicos, Simondon propondrá  acentuar la disposición, en las máquinas, de mantener un cierto grado de indeterminación en sus sistemas, de manera de permitir, por un lado el ingreso de nuevas formas técnicas por parte del hombre inventor, y por el otro, proyectar la vinculación social y solidaria entre máquinas diversas.  Dice Simondon:

“La máquina que está dotada de una alta tecnicidad es una máquina abierta, y el conjunto de máquinas abiertas supone al hombre como  organizador permanente, como interprete viviente de máquinas, unas en relación con otras.”[12]

Simondon predice el desarrollo de los Individuos Técnicos informacionales actuales, y nos advierte sobre la necesidad de ubicar al hombre en un lugar de mediación consciente entre los Individuos Técnicos, para direccionar su evolución según organizaciones de no-dominación, abiertas a las transformaciones debidas al devenir del contexto.

El imaginario de la Ciencia Ficción abunda en historias sobre máquinas autómatas con inteligencia y capacidad, no solo de remplazar el trabajo del hombre y de autoreplicarse, sino de gobernar al mundo y las poblaciones humanas, esclavizando todo lo viviente. Simondon nos recuerda que dentro de cada máquina, hay un gesto humano, que si la maquina domina es porque quien es mediador entre los entornos y la maquina así lo dispuso.

En términos de Sloterdijk, la ideología del dominio, propago sus instrucciones en el mundo de la técnica, y lo que se presenta como temor al dominio de la maquina sobre el hombre, evidentemente, no es otra cosa que el dominio del hombre sobre el hombre, en tanto la máquina es devenir del Objeto Técnico proyectado por el hombre desde el inicio de la historia.
Al utilizar, el hombre, a la máquina en su proyecto de dominación extensiva y extractiva, puso en peligro a la propia evolución y futuro de la máquina, pues una crisis del entorno vivo, es una potencial crisis en la esfera de existencia de las máquinas...

En el final de esta segunda era de la insularización humana, el Proyecto como practica social, aquel iniciado con la técnica de la piedra, que sobreviene forma técnica del Mundo proyectado en el ‘hacia delante’, define una nueva frontera a ser soslayada en el ‘hacia dentro’ de las formas de vida en general y del hombre en particular, con el surgimiento de la bioingeniería.
A través de la bioingeniería, la información, el texto y los códigos, harán de la máquina, una mediadora entre la vida. Los hombres no serán los mediadores entre las maquinas, sino las maquinas entre los hombres.

Desde la primera insularización, el hombre se proyecta a si mismo mediante diversas técnicas de normalización de los ámbitos y de las prácticas sociales. En el ocaso de la segunda insularización, el hombre será capaz de iniciar el desarrollo concreto de las técnicas para el proyecto de las formas vivientes y de los entornos, a través de las tecnologías informáticas.  El Conjunto Técnico, reflejado en aquel imaginario de la fábrica como ámbito da máxima complejidad, tomará la forma del mundo, en una tercera insularización articulada por millones de seres humanos interconectados por macro redes tecnologías, como internet.


REPRODUCCIÓN – CONJUNTO TÉCNICO Y TERCERA INSULORIZACIÓN

En la tercera insularización, entrado el siglo XXI, la onda expansiva del Proyecto de las islas incubadoras de humanos y objetos técnicos, cubrirán, mediante redes, todo el planeta.
Las áreas ricas de la civilización humana, estarán súper-conectadas, las pobres, infra-conectadas como reservas futuras.

En el sentido expresado por Sloterdijk, lo que llamamos  Globalización es una macro-esfera técnica inmunológica, radicalmente consumista de los recursos del entorno natural. Dicho entorno natural no contiene exterioridades a la isla humana, como todavía se podían encontrar en la primera y segunda Insularización, sino que todo recurso natural es interior a la isla. El Proyecto, como onda expansiva de la insularización humano-técnica, completa la forma del planeta y se transforma en intrayecto, un interior continuo, que incluye al propio organismo humano.

La materia-energía natural, que permite concretizar la macro-esfera global es, en mayor medida, no reproducible. En este sentido, la industria moderna fabrica serial-mente, consumiendo de manera irrecuperable, materias primas no-renovables. La producción industrial opera por repetición en el consumo y no por reproducción de aquello que permitiría alargar la existencia temporal, de los sistemas vivos y de los Objetos Técnicos.

Lo que se puede reproducir es lo cultivable mediante la forma de un cuidado de la energía, la materia y la vida. El cultivar como cuidar, requiere de tiempo. El hombre en su despliegue contemporáneo por la isla Humano-técnica carece, por un lado del tiempo para el cuidado de lo que no se corresponde directamente con su ser individuo, y por el otro, de la energía para el trabajo de cuidado, pues está energía, precisamente se extrae del ámbito a ser cuidado. Dice Sloterdijk:

“…Zarathustra acerca del ‘último hombre’. El último hombre en el individualismo de la era industrial ya no es el amigable positivista que ha inventado la felicidad, con sus pequeños placeres para el día y para la noche. El último hombre es, más bien, el hombre sin retorno. Este se construye en un mundo en el que ya no se reconoce primado alguno a la reproducción.”[13]

El último hombre, lo es, no por el advenimiento del superhombre de Nietzsche, sino porque es incapaz de volver a producir la mayor parte del material y la energía necesarios para la isla de incubación que le permiten sucederse y transformarse. El último hombre que consume y se consume; no sabe, no puede, o quizás, no se le permite, detenerse.

Esta ideología productiva de la no reproductibilidad, que denuncia Sloterdijk, neutraliza toda concreción de proyectos que busquen la generación de un nuevo ámbito humano-técnico. Existen propuestas alternativas, pero aún no logran constituirse como prácticas sociales extendidas e interiorizadas en la población mundial. Dice sloterdijk:

“Lo que llama la atención por primera vez en el caso del último de los seres humanos –el solitario sin retorno-, se pone continuamente de manifiesto en artículos de consumo no retornables, en materias primas no retornables, en especies animales no retornables. A la vista de cosas que se agotan o de naturalezas terminales, los últimos seres humanos no son capaces de sacar sus propias conclusiones.”[14]

En el modelo industrial energético-termodinámico de fines de la segunda ola de insularización e inicios de la tercera, los Conjuntos Técnicos, última evolución del Objeto Técnico, forman ámbitos para la incubación de grupos de Individuos Técnicos, donde el hombre recolecta lo producido por cada uno de los Individuos, relacionando tales producciones, pero manteniendo un grado lo más bajo posible de vinculación social entre los Individuos técnicos. Simondon ve en este control dominante un problema, tanto para la evolución de los Objetos Técnicos, como para el hombre, quien seguirá ampliando, de esta manera, su alienación respecto de las máquinas y del mundo industrializado, al no ubicarse en el sitio de complementariedad que, cree, le corresponde.

Simondon entiende que el hombre, además de inventar maquinas, debe mediar entre los procesos sinérgicos de información y formación de los objetos técnicos, permitiendo organizaciones sociales diversas entre máquinas, y entre hombres y máquinas.

Para la maquina también propone una nueva situación en los Conjuntos Técnicos, opuesta a la posibilidad de una individuación totalmente separada del hombre, es decir que Simondon estaba en contra de la idea de la maquina Autómata. Dice Simondon:

“La noción de autómata perfecto es una noción que se obtiene al traspasar un límite y esconde algo contradictorio: el autómata sería una máquina tan perfecta que al margen de indeterminación de su funcionamiento sería nulo, pero, sin embargo, podría recibir, interpretar o emitir información. Ahora bien, si el margen de indeterminación del funcionamiento es nulo, ya no hay variación posible; el funcionamiento se repite indefinidamente, y en consecuencia esta iteración no tiene significación.”[15]

Existen dos tipos de información, una presente en el ruido de la indeterminación, donde el azar y el caos tienen sitio difuso, y otra, donde el grado de indeterminación es mínimo.  La información determinada es, para Simondon, más bien forma y no información, y la forma es cualidad de la máquina.
Las máquinas son formas definidas por el hombre, con información que recibe de varias fuentes, incluyendo las mismas máquinas.
Las maquinas son los moldes que permiten captar lo idéntico, lo repetido, para que el hombre, en su situación de estar entre las máquinas, pueda distinguir informaciones nuevas, es decir, capar lo que queda por fuera de la determinación de la máquina.  Dice Simondon:

“Se puede decir que la forma, concebida como regularidad absoluta, tanto espacial como temporal, no es una información sino una condición de la información. La forma tiene una función de selectividad.”[16]

La información, es una necesidad de los seres vivientes en general y del hombre en particular, mientras que la maquina se sirve de formas, códigos y determinaciones, que le permiten funcionar. Con esto Simondon se diferencia de los que plantean una analogía mimética entre los sistemas de existencia de los seres vivientes y los sistemas de existencia de las máquinas.

Si la Tercera insularización es, según Sloterdijk, lo siguiente: “El tercer aislamiento insular produce, sobre el nivel de aquellas islas de grandes oportunidades, un individualismo postsocial,.... Para la construcción de la sociedad, la tercera ola necesita individuos, los cuales, a su vez, cada vez necesitan menos sociedad.”[17]

Lo que propuso Simondon,  sería proyectar un hábitat y una sociedad, donde hombres y maquinas se acoplen sin dominación de unos sobre otros; donde el hombre obre de mediador entre las máquinas para poder regular el origen, la cantidad y el destino de la energía como portadora de información, de manera de reducir la perdida de energía de los sistemas productivos termodinámicos,  tornando a los Conjuntos Técnicos en verdaderamente reproductivos y creativos.

En una dirección similar, Sloterdijk retoma el postulado de la información como material de proyecto verdaderamente existencial. Si con Simondon la información es la condición para la invención de formas técnicas externas al hombre, en la teoría de Sloterdijk, la integración y acople es total. La información proyectada e introducida a través de la biogenética, toma la forma de máquinas acopladas celularmente al hombre. Dice Sloterdijk:
“En la frase ‘hay información’ hay implicadas otras frases: hay sistemas, hay recuerdos, hay culturas, hay inteligencia artificial, e incluso la oración ‘hay genes’ solo puede ser entendida como el producto de una situación nueva: muestra la transferencia exitosa del principio de información a la esfera de la naturaleza.”[18]
Sloterdijk propone proyectar una ‘homeotécnica’ que se desempeñe como regulación operativa y ética de las nuevas tecnologías informacionales, en oposición a una concepción actual de la técnica, como un tipo de dominación del hombre sobre el hombre,  la naturaleza y los objetos técnicos, que tiende a socializaciones no sociales, instaurando una insularización global replicante de esta modalidad.
La constitución de un mundo sin sociedades de dominación, en el sentido expresado por Simondon y Sloterdijk, no podrá ser posible en la modalidad de un proyecto simplificado, funcionalista y sobre-determinado por ideas estancas. En este sentido lo propuesto por la Dra. María Ledesma respecto de pensar nuevas lógicas para el Proyecto, de los Objetos técnicos y ámbitos humanos, que incorporen las complejidades de sentidos y significaciones del mundo contemporáneo y sus diversos contextos, es una alternativa fundamental. Dice la Dra. Ledesma:
“El proyecto se caracteriza por su cualidad de transformación. A esa cualidad de transformación le corresponden un tipo de pensamiento (diferente al racional pero también del irracional) caracterizado por la incertidumbre, la búsqueda de problemas, la presencia de soluciones diversas, el poder de lo aleatorio, la valoración del contexto –características de la nueva racionalidad- y la ‘irracionalidad’ poética.”[19]
El hombre del Proyecto de los Objetos Técnicos y los ámbitos de incubación humana, tiene una gran responsabilidad y trabajo por delante, en la transformación de un mundo que necesita de cuidados, de solidaridad entre los hombres y los pueblos, y de poesía, fundamentales para una cultura humano-técnica nueva.


Bibliografía:
Bibliografía citada:
-        Sloterdijk, Peter. “Sin Salvación. La domesticación del ser.”, editorial AKAL. Madrid. 2001.
-        Sloterdijk, Peter. “El Hombre Operable”. Revista Observaciones Filosóficas. 2006. Indexada en Base de Datos de la Universidad Complutense de Madrid, UBA, Catalogada en UNIVERSIA.net Directorio de  la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC);  DIALNET Directorio de publicaciones científicas hispanoamericanas; Asociada al Postgrado en Filosofía ­ Pontificia  Universidad Católica de Valparaíso y al Grupo THEORIA Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado. Editor: Dr. Adolfo Vásquez Rocca
-        Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002. 
-        Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008.
-        Ledesma, María. “EPISTEMOLOGIA DEL PROYECTO (o en contra del carácter ‘científico’ del proyecto)”.

Bibliografía consultada:
-        Heidegger, Martin. “Caminos de Bosque (El Origen de la Obra de Arte – La Época de la Imagen del Mundo)”, editorial Alianza. Madrid. 2010.
-        Heidegger, Martin. “Cartas al Humanismo”, editorial Alianza. Madrid. 2006.
-        Doberti, Roberto. “Espacialidades”, editorial Infinito, Buenos Aires, 2008.
-        Doberti, Roberto. “Fundamentos de la Teoría del Habitar”, editorial Universidad Metropolitana para la Educación y el trabajo, Buenos Aires, 2014.



[1] Sloterdijk, Peter. “Sin Salvación. La domesticación del ser.”, editorial AKAL. Madrid. 2001. Pág.: 118.
[2] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 25
[3] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 96.
[4] Con el objetivo de hacer coincidir el presente escrito, con las referencias teórico-bibliográficas, utilizo “Hombre”, en lugar de Sujeto u otra denominación.
[5] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 85.
[6] Inventar viene invento y este del latín: Inventus. Prefijo In: en (dentro) y verbo latino venire (venir y  andar).
[7] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 79.
[8] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 134.
[9] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 37.
[10] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 37.
[11] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 97.
[12] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 33.
[13] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 102.
[14] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 102.
[15] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 156.
[16] Simondon, Gilbert. “El modo de existencia de los objetos técnicos”. Editorial Prometeo. Buenos Aires. 2008. Pág.: 154.
[17] Sloterdijk, Peter. “En el mismo barco.”, editorial SIRUELA. Madrid. 2002.  Pág.: 97.
[18] Sloterdijk, Peter. “El Hombre Operable”. Revista Observaciones Filosóficas. 2006.  Pág.: 8.
[19] Ledesma, María. “EPISTEMOLOGIA DEL PROYECTO (o en contra del carácter ‘científico’ del proyecto)”.